viernes, 28 de agosto de 2020

Wolfgang Paalen



México, 1905–1959  
Cierto velo denso cubre a la figura taciturna de Wolfgang Paalen: a pesar de ser uno de los mayores exponentes del surrealismo, poco se sabe de su obra y de las aportaciones estilísticas que trajo al movimiento.


Nacido en Austria en 1905, las presiones políticas y las precariedades que acarrea la guerra lo obligaron a cambiarse de continente. Después de estudiar en París y formar parte del grupo Abstraction-Creation, decidió que el exilio podría vivirse mejor en México, y fue ahí donde pudo expandir los límites de sus horizontes creativos.


Etnógrafo, pintor, curador y ensayista, fue una de las mentes creativas más activas y más prolíficas que vio el siglo XX: a pesar de que se conserva relativamente poco de su producción pictórica, estuvo involucrado muy de cerca con los círculos intelectuales y artísticos mexicanos, en quienes encontró un refugio para explorar las vanguardias. Es por esto que en su obra puede verse la huella indiscutible de Leonora Carrington, así como la influencia biomórfica de Max Ernst.


Sin embargo, las inquietudes de Paalen rebasan los estándares de un único movimiento, e incluso de una sola forma de expresión. Si bien es cierto que se le reconoce más que nada por sus lienzos surrealistas, fue de los pioneros del arte de instalación, así como el inventor del fumage, que en crítica de arte, se refiere a aquella técnica que utiliza el trazo que genera la exposición a una flama para generar trazos etéreos, esfumados, como vahos de noche.


Además de las aportaciones formales y estilísticas —siempre tendientes a figuras naturales-psicoanalíticas— que este artista produjo a lo largo de su carrera artística, también dedicó una parte importante de su vida para escribir sobre teoría del Arte. En este ámbito, se interesó en las luces surrealistas de los precolombinos, y siguiendo esta inquietud, viajó por la provincia mexicana durante varios años.


Paalen murió en Taxco, a los cincuenta y cuatro años, en 1959. Wolfgang Paalen es un trazo de fuego en el discurrir del surrealismo.


Historia Arte (HA!)

lunes, 24 de agosto de 2020

GUILLERMO MONROY






Vigo-1954 - Vigo, 1982




BIOGRAFÍA

Tenía un aspecto de joven caballero de los tiempos de Van Dick. Vocacionado por la pintura, de manera absorbente, abandonó las actividades universitarias tras haber alcanzado la licenciatura en Ciencias Económicas en Compostela. Amigo de escritores y artistas, comenzó a exponer en la Bienal de Pontevedra, en 1974. También estuvo presente en las muestras al aire libre de la Plaza de la Princesa, en Vigo. 


Viaja a París, para conocer la pintura europea, y vuelve, con los ojos llenos de color y de poesía. Pasa una corta temporada en Madrid, entre 1976 y 1977, para hacer el servicio militar. Retorna a Vigo. Lee, escribe, dibuja, pinta. Participa en otras colectivas. Sus primeras exposiciones individuales datan de 1978. Concluye, sin ningún interés, la mencionada carrera universitaria. Se vincula a la joven generación de pintores que viven en Vigo. En ese ambiente siente inquietud por las nuevas corrientes plásticas y viaja a Nueva York para conocerlas. Participa en la primera edición de Atlántica, en Baiona, en 1980, y en las subsiguientes de Compostela y Madrid. También estará presente en los últimos ciclos de las sucesivas exposiciones que organiza Caixavigo con motivo de su centenario, en 1980. Instala su estudio en San Paio de Navia, parroquia viguesa periférica, y en él trabaja, sueña, inventa, poetiza con trazos y formas. Su vida concluye, trágicamente, una tarde de marzo de 1982, víctima de accidente de circulación. 

Dos años después el Ayuntamiento de Vigo le dedica uno de sus cuadernos de Arte Xoven Galego, editado por el Museo Quiñones de León. Su consagración le llega en 1993, con motivo de la amplia explosición antológica, acompañada de un excelente catálogo, que acoge la Casa de las Artes del municipio. La pintura de Monroy es puro sentimiento estético. Adscrito a tendencias vagamente neo figurativas, tiene relación con Matisse, con los modos más líricos del expresionismo germano y, ocasionalmente, con los grafismos de Raoul Dufy, aunque siempre es un lírico personal que se expresa con armonías de gran delicadeza cromática y un deliberado intimismo. 


Muchos de sus cuadros parecen ideales ilustraciones o imágenes para acompañar a determinados poetas. Azules, verdes, grises, carmines, amarillos, están con frecuencia en su paleta. Jamás se preocupa por la perfección formal. Muy al contrario, y por complejo alejado de la minuciosidad en la ejecución, toda su obra parece la impronta de un instante de inspiración. Cada uno de sus cuadros semeja la vibración fugaz de un instrumento musical de cuerda, ensayando melodías de cámara. Cuando se aproxima a la figura humana, nunca la completa. Se limita a insinuarla, con un trazo rápido, escueto y nervioso, en el que late la autenticidad. 


Da la impresión de que siente de modo permanente y pinta únicamente en momentos, en instantes. La obra de Guillermo A. Monroy ha interesado mucho en los años posteriores a su muerte, y hoy figura en museos de Galicia y en importantes colecciones institucionales y particulares. Imposible es historiar la plástica gallega contemporánea, aunque sea muy restringida la reseña, sin incluir su nombre. Contemplando esta pintura parece que asistimos a un concierto de Vivaldi.


Afundación

sábado, 22 de agosto de 2020

RINA LAZO




Nació el 23 de octubre de 1923 en Ciudad de Guatemala.
Su infancia transcurrió en Cobán, una ciudad guatemalteca, donde mantuvo contacto con el pueblo maya, de ahí que esta cultura se encuentre presente en sus obras.

En 1945, el entonces presidente Juan José Arévalo, le dio una beca para estudiar arte en México en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado, en la capital.





Entre los profesores con los Lazo se formó en la famosa escuela de arte “La Esmeralda” fueron: Carlos Orozco Romero, Jesús Guerrero Galván, Alfredo Zalce, Federico Cantú y Manuel Rodríguez Lozano.

No obstante, uno de sus principales maestros, y de quien más tarde se convertiría en su discípula, fue Diego Rivera, ​siendo a través de este último que conoció a la también pintora Frida Kahlo.
Sus primeras obras están ligadas con la estética y temáticas presentes en los murales de Rivera. Además, debido a su relación con la pareja de artistas, se unió como militante del Partido Comunista Mexicano.

Esta misma cercanía con los Rivera-Kahlo la llevó a conocer a su futuro esposo, Arturo García Bustos, quien era uno de los estudiantes de Frida Kahlo, también conocidos como “Los Fridos”.
Lazo y García se casaron en 1949 cuando ella tenía 24 años. La pareja se trasladó a Coyoacán en una casa ubicada en el barrio de La Conchita, la cual es conocida como “La casa colorada”.​ Esta residencia fue adaptada como galería en 2006, misma que es gestionada por la familia de los artistas.

En 1947, Diego Rivera la contrató como su asistente para trabajar en el mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central en el Hotel del Prado. El muralista la consideró como su brazo derecho y su mejor estudiante.
Dentro de este período, su trabajo se vio reflejado en los murales: El agua, origen de la vida sobre la tierra (1951), ubicado en Chapultepec; La Universidad, la Familia Mexicana, la Paz y la Juventud Deportista, en el Estadio Olímpico Universitario (1952); El pueblo en demanda de salud (Historia de la medicina en México), en el Hospital La Raza (1953), y La gloriosa victoria (1954) en el Palacio Nacional de la Cultura de Guatemala.

Este último trabajo generó polémica porque escenifica la intervención norteamericana por medio de la guerrilla en su ciudad natal, misma que desencadenó la caída del gobierno de Jacobo Árbenz.
Rina Lazo dejó un legado importante de murales, frescos, murales en vinilo y estuco en Guatemala, así como en varios lugares de México.


Infobae América

martes, 18 de agosto de 2020

GASPAR MONTES ITURRIOZ




Montes Iturrioz, Gaspar. Irún (Guipúzcoa), 1901– 1998.
Pintor irundarra, Gaspar Montes Iturrioz es uno de los artistas más representativos de lo que se ha venido denominando como la Escuela del Bidasoa que, aunque más literaria que real, agrupa a un grupo heterogéneo de pintores que dedicaron parte de su producción a la captación del paisaje de la cuenca de este río.


Montes Iturrioz cultivó fundamentalmente una estética depurada y constructiva muy influida por Daniel Vázquez Díaz, del que fue uno de sus máximos seguidores y con el que compartió una misma inquietud renovadora.



Desde una edad temprana se inició en la pintura, teniendo por maestro al paisajista José Salís, quien le envió a Madrid en 1917 a estudiar al taller de López Mezquita y al de Álvarez Sotomayor, por entonces director del Museo del Prado. A su regreso dos años más tarde, se dio a conocer a través de los Certámenes de Artistas Noveles, promovidos por la Diputación de Guipúzcoa, siendo el pintor más veces premiado desde la primera edición en 1920. Animado por Ramiro Arrúe, marchó a París en 1923 en compañía de los también artistas Bienabe Artía y Flores Kaperotxipi. En la capital francesa estudió en las academias libres Colarosi y Grand Chaumière, visitó con frecuencia el Museo del Louvre y sintió una gran atracción por Paul Cézanne. En 1926 regresó a Irún y participó en la Exposición de Artistas Vascongados celebrada en el Museo de Arte Moderno de Bilbao, en la de Artistas Guipuzcoanos en Tolosa y en la Nacional de Bellas Artes en Madrid, donde realizó también una exposición con Bienabe Artía en el Ateneo, tras exponer con él un año antes en el Museo de Bayona.



Al dúo formado por Montes Iturrioz y Bienabe Artía, se les uniría otro de los noveles, Jesús Olasagasti, para exponer juntos nuevamente en el Museo de Bayona en 1927. Durante estos años Montes Iturrioz colaboró estrechamente con el mundo del teatro en calidad de decorador e, incluso, de actor y trabajó como ilustrador entre 1929 y 1965 en el semanario El Bidasoa. En 1928 volvió a concurrir al certamen de Noveles y fue galardonado con el Primer Premio, acontecimiento que fue celebrado con una cena-homenaje.


Al año siguiente, se trasladó a Aranjuez al ser invitado a colaborar con sus diseños en la fábrica de tapices. Aprovechó su estancia en Madrid para participar en el Salón de Otoño en 1931 y en las Nacionales de 1930 (donde presenta El embarcadero Fuente de Narciso) y 1932, pero decidió regresar a Irún, para fundar su propia escuela de pintura, la Academia de Beraun. En 1932 expuso en la Asociación de Artistas Vascos de Bilbao y en 1934 participó en la exposición que la Asociación celebró en la Galería Emporium de Barcelona. Ese año su lienzo Alrededores de Irún fue reproducido en el Libro de Oro de la Patria publicado por Gipuzko Buru Batzar. Con el estallido de la Guerra huyó a Francia, y en Sara, cerca de la frontera, realizó la decoración mural de la sociedad Sara’ko Izarra.


Meses más tarde regresó a Irún, donde contrajo matrimonio con María Iribarren, con quien tuvo dos hijos. Para sobrevivir colaboró como diseñador en la fábrica de vidrieras de Irún y dio clases particulares de Dibujo, entre cuyos alumnos se encontraba Menchu Gal. Durante la década de 1940 realizó encargos de decoración mural, cuya técnica aprendió de Vázquez Díaz, para el Frontón Euskalduna de Bilbao, la Fábrica de Laborde en San Sebastián, las capillas del Colegio el Pilar y del Hospital Asilo de Irún, etc.

En 1942 fue nombrado profesor de Figura de la Academia Municipal de Dibujo de Irún y dos años más tarde, director. Siguió impartiendo clases en su domicilio hasta pocos años antes de su fallecimiento en diciembre de 1998.

 Real  Academia de la Historia