viernes, 31 de octubre de 2014
viernes, 24 de octubre de 2014
Walter Frederick Roofe Tyndale
Walter Frederick Roofe Tyndale in Brujas, Belgica, 1855. Estudió en la Academia de Bellas Artes de Brujas antes de morir su padre en 1868. Volvió a Inglaterra con su familia y se quedaron en Bath durante varios años. Más adelante volvió a Bélgica para estudiar en la Academia de Bellas Artes de Amberes, antes de irse a París para estudiar con Leon Bonnat y Jan Van Beers-
Pintò retratos y paisajes hasata 1890 hasta que se trasladó a Surrey y allí empezó a pintar acuarelas. Vivió durante algún tiempo en Venecia, antes de trasladarse a Londres.
Tyndale viajó mucho por toda Europa pintando lo que le sirvió para hacer un libro de viajes. Escribió tambien varios libros como "un artista en Italia", "Japon y los japoneses", "Un artista en Egipto", "Un artista en la Riviera", etc. Tambien ilustró varios libros.
Fue miembro del Royal Institute of Painters in Watercolours y miembro fundador de Haslemere Art Society. Expuso en la Royal Academy, the RI gallery, The Grosvenor Galleries y en las Dowdeswell Galleries en Londres.
Murió en Kensington en 1943.
jueves, 23 de octubre de 2014
Modest Urgell Inglada
Modest Urgell i Inglada (Barcelona, 1839 - ídem, 1919) fue pintor y comediógrafo.
Estudió en la Escuela de la Llotja, donde fue discípulo de Ramón Martí i Alsina. Pasó una temporada en París, donde trató a Gustave Courbet, y se adscribió al realismo. Los años 1860 sus obras fueron rechazadas por muy avanzadas en las exposiciones organizadas en la Llotja, y también expuso sin éxito en Madrid. En 1870 fue a Olot, donde se relacionó con Joaquim Vayreda, creador de una escuela paisajista en la ciudad de la Garrotxa, que influyó en Urgell, dedicándose desde entonces principalmente al paisaje.
Expuso habitualmente en la Sala Parés desde su fundación en 1877, y obtuvo éxitos en las exposiciones nacionales de Madrid de 1876, 1892 y 1895, donde obtuvo la primera medalla con El Pedregal, pueblo civilizado; también ganó las máximas condecoraciones en las exposiciones de Barcelona de 1894, 1896 y 1898, y participó en exposiciones de Filadelfia y Múnich. Fundador de la Sociedad Artística y Literaria de Cataluña, desde 1894 fue profesor de paisaje de la Llotja.
Su obra se centra principalmente en paisajes y marinas solitarios, con un ambiente triste y misterioso, a menudo con localizaciones en cementirios y ermitas, en un estilo a veces comparado con el de Arnold Böcklin. Obtuvo bastante éxito en su tiempo, con obra en el MNAC, en los museos provinciales de Gerona, Palma de Mallorca y Lugo, en la Kunsthalle de Hamburgo, etc. Reunió reproducciones de buena parte de su obra en el álbum Cataluña (1905).
Como escritor, publicó diversas obras de teatro: Lluny dels ulls (1898), Un terròs de sucre (1898), Añoranza! (1899), Por (1901), Valor (1907); también escribió su autobiografía: El murciélago. Memorias de una patum (1913).
En 1902 fue nombrado académico de Bellas Artes de Barcelona.
Su hijo Ricard Urgell también fue pintor.
Obtenido de http://es.wikipedia.org/wiki/Modest_Urgell
viernes, 17 de octubre de 2014
Stanisław Wyspiański
Cracovia. 1869-1907- Pintor y escritor polaco. Residió en París, donde se dedicó a la pintura y escribió libretos de ópera. Cuando volvió a Polonia desarrolló una intentsa carrera como pintor, ilustrador, músico, director de teatro y dramaturgo.
Alergico al óleo, se vió obligado a buscar otros medios para realizar sus retratos y paisajes. Optó por el pastel y sus experimentos resultaron muy expresivos.
Su éxito en la plástica pueden considerarse a la par con sus aportaciones al mundo literario.
Estudió en Cracovia y en París. Fue uno de los artistas invitados a unirse a la Secesión de Viena en 1897, cuando solo le quedaban diez años de vida, pero en esa década creó la obra mas admirada por los polacos, como artista, escritor, diseñador de vidrieras, de muebles y coreografo- un hombre del renacimiento.
Su obra maestra es la Comedia de Bodas, una feroz crítica de las costumbres de la sociedad polaca contemporánea.
En sus últimos años de vida estuvo muy enfermo, se cree que se contagió de sífiles en su época de estudiante en Francia, pero continuó trabajando hasta su muerte en 1907
jueves, 16 de octubre de 2014
Jan Hendrik Weissenbruch
Jan Hendrik Weissenbruch, cuyo nombre de pila era Hendrik Johannes, nació en el seno de una familia de artistas de la que él y su primo Jan (1822-1880) fueron los principales representantes. Para distinguirle de su primo, que tenía casi la misma edad y pintaba con técnica lisa y colores brillantes -sobre todo paisajes de ciudades-, a Jan Hendrik también se le conocía como «de vrolijke Weiss» (juego de palabras que significa «la melodía alegre»). Al principio de su carrera, Weissenbruch recibió clases de dibujo de Johannes Löw durante tres años. Después fue discípulo del pintor de decorados Bart van Hove (1790-1880) y asistió a clases nocturnas en la Academia de La Haya. En 1849, dos años después de que el pintor celebrara su primera exposición, el Teylers Museum de Haarlem adquirió uno de sus paisajes panorámicos. Sin embargo, aquel éxito temprano no duró mucho tiempo. A pesar del prestigio logrado entre sus colegas, no consiguió el reconocimiento público hasta finales de la década de 1880. Durante ese período intermedio, Weissenbruch pasó de ser un pintor característico del Romanticismo holandés a ser uno de los mejores representantes de la Escuela de La Haya. Sus vivos paisajes de dunas dieron paso a unas impresiones atmosféricas de los pólderes holandeses en los que el artista prestaba especial atención a la representación de los cielos nublados y las masas de agua. Los hermosos paisajes al óleo y acuarela fueron pintados, casi sin excepción, con pincelada suelta y tenue paleta
El.
artista encontraba su inspiración en los alrededores de la ciudad en la
que residía, La Haya, y en Haarlem. Con el paso de los años fue
ampliando su campo de trabajo a Gouda, Boskoop, Delft y Schiedam. A
partir de 1875, Weissenbruch volvió con regularidad a los húmedos
parajes de los alrededores de Nieuwkoop y Noorden. Tan sólo viajó al
extranjero una vez. En compañía de su amigo, el marchante J. Slagmulder,
visitó la Exposition Universelle de París en el año 1900 y realizó una
excursión a Barbizon, donde pintó, entre otras cosas, la casa de
MilletWeissenbruch. dio clases a Theophile de Bock (1851-1904), Victor
Bauffe (1849-1921) y Jan Heppener (1826-1898)
Museo Thyssen-Bornemisza
martes, 14 de octubre de 2014
Max Walter Svanberg
lunes, 13 de octubre de 2014
Miquel Navarro
Nace en Mislata (Valencia) en 1945. Estudia en la Escuela Superior de Bellaas Artes de San Carlos de Valencia. Comienza su carrera como pintor y desde 1972 se dedica casi exclusivamente a la escultura. Vive en Mislata.
Premios. Premo Nacional de Artes Plásticas 1986
Premio Alfons Poig (Diputación de Valencia) 1987
Premio C.E.O.E. de las Artes 1990
Premio Nacional de la Asociación de Críticos de Arte (AECA) ARCO 95
Premio Valencianos para el siglo XXI (Las Provincias 2001)
Distinción de la Generalidad Valenciana al mérito cultural 2002.
Premio de Artes Plásticas valencianos del mundo (otorgado por la Generalitat valenciana y el periodico el Mundo)
VII premio internacional Julio Gonzales 2008
Académico de la Real Academia BBAA de San Fernando
domingo, 12 de octubre de 2014
JUAN GARCIA RIPOLLES
Juan García Ripollés, de Castellón nacido en Alzira (Valencia, España) en 1932, la muerte de su madre en el parto le llevó hasta la capital de La Plana.
El comienzo de su vida no fue fácil: recogió boñigas de caballo, fue chatarrero y pintor de brocha gorda, hasta que se marchó a París en 1954.
Quería ser pintor. Y allí fue donde lo logró.
Cuatro años después de su llegada, colgó sus cuadros en la prestigiosa galería Drouand David, la misma que había expuesto a Picasso y Chagall.
Desde su regreso a España, en los años sesenta, su taller es la naturaleza.
Hoy en día, a sus 80 años, aún es así: pinta en la huerta de su casona en la pequeña pedanía de Mas de Flors, en Castellón.
Durante las últimas cinco décadas, sus lienzos y grabados se han mostrado en las mejores galerías y museos de Ámsterdam, Nueva York, Tokio o Beijing.
Sus esculturas de gran formato han sido instaladas en los parques y en las principales calles y plazas de Madrid, Sevilla, Valencia, Lisboa, Venecia, Verona, Hertogenbosch o Beijing.
El comienzo de su vida no fue fácil: recogió boñigas de caballo, fue chatarrero y pintor de brocha gorda, hasta que se marchó a París en 1954.
Quería ser pintor. Y allí fue donde lo logró.
Cuatro años después de su llegada, colgó sus cuadros en la prestigiosa galería Drouand David, la misma que había expuesto a Picasso y Chagall.
Desde su regreso a España, en los años sesenta, su taller es la naturaleza.
Hoy en día, a sus 80 años, aún es así: pinta en la huerta de su casona en la pequeña pedanía de Mas de Flors, en Castellón.
Durante las últimas cinco décadas, sus lienzos y grabados se han mostrado en las mejores galerías y museos de Ámsterdam, Nueva York, Tokio o Beijing.
Sus esculturas de gran formato han sido instaladas en los parques y en las principales calles y plazas de Madrid, Sevilla, Valencia, Lisboa, Venecia, Verona, Hertogenbosch o Beijing.
Me gusta el pan y mi cielo es la vida. Hablo claro.
Tú eres tú. Mi dolor, mi sed, mi mirada, mi amor, mi palabra. Tú eres tú.
Para mí el arte es el reflejo de lo real, una emoción de lo vivo.
Cambio palabras enteras por medias palabras. ¿Quién me cambiará risas por lágrimas?
Tú eres tú. Mi dolor, mi sed, mi mirada, mi amor, mi palabra. Tú eres tú.
Para mí el arte es el reflejo de lo real, una emoción de lo vivo.
Cambio palabras enteras por medias palabras. ¿Quién me cambiará risas por lágrimas?
Hoy quería decir algo, algo así como no sé qué. Pero nada, no he podido decir nada.
Juán Ripollés
sábado, 11 de octubre de 2014
VICTOR PEDRA
Víctor Pedra (Barcelona, 1955). Estudió en la Facultad de Bellas Artes de Barcelona, donde tambien hizo algunos cursos de cerámica y artes gráficas. El pintor afirma que lo que quiere es transmitir la realidad, sin olvidar el sueño de un mundo ideal. Su temática principal son las mujeres pero tambien nos presenta escenas de circo, de la ciudad, casas y bodegones, todo rodeado de un mundo creativo.
viernes, 10 de octubre de 2014
VICTOR MIRA
VICTOR MIRA
(1949-2003) era como una casa con fantasmas. Había un momento, una estación o un golpe de viento que los agitaba todos en su interior, y Víctor pasaba de la calma del místico –“Me arrodillo y espero hasta que siento que puedo pintar como un ángel”, dijo. “Para mí el pintor es como un santo, comparte los mismos problemas, la perfección”, declaró-, del tormento interior al insulto, al exabrupto, a la teatralización de su espanto, al rechazo del mundo. Entonces, entendía que la distancia exacta ente los otros y su angustia, y el único bálsamo de su inmenso dolor también, eran la brocha, el lápiz, el bolígrafo, la cámara fotográfica, sus propias manos. El silencio. Incluso en esos estados de creación, que estaban próximos al éxtasis, parecía infeliz, herido en algún cuarto de la sangre por exceso de sensibilidad. O porque era su mejor amigo, era el otro y él mismo simultáneamente, y a la vez su propio lancero homicida. Padeció el drama de la insatisfacción radical.
Se sentía perseguido y se convertía en un perseguidor. Y al revés: cualquier detalle exterior minaba su fuerza y su entereza, a pesar de que podía ser sarcástico, hiriente, provocador o de una lucidez apabullante, amasada con razones y erudición. Ha sido un rebelde ilustrado –le estimulaba la música, la literatura, el teatro, la poesía, la filosofía…, y de todo ha dejado abundantes huellas- que rara vez podía huir del desarraigo, de la incertidumbre, de la urgencia de trascender y, en el fondo, de la imperiosa necesidad de ser querido. En esa casa con fantasmas que era Víctor Mira, ese árbol humano desmelenado por el vendaval, se aliaban la materia, la materialidad avasalladora, y la creación, la ira con el lirismo más excelso, y el desgarro aparecía una y otra vez entre sombras. Como una mancha de destrucción que se expande. Como una tupida textura de tenebrismo que avanza. Una de esas sombras era la incansable vecindad de la muerte, su demonio particular: quería “ser un artista capaz de soportar el espectro, la metáfora de la muerte”.
Se entregó a combatirla en una batalla interior, desabrida, que le hacía sentirse víctima y verdugo. Que no le dio un instante de sosiego. En la muerte estaba casi todo: su propio envés, que era la energía misma de la vida, el sexo, la soledad, la inspiración, el arte, el amor y el desamor, la política, la invención… Víctor Mira fue una ardiente paradoja. Como Goya. Pasión y nieve de llanto sobrehumano. Pese a vivir siempre al límite, en una suerte de exilio buscado, desarrolló una obra rica en hallazgos expresivos, vías de comunicación, experiencias simbólicas y hondura. Mezcló, y modernizó a su manera, la gran tradición del Barroco español (Zurbarán, Valdés Leal, Velázquez); frecuentó la naturaleza muerta con ecos españoles y de los interiores holandeses; asumió una línea mística en la que podía sentirse santo, mártir y hereje, de ahí esas cruces constantes, esa obsesión por el predicador en el desierto, que es el estilita, altivo y solitario, de ahí esa insistencia en el “pájaro solitario”; conectó con las pinturas negras de Goya, con George Baselitz, con Joseph Beuys, con Otto Dix, con Vincent Van Gogh, con Andy Warhol, con Salvador Dalí, con Antoni Tàpies y Antonio Saura.
E incluso halló otro término en el que se reconocía muy bien: la figura del caminante, ese viajero constante, mental y físico, que desea saciarse de paisajes, de travesías, de laberintos, de un celaje idóneo para el sueño. De ahí que otro cuadro con el que se sentía identificado fuese “Monje junto al mar”, y también con “El viajero contemplando un mar de nubes”, de Caspar David Friedrich, un pintor que fue calificado como “el místico con pincel”, frase que no resultaría inexacta como epíteto de Víctor Mira. Este artista, igual que su interés hacia la poesía de Novalis, lo emparienta con el romanticismo alemán. La suya es una pintura cósmica, matérica y rotunda, llena de expresividad y de convicción.
En los últimos años realizó numerosos dibujos y tintas donde anunciaba constantes y turbios diálogos consigo mismo ante el espejo, la muerte se mira al espejo, dijo alguna vez, e incluso señaló la senda fatal que iba a tomar. Vivir para él (vivir, amar, pintar: respirar día a día, levantarse de un sueño de espectros) era casi una tarea del héroe de la pintura que no se soporta a sí mismo ni se acomoda, ni halla vericuetos para estar en paz o un camino hacia la felicidad y hacia la risa. Mira fue héroe y antihéroe. Escribió: “El héroe enfatiza la fuerza; el antihéroe personifica la poesía”. Ésa es una de las sensaciones más nítidas que nos invade al enfrentarnos a su arte, a sus diarios, a sus confesiones, a su teatro. Sin embargo, de cerca, era divertido, risueño, cariñoso, apasionado. Vulnerable como un niño, proclive al asombro o al candor. Alocado como la sinrazón y el deseo.
Tenía algo de animal extraviado y a la intemperie, acosado por otras alimañas, que se adentra en el infinito bosque de la noche. De golpe, reflexionaba y sentía que tenía raíces. Bajo la estampa del cielo azul de Zaragoza, elogiaba el Juslibol de su infancia, el río Ebro, Zaragoza, la ciudad donde dijo haber nacido en 1949. La ciudad donde quiso que se iniciase su biografía. En uno de sus espléndidos libros: “En España no se puede dormir”, había anticipado su destino: “Niego que en mí exista vida alguna y me horroriza no estar muerto y tener que sentir la repugnante vida latir como un animal antiguo”.
En otras prosas, de manera aún más explícita, dijo: “Lo intenté varias veces [el suicidio], la más serie de las veces fue en Madrid. Pero también en Zaragoza, donde un día, con toda la desolación de la necesidad, puse mi cabeza sobre los raíles y esperé, todo envuelto en adioses, la llegada de un tren”. Víctor Mira, como Francisco de Goya, a quien pintó como el perro con sombrero de su propio cuadro, sucumbía a su aniquiladora cabeza y resucitaba desde ella con toda la lucidez del delirio. Era una cabeza que, tal como señaló el propio artista, se alimentaba de escalofríos.
Antón Castro
Si quieres ver el artículo completo de ANTON CASTROPINCHA AQUIhttp://antoncastro.blogia.com/2013/022302-victor-mira-un-doble-retrato.php
El 21 NOV 2003 el diario EL PAIS publicaba su necrológica
La muerte planeaba siempre sobre su vida y su obra. Y la muerte se lo ha llevado antes de hora. El artista zaragozano Víctor Mira (1949), cuyo trabajo y vida basculaban entre Barcelona y la pequeña población alemana de Breitbrunn am Ammersee, cercana a Múnich, fue un artista de tormentosa agitación existencial,lo que dio a sus pinturas una gran intensidad. La muerte se produjo el martes, cuando el artista se lanzó a la vía de un tren de cercanías.
Víctor Mira será enterrado en Montjuïc, mirando al mar
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