domingo, 13 de junio de 2010
Marina Abramović
Marina Abramović (Belgrado, Yugoslavia; 30 de noviembre de 1946), artista serbia de performance que empezó su carrera a comienzos de los años 70. Activa por más de tres decádas, recientemente ha sido descrita por sí misma como la "Abuela del arte de la performance".
El trabajo de Abramović explora la relación entre el artista y la audiencia, los límites del cuerpo, y las posibilidades de la mente.
El abuelo de Marina Abramović fue un patriarca de la Iglesia Ortodoxa Serbia. Tras su muerte, fue proclamado santo, embalsamado, y colocado en la Iglesia de San Sava en Belgrado. Ambos padres fueron partisanos en la Segunda Guerra Mundial: su padre Vojo fue un comandante aclamado como héroe nacional después de la guerra; su madre Danica fue comandante en la armada, y a mediados de los sesenta fue Directora del Museo de la Revolución y Arte en Belgrado.
El padre de Abramović abandonó a la familia en 1964.
Abramović estudió en la Academia de Bellas Artes de Belgrado entre 1965 y 1970. Completó sus estudios de posgrado en la Academia de Bellas Artes de Zagreb, Croacia en 1972. Entre 1973 y 1975 enseñó en la Academia de Bellas Artes de Novi Sad, mientras preparaba su primera performance en solitario.
En 1976 Abramović dejó Yugoslavia y se fue a Ámsterdam.
En su primera performance exploró elementos de rituales y gestos. Usando veinte cuchillos y dos grabadoras, la artista ejecutó el juego ruso de dar golpes rítmicos de cuchillo entre los dedos abiertos de su mano. Cada vez que se cortaba, tomaba un nuevo cuchillo y grababa la operación.
Después de cortarse veinte veces, reproducía la cinta, escuchaba los sonidos y trataba de repetir los mismos movimientos y errores, uniendo de esta forma el pasado y el presente. Con este trabajo, Abramović comenzó a considerar el estado de conciencia del artista.
En esta performance, Abramović intentó reevocar la energía del dolor corporal extremo, en este caso usando un gran estrella mojada en petróleo, la cual es encendida al comienzo de la actuación. Parada fuera de la estrella, Abramović corta sus uñas, las de los pies y su cabello. Cuando termina con todo, lanza los recortes a las llamas haciendo cada vez un estallido de luces.
En el acto final de purificación, Abramović saltó al centro de las llamas, cayendo en el centro de la estrella. Debido a la luz y el humo del fuego, el público no notó esto, y la artista perdió el conocimiento por la falta de aire. Algunas personas de la audiencia se dieron cuenta de lo ocurrido sólo cuando el fuego se acercó demasiado al cuerpo que permanecía inerte. Un doctor y varios miembros de la audiencia intervinieron y la sacaron.
Como una experimento para probar si un estado de inconsciencia puede ser incorporado en una performance, Abramović desarrolló una en dos partes.
En la primera parte, ella tomó una píldora que se utiliza para la catatonia. Estando completamente sano, el cuerpo de Abramović reaccionó violentamente a la droga, experimentando ataques y movimientos involuntarios. Mientras perdía el control de los movimientos de su cuerpo, su mente estaba lúcida y observaba todo lo que ocurría.
Diez minutos después que los efectos de la droga pasaran, Abramović tomó otra píldora (utilizada por personas depresivas y violentas) la cual da como resultado una inmovilización general. Físicamente ella se encontraba presente, pero mentalmente no. Este proyecto fue uno de los primeros componentes de sus exploraciones de la conexión entre cuerpo y mente, exploraciones que más tarde la llevaron al Tíbet y al desierto de Australia.
Para probar los límites de la relación entre el artista y el público, Abramović desarrolló una de sus performances mas exigentes (y la más conocida). En ella adoptaba un rol pasivo, mientras el público la forzaba a realizar la actuación.
Colocó sobre una mesa 72 objetos que la gente le permitiera usar en la forma que ellos eligieran. Algunos de estos objetos podían dar placer, mientras otros podían infligir dolor o incluso dañarla. Entre ellos había tijeras, un cuchillo, un látigo, una pistola y una bala. Durante seis horas la artista permitió a los miembros de la audiencia manipular su cuerpo y sus acciones.
Inicialmente, la audiencia reaccionó con precaución y pudor, pero a medida que pasaba el tiempo (y la artista permanecía impasible) mucha gente empezó a actuar muy agresivamente.
Después de mudarse a Ámsterdam, Abramović conoció al artista de performance germano-occidental Uwe Laysiepen quien usaba el nombre de Ulay. Como dato anecdótico, ambos nacieron el mismo día.
Cuando Abramović y Ulay comenzaron su colaboración, los conceptos principales que exploraron fueron el ego y la identidad artística. Este fue el comienzo de una década de trabajo colaborativo. Ambos artistas estaban interesados en las tradiciones de sus patrimonios culturales y el deseo del individuo por los ritos. En consecuencia, decidieron formar un colectivo al que llamaron The Other (El Otro). Se vistieron y se comportaron como gemelos, y crearon una relación de completa confianza.
Idearon una serie de trabajos en que sus cuerpos creaban espacios adicionales para la interacción con la audiencia. En Relation in Space (Relación en el espacio) corrían alrededor de la sala, dos cuerpos como dos planetas, mezclando las energías masculinas y femeninas en un tercer componente al que llamaron "that self" (eso mismo). Relation in Movement (Relación en Movimiento, 1976) tenía a la pareja conduciendo su automóvil dentro de un museo dando 365 vueltas, un líquido negro salía del automóvil formando una especie de escultura, y cada vuelta representaba un año.
Después de esto, idearon Death self (La muerte misma), en la cual ambos unían sus labios e inspiraban el aire expelido por el otro hasta agotar todo el oxígeno disponible. Exactamente 17 minutos después del inicio de la performance ambos cayeron al piso inconscientes, ya que sus pulmones se llenaron de dióxido de carbono. Esta pieza exploró la idea de la habilidad del individuo de absorber la vida de otra persona, cambiándola y destruyéndola.
En 1988, luego de varios años de tensa relación, Abramović y Ulay decidieron hacer un viaje espiritual el que daría fin a su relación. Ambos caminarían por la Gran Muralla China, comenzando cada uno por los extremos opuestos y encontrándose en el centro. Abramović concibió esta caminata en un sueño, y le proporció lo que para ella era un fin apropiado y romántico a una relación llena de misticismo, energía y atracción.
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