El artista Francisco Borges Salas falleció el 17 de enero de 1994, a los 93 años en su ciudad
natal. Santa Cruz de Tenerife. La escultura, la pintura, el dibujo, el
grabado y la talla abarcaron su desbordada creatividad. Gozó de una gran
vitalidad artística, únicamente mermada a por la progresiva pérdida de
la vista y cierto desdén consciente que mostró hacia a vida. El
patriarca de los artistas canarios había optado desde hacía 30 años por
un retiro voluntario en su casa, que le alejó de la sociedad, pero le
concentró en su obra.Buena parte de su dilatada vida la pasó en el
extranjero: primero en París, donde se formó, y después en México y
Venezuela, donde se exilió.
La larga ausencia y el discreto retorno a la isla en 1962 le convirtieron en un personaje casi inexistente para muchos de sus vecinos, que se habían familiarizado con su mejor escultura, la Fecundidad -una mujer desnuda instalada en un parque de la capital que la dictadura llegó a esconder en los depósitos municipales, por un falso pudor- desconociendo la identidad del artista.Borges fue, finalmente, rehabilitado del olvido que él se había autoimpuesto. El Gobierno autónomo le concedió la Medalla de Oro de Canarias y el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife le nombró hijo predilecto de la ciudad.
La Real Academia de Bellas Artes de San Miguel Arcángel reavivó en la memoria colectiva el interés por el artista más silencioso que habitaba la isla, "el último de una generación de grandes escultores", según Eliseo Izquierda, comisario de una antología que redescubrió el gran valor de su obra hace cinco años. Ahora, sus seguidores aguardan la publicación de un estudio realizado por la escritora Faly Gutiérrez.
Borges, "un caso patológico de integridad", a juicio de Eduardo Westerdahl, se quedó siempre a las puertas de recibir el Premio Canarias de las Bellas Artes, una deuda que sus paisanos no supieron saldar a tiempo.-
Carmelo Rivero- EL PAIS
La larga ausencia y el discreto retorno a la isla en 1962 le convirtieron en un personaje casi inexistente para muchos de sus vecinos, que se habían familiarizado con su mejor escultura, la Fecundidad -una mujer desnuda instalada en un parque de la capital que la dictadura llegó a esconder en los depósitos municipales, por un falso pudor- desconociendo la identidad del artista.Borges fue, finalmente, rehabilitado del olvido que él se había autoimpuesto. El Gobierno autónomo le concedió la Medalla de Oro de Canarias y el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife le nombró hijo predilecto de la ciudad.
La Real Academia de Bellas Artes de San Miguel Arcángel reavivó en la memoria colectiva el interés por el artista más silencioso que habitaba la isla, "el último de una generación de grandes escultores", según Eliseo Izquierda, comisario de una antología que redescubrió el gran valor de su obra hace cinco años. Ahora, sus seguidores aguardan la publicación de un estudio realizado por la escritora Faly Gutiérrez.
Borges, "un caso patológico de integridad", a juicio de Eduardo Westerdahl, se quedó siempre a las puertas de recibir el Premio Canarias de las Bellas Artes, una deuda que sus paisanos no supieron saldar a tiempo.-
Carmelo Rivero- EL PAIS
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