Nacida en Capivari, en el Estado de São Paulo, en 1886, la pintora y dibujante Tarsila do Amaral se inicia en las artes en 1902, periodo en el que frecuenta el colegio Sacré Couer de Barcelona. En la escuela copia imágenes religiosas. En 1904 regresa a Brasil. Poco tiempo después se casa con André Teixeira Pinto, con quien tiene su única hija, Dulce. El casamiento no dura mucho tiempo. Contra la voluntad de su familia, Tarsila se separa. En 1913 se traslada a São Paulo. Aprende piano, copia pinturas y acompaña algunas discusiones literarias, sin saber bien a qué se dedicaría.
Su contacto con las artes se estrecha a partir de 1916, cuando pasa a trabajar en el taller del escultor William Zadig (1884 - 1952), con quien aprende a modelar. En ese mismo año recibe clases del escultor Mantovani. Su aprendizaje sigue en el curso de dibujo con Pedro Alexandrino (1856 - 1942). Allí conoce a Anita Malfatti (1889 - 1964), quien ya era modernista, abrigada en el grupo del profesor académico. Posteriormente, ella y algunos colegas del curso de Pedro Alexandrino reciben clases de pintura de Georg Elpons (1865 - 1939), que les presenta técnicas diferentes de las académicas, como la aplicación de colores puros, salidos directamente del tubo.
Estimulada por el maestro Souza Lima, parte hacia París
en 1920. Quiere tomar contacto con la producción europea y
perfeccionarse. Ingresa primero en la Academie Julian, después recibe
clases de Emile Renard (1850 - 1930). En ese periodo toma contacto con
el arte moderno. Ve lo que Anita Malfatti ya le había contado. Conoce
trabajos de Pablo Picasso (1881 - 1973), Maurice Denis (1870 - 1943) y
la producción de los dadaístas y futuristas.
El interés coincide con el fortalecimiento del modernismo en São Paulo. Desde lejos, Tarcila recibe, curiosa, la noticia de los progresos del grupo, en su correspondencia con Anita. En abril de 1922, dos meses después de la Semana de Arte Moderna [Semana de Arte Moderno], vuelve a Brasil para "descubrir el modernismo".1 Conoce a Mário de Andrade (1893 - 1945), Oswald de Andrade (1890 - 1954) y Menotti del Picchia (1892 - 1988). Junto con ellos y Anita, funda el Grupo dos Cinco [Grupo de los Cinco]. Su aprendizaje europeo se digerirá aquí, en el contacto con el grupo. La artista pinta con colores más osados y pinceladas más marcadas. Hace retratos de Mário de Andrade y Oswald de Andrade, con colores expresionistas y gestualidad marcada.
El interés coincide con el fortalecimiento del modernismo en São Paulo. Desde lejos, Tarcila recibe, curiosa, la noticia de los progresos del grupo, en su correspondencia con Anita. En abril de 1922, dos meses después de la Semana de Arte Moderna [Semana de Arte Moderno], vuelve a Brasil para "descubrir el modernismo".1 Conoce a Mário de Andrade (1893 - 1945), Oswald de Andrade (1890 - 1954) y Menotti del Picchia (1892 - 1988). Junto con ellos y Anita, funda el Grupo dos Cinco [Grupo de los Cinco]. Su aprendizaje europeo se digerirá aquí, en el contacto con el grupo. La artista pinta con colores más osados y pinceladas más marcadas. Hace retratos de Mário de Andrade y Oswald de Andrade, con colores expresionistas y gestualidad marcada.
En 1923 vuelve a París y pasa a vivir con Oswald de
Andrade. Reanuda las clases, pero con otras bases: se aparta de la
educación convencional y académica. Quiere estudiar las técnicas
modernas. En ese mismo año se convierte en alumna de André Lhote (1885 -
1962). Junto con él, sus formas se regularizan. En esa misma época,
toma contacto con los grandes nombres del modernismo parisiense, como el
poeta Blaise Cendrars (1887 - 1961), que la presenta a Constantin
Brancusi (1876 - 1957), Vollard, Jean Cocteau (1889 - 1963), Erik Satie y
Fernand Léger (1881 - 1955). Llega a frecuentar el taller de este
pintor cubista. Además, recibe clases de Albert Gleizes (1881 - 1953).
La convivencia con los maestros la influenciará profundamente.
En ese periodo hace una pintura de inspiración cubista, sin embargo, se interesa cada vez más por la figuración típicamente brasileña, de temas nacionales, como en A Negra [La Negra] (1923) y A Caipirinha [La Pueblerina] (1923).
En ese periodo hace una pintura de inspiración cubista, sin embargo, se interesa cada vez más por la figuración típicamente brasileña, de temas nacionales, como en A Negra [La Negra] (1923) y A Caipirinha [La Pueblerina] (1923).
Regresa a Brasil con su interés dirigido hacia las cosas
de aquí. Viaja para conocer el carnaval carioca y las ciudades
históricas de Minas Gerais. Tarsila utiliza las técnicas aprendidas en
el exterior para figurar cosas de su tierra. El enfoque geométrico de la
iconografía brasileña originará la pintura Pau-Brasil [Palo Brasil] en
1924. Sérgio Milliet (1898 - 1966) describe esos trabajos como "la
captación sintética de una realidad brasileña sentimental e ingenua, de
la que se habían avergonzado antes los artistas de nuestro país". En su primera individual, en 1926, en la Galerie Percier, en París, la artista muestra esos trabajos.
En 1928 ella le regala a Oswald de Andrade el cuadro
Abaporu (1928). La pintura le incita al escritor a fundar el movimiento
antropofágico. En este periodo la geometría se ablanda. Las formas
crecen, se hacen orgánicas y adquieren características fantásticas y
oníricas. Lienzos como Urutu [especie de serpiente venenosa] (1928),
Sono [Sueño] (1928) y A Lua [La Luna] (1928), conformados por figuras
salvajes y misteriosas, se acercan al superrealismo.
A partir de la década de 1930 la vida de Tarsila se
modifica bastante. En el primer año de esa década se separa de Oswald.
En esa misma época, ocupa durante un corto periodo la dirección de la
Pinacoteca del Estado de São Paulo - Pesp. Viaja a la Unión Soviética al
año siguiente y expone en Moscú. A partir de 1933 su trabajo adquiere
una apariencia más realista. Influenciada por la movilización
socialista, pinta cuadros como Operários [Operarios] (1933) y Segunda
Classe [Segunda Clase] (1933), preocupados por las pobrezas sociales.
En 1935 se traslada a Río de Janeiro. Su vida es
atribulada. La artista tiene una situación doméstica confusa, repleta de
quehaceres, y se aparta de la pintura. Se ocupa de la disputa por la
posesión de su hacienda y trabaja mucho como ilustradora y columnista en
la prensa. A partir de 1936 colabora regularmente como cronista en el
periódico Diário de São Paulo, función que ocupa hasta los años
de 1950. En esa época sus cuadros adquieren un modelado geométrico. Los
colores pierden la homogeneidad y se hacen más porosos y mezclados.
En 1938 recupera su propiedad rural, regresa a São Paulo y su producción vuelve a la regularidad. Vuelve a acercarse a cuestiones que animaron el periodo heroico del modernismo brasileño. A partir de la segunda mitad de los años de 1940, las inquietudes del periodo palo brasil y de la antropofagia son reformuladas, los temas rurales vuelven de manera sencilla. En algunos lienzos, como Praia [Playa] (1947) y Primavera (1946), las figuras agigantadas evocan el periodo antropofágico, pero ahora aparecen bajo una forma más tradicional, con pasos tonales de color y modelado más clásico.
En 1938 recupera su propiedad rural, regresa a São Paulo y su producción vuelve a la regularidad. Vuelve a acercarse a cuestiones que animaron el periodo heroico del modernismo brasileño. A partir de la segunda mitad de los años de 1940, las inquietudes del periodo palo brasil y de la antropofagia son reformuladas, los temas rurales vuelven de manera sencilla. En algunos lienzos, como Praia [Playa] (1947) y Primavera (1946), las figuras agigantadas evocan el periodo antropofágico, pero ahora aparecen bajo una forma más tradicional, con pasos tonales de color y modelado más clásico.
En 1950 se hace la primera retrospectiva de su trabajo en el Museu de Arte Moderna de São Paulo - MAM/SP [Museo de Arte Moderno de São Paulo].
La exposición le da más prestigio a la artista. En ella las pinturas de
la fase "neo-palo brasil" se muestran por primera vez. El regreso a
temas nacionales anima a Tarsila a pintar dos murales con fuerte sentido
patriótico. En 1954 termina Procissão do Santísimo [Procesión del
Santísimo], encargado para las conmemoraciones del 4º Centenario de la
Ciudad de São Paulo. Dos años después, entrega O Batizado de Macunaíma
[El Bautismo de Macunaíma] a la Editorial Martins. En 1969 la crítica de
arte Aracy Amaral organiza dos importantes retrospectivas del trabajo
de Tarsila. Una en el Museo de Arte Contemporáneo en São Paulo - MAC/USP
y otra en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro - MAM/RJ. Las
muestras consolidan su importancia para el arte brasileño. Tarcila muere
en São Paulo, en 1973.
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