Pese a que no pueda ser considerada completa, nada hay que objetar a la recuperación institucional de un pintor español bastante olvidado por aquí (sin duda debido, al menos en parte, a su marcha a París en 1959). El barcelonés Fernando Lerín (1929) debe ser considerado como uno de los exponentes patrios de esa abstracción basada en la manipulación de las densidades del color, no geométrica, de inclinación romántica, introspectiva y no convulsa, heredera de la obra de Turner y Rothko (como él mismo reconoce) y, en cierta manera, de la abstraction lyrique
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