Villa nacida del océano, de un mar hecho ría que comparte con Vigo, en la otra orilla. Situación benévola y estratégica que propició en la historia aventuras y desventuras, razzias normandas, musulmanas, turcas y todo tipo de piratería. Villa que, como muchos otros núcleos marineros, celebra vivamente el ciclo de la Pasión de Cristo. La renacentista Colegiata de Santiago, que centra el singular núcleo viejo de la villa, actúa de Calvario y Santo Sepulcro para escenificar, con rasgos de auto sacramental medieval, el acontecer de la Semana Santa. Secuencia que va desde el Viernes de los Dolores, pasando por el Domingo de Ramos, Jueves y Viernes, hasta desembocar en la Pascua Florida. Aquí se venera la imagen del Santo Cristo del Consuelo, atribuida a Xoán Pintos y también otro crucificado, el de "Oficio de Difuntos", confidente de las penas y alegrías de mujeres y hombres de Cangas. Imágenes y pasos procesionales que encienden en misterios la Semana Santa de un pueblo genuinamente marinero, para alcanzar su momento más álgido en los actos litúrgicos y en el silencio de la Procesión del Silencio de las procesiones de Viernes Santo
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