domingo, 8 de junio de 2008
Eugène Delacroix
Muerte de Sardanápolo (estudio)
Dante y Virgilio en el infierno (barca de Dante)
Jeque marroquí visitando su tribu
Atrio marroquí
Matanza de Chios
Mademoiselle Rose
Boda judía en Marruecos
Mujeres de Argel (estudio)
Mujeres de Argel (estudios)
(Saint Maurice, Scine 1798 - París 1863)
Ferdinand-Victor-Eugène Delacroix, pintor francés. Fue, sin duda, el mejor pintor del movimiento romántico en Francia. Según ciertos historiadores, Delacroix debió ser en realidad hijo natural de Talleyrand.
De temprana vocación, ingresó en la Escuela superior de Bellas Artes a los dieciocho años, en el estudio de P. Guérin, discípulo de David y continuador de las fórmulas neoclásicas. Allí conoció a Géricault y a Raymond Soulier, quien lo inició en la acuarela. A la influencia de Géricault se debió probablemente el interés que siempre experimentó Delacroix por la pintura de animales; copió en sus comienzos obras de Géricault, así como de Rubens y Goya, a quienes admiró, lo mismo que a Constable y Veronés.
Su primera composición importante fue Dante y Virgilio en los Infiernos (Louvre), obra expuesta en el Salón de 1822 y adquirida por el estado. Las matanzas de Quios (Salón de 1824) fue, sin embargo, duramente atacada, a causa de la evidente influencia de la pintura británica, lo que suponía el abandono del tradicional catolicismo de los franceses.
Durante algunos meses de 1825, residió en Londres dónde reforzó su antigua amistad con Bonington y conoció a Mrs. Dalton, que desempeñó un importante papel en la vida sentimental del pintor. En Londres experimentó el encanto del suave colorido británico, la abundancia de los motivos estéticos medievales, el influjo de la literatura británica, especialmente Shakespeare, Byron y Scout. También fue allí donde comenzó a apasionarse por la acuarela. Muy joven, se situó a la cabeza del movimiento romántico pictórico. Estudió a los pintores venecianos, españoles y flamencos, la anatomía de los animales, las miniaturas persas, las iluminaciones medievales.
En 1828 envió al Salón su Sardanápalo (Louvre), obra tan atacada como Las matanzas. Su cuadro más popular, La libertad guiando al pueblo, le valió la cruz de la Legión de honor. En 1832, agregado a una misión diplomática, visitó Marruecos y Andalucía. Este viaje enriqueció el repertorio de temas del pintor con escenas de la vida árabe y judía, estudios de animales, cacería, armas, indumentaria, de todo lo cual supo valerse para pintar exóticas escenas de género, lo mismo que para las ilustraciones de la obra de Byron y sus alusiones al conflicto greco-turco: Mujeres de Argel (Louvre); Boda judía, Músicos judíos en Mogador, Recepción del emperador Abderramán, Grecia expirando sobre las ruinas de Missolonghi.
En 1830, gracias a la protección de Thiers, Delacroix recibió varios encargos oficiales, en los que Ingres, su inveterado oponente, había fracasado: decoración del salón del Rey, en la cámara de los diputados (palacio Borbón) de París; de la biblioteca de la cámara de los diputados; de la biblioteca del senado; techo del salón de la Paz, en el ayuntamiento de París, techo de la galería de Apolo, en el Louvre…
En 1838 visitó Países Bajos; en 1840 expuso en el Salón La justicia de Trajano (museo de Ruán), y al año siguiente, La entrada de los cruzados en Constantinopla (Louvre). Aportó al Salón de 1845 El sultán saliendo del palacio de Mequínez; al de 1848, Comediantes y bufones árabes; al de 1849, Otelo y Desdémona; al de 1854, Cacería de leones, alternando estas obras con cuadros de flores, naturalezas muertas, paisajes, así como autorretratos y retratos de Chopin, George Sand…
La exposición de 1855 marcó su triunfo definitivo. En 1857, fue admitido en la Academia de bellas artes. Según declaración propia, Delacroix quiso unir a Miguel Ángel con Velázquez, de aquí que su pintura se mantenga en constante equilibrio entre lo clásico tradicional y lo romántico, como temática y exaltación de la personalidad. Por otra parte, fue un excelente teórico, cuyo espíritu crítico, talento y justeza de expresión se manifestaron en su Diario, salpicado de sustanciosas observaciones.
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