sábado, 21 de junio de 2008
Jannis Kounellis
NOTE: The starlings were acquired for this exhibition from a falconer in the New York area. ACE gallery and the artist are very sensitive to the well-being of these birds. At exhibition's end the starlings will be released to the custody of a licensed NYC-based wildlife rehabilitator for reintroduction to their natural habitat. Starlings are the most common species of bird found on the East Coast.
Each cage holds a live, wild starling. The metaphor continues to elaborate and illustrate itself, arriving at confinement of the natural in a post-industrial age.
Even if an individual manages a degree of psychological freedom, one still remains within the larger context of social organization. The global, post-colonial, post-revolutionary, fin-de-siecle Marketplace...
Fabric again, this time rolled in lead. Something personal packed down, packed and stuffed into a ladder-like form slightly angled off the horizontal. Six or more of these massive pieces of near-identical design encircle the room and finally disappear behind a louvered iron wall that is semi-transparent in effect. Variations in each piece are in the details: the condition of the lead, the individuality of the rolls. A certain inevitability seems to apply to the repetition, the movement and the disappearance...
An effort is being made. Scissors cut, they split the lead. If the lead once played the role of that which obscured the view, is it now that which resists?. Facing this work - but unseen in this photograph - is a similar piece in which shards of broken glass replace the scissors and jut menacingly out into the room. There's more to this than simple effort...
WHAT is kept in an armoire? Private things, one's clothing - cloth that touched the skin. Is this a metaphor of memory or the self, unreachable now, tied and suspended? A state of psychological closure, an inturning. And the window beyond: every pane save one is leaded over, blocked out. Perhaps that single open pane allows for the potential or possibility of release.
Ask WHAT? of these two elements: black coats hung on meathooks on I-beams mounted on blank paper; a row of tripod forms ending in a T. A line of questioning that repeats the simple query WHAT? reveals a compassionate narrative that in some respects seems contrary to the sheer weight and brawn of the materials the artist employs throughout this exhibition. The black coats and paper might suggest conformity and/or absence, nothing written nothing left; while the tripods stand like a line of anti-tank defense, an obstruction, or an expanded line-drawing that demands manuevering.
"Jannis Kounellis is one of the founding figures of the Arte Povera movement, which arose in Italy during the early 1960's. At that time, Italy was undergoing major political upheaval, transforming from a fundamentally agrarian society into an industrialized society. The Arte Povera artists regarded themselves as political artists who believed in playing a serious social role. These artists visualized the dialogue between nature and industry using industrial or "non-art" materials, holding a strong desire to disassociate their work from the restraints of more conventional art forms and art spaces, and also to play upon the political dimension of industrial materials. The Arte Povera movement created a strong and vital European voice in the international art scene, counterpointing the well-known Minimalist movement in America, which was also utilizing industrial materials. From the perspective of the Arte Povera artist, Minimalism concerned itself with aspects of form and was disinclined toward the poetic, political and historical concerns that were the creative foundation of the Arte Povera movement." - ACE gallery
Poetic, political and historical concerns translate into works that embody the urge toward metaphor. Throughout this show, it is in the contrast between message and materials that a satisfying tension is established and developed, adding depth to the formal beauty of the wood, iron, lead, fabric and paper and providing glimpes of content beyond structural beauty.
All the works in this exhibition are UNTITLED 1998. The artist and a crew of colleagues labored at the gallery for 45 days planning, building and installing the work. The pieces were built on-site but are not site-specific as such, meaning that while they fit the space that holds them like a hand in a glove, their exhibition will not be limited to this space or occasion.
Jannis Kounellis nació el 23 de marzo de 1936 en El Pireo, Grecia. Estudió en la Academia de Bellas Artes de Roma.
En 1963 empezó a utilizar objetos en sus pinturas, entre ellos animales vivos, fuego, tierra, tela de saco u oro. Cambió el marco de sus cuadros por marcos de camas, puertas, ventanas o utilizó las galerías de arte como marco para su obra. En 1967 Kounellis se unió al Arte Povera de Germano Celant. En 1969 expuso caballos de verdad en la galleria l’Attico, de Roma. Gradualmente, Kounellis introdujo nuevos materiales en sus instalaciones (humo, carbón, carne, etc.) y el entorno de la galería de arte fue reemplazado por lugares históricos (principalmente industriales).
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Jannis Kounellis (O Pireo, Grecia, 23 de marzo de 1936), é un artista grego de Arte povera.
Estudou na Academia de Belas Artes de Roma. En 1963 comezou a utilizar materiais orgánicos e inorgánicos nas súas obras, como animais vivos, lume, terra, tea de saco e ouro. Cambiou o marco dos cadros por marcos de camas, portas, fiestras e utilizou as galerías de arte como marco para a súa obra. En 1967 Kounellis uniuse á Arte povera de Germano Celant. En 1969 fixo unha exposición con cabalos auténticos na galería l’Attico de Roma. Gradualmente, Kounellis introduciu novos materiais nas súas instalacións (fume, carbón, carne, etc.) e substituíu o entorno da galería de arte por lugares históricos (principalmente industriais).
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CRITICA DE ANTON CASTRO
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LA MAREA DEL TIEMPO Y DEL MEDITERRÁNEO
Nacer en El Pireo (Grecia) debe marcar a cualquiera. Vivir ahí, con esa visión, bajo la luz esplendente de las tardes de leyenda, bien podría señalar un destino. Jannis Kounellis percibió allí la carga de la historia: Grecia y el Mediterráneo se asomaban a sus ojos como un arsenal del pasado, como el umbral decisivo hacia la utopía. Con la sombra de la arquitectura y la arqueología, con la música de un ayer que resonaba en cítaras y arpas de añoranza, debió aprender a mirar, a observar, a sentir. A inventarse una trayectoria en el arte, una trayectoria a contracorriente como un actor que se atreve a escenificar su mejor función en solitario. Con poco más de 20 años, decidió partir hacia Roma. Era otra ciudad cosida a la melodía del tiempo, al resplandor del pasado. Muy pronto frecuentaría a Alberto Burri y Lucio Fontana. Dicen los expertos que sus predilecciones iban hacia otros: Wols, un artista polifacético en permanente ensayo de su propio yo, Fautrier y Jackson Pollock, éste en particular porque le deslumbró tanto su obra como su personalidad. Aquellos años fueron muy importantes. Desde muy temprano Kounelis intentó consolidar su propia aventura de vivir y crear en libertad.
Esencialmente pintor, creía que la pintura era el trazo de la vida, el dibujo del existir mismo en un entorno, pronto consideró insuficiente sus soportes tradicionales: el lienzo, el papel, y empezó a construir toda suerte de escenografías de autor que cree en el valor de los signos, en la categoría metafórica de los símbolos, y decide escribir sus alfabetos, sus códigos privados, en hierro o mármol, en fuego, con carne de ternera degollada. Tenía claro que debía ser un artista de su tiempo, con pasado, con memoria fecundada por el quehacer de sus antepasados, y con presente que lo aglutina todo en sus trabajos: instalaciones, montajes, collages, esas funciones que podrían parecer casi una provocación al modo de su amado Antonin Artaud: las piras de gas, las velas encendidas, los animales vivos como los caballos (tan griegos, tan mediterráneos, tan vinculados con el movimiento), los fragmentos de carbón, los metales, el arrebato sombrío e incontenible de la tinta derramada. Toda una poética renovada de los objetos y de la materia en la que se dilucidaban muchas cosas: un arte de fusión, un arte de experimentación, un arte de expedición.
Jannis Kounelis fundía todas las disciplinas: la pintura (e incluimos aquí dibujo y grabado), la escultura, la música, la fotografía (que siempre le ha interesado mucho como espejo de realidad, como instrumento que fija el tiempo, como alucinación que petrifica la muerte y la vence) y, por supuesto, la poesía, que es algo inherente, algo interior y tempestuoso que preside su obra. Y así, reinventándose, volviéndose radical a cada hora o en cada nuevo proyecto, redactaba la novela del artista. En las páginas-piezas de ese libro hay un amasijo de asuntos y desvelos: una reflexión sobre lo primigenio o lo natural, y lo industrial o artificial, una soterrada e incesante melancolía, una preocupación permanente por la huella del tiempo en el artista más que por la huella del artista en el tiempo. Y hay esa pugna permanente con la creación misma en pos de una voz, de una proyección, de un discurso conceptual que se asienta en un ideal romántico como la libertad, en una certeza de índole revolucionaria como la hermosura y en una aspiración ambiciosa: establecer un nuevo orden de los elementos. Lo que no podemos olvidar es que el viaje es el otro gran asunto de Kounellis: el viaje en su sentido más alegórico, el viaje como certidumbre del peregrino, el viaje que supone toda creación, ése que es travesía de emoción, conocimiento y pensamiento que se expande.
Las exposiciones de Janis Kounellis tienen siempre algo de función exenta. Son como el manifiesto único de un radical laborioso. En esta muestra están sus cajas de metal, en cuyo interior hay hachas, cuchillos, tijeras, zapatos que se hunden en una superficie que parece alquitrán o un gran borrón de tinta negrísima, objetos más bien desapacibles. Y están sus dibujos con sus bosques de sombra. E incluso hay una pieza que parece el telón de un teatro o la cortina gélida de la morgue. Estas obras me han hecho pensar en aquellas urnas que contenían agua del mar; en algunas de ellas, se había sustituido el agua por la sangre. Jannis Kounellis es fuego y hielo y eco o residuo de una luz turbadora que nace más allá del corazón, allí donde restallan las mareas del tiempo, aquí donde se estremecen las sienes.
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