jueves, 3 de diciembre de 2020

MANUEL RENDÓN

 



Manuel Rendón Seminario nació en Paris en 1894. De padres ecuatorianos se mudó a Ecuador por primera vez a la edad de veinticuatro años. En 1917 estudió en la Academie de la Grande Chaumière en Paris. Rendón es considerado uno de los artistas que transportó el Movimiento Constructivista a Ecuador y a Latinamérica. 

Exhibió frecuentemente en los salones parisinos incluyendo Automne, Nationale, des Tuilleries y en L’effort Moderne con Leger. Rendón vivía y viajaba entre Paris y Ecuador. Sus obras fueron incluidas en la exposición de la UNESCO en 1946 y han sido exhibidas en São Paulo, Quito, Caracas, Washington D.C. y Madrid. 

Algunas obras de Rendón son conocidas por su calidez y tonos sepia, mientras que sus obras abstractas reflejan los luminosos efectos que dan los vitrales. Sus obras son modernas y abstractas. Rendón influenció a varias generaciones de artistas en Latinamérica y en Europa. Murió en Portugal en 1982.


miércoles, 2 de diciembre de 2020

El surrealismo en el arte

 



El hombre que no puede visualizar un caballo al galope sobre un tomate es un idiota.

 

Breton

André Breton fue el gurú del surrealismo. Poeta de vocación, se unió al dadaísmo, pero al perder fuelle este movimiento decidió que había que continuarlo mediante una base teórica sólida.

Breton había sido camillero en hospitales psiquiátricos durante la guerra, y ahí conoció tanto la obra de Sigmund Freud como conoció la extraña realidad oculta tras la locura.

Breton quería, con esa locura como herramienta, unir eso de Rimbaud de «cambiar la vida» con eso de Marx de «transformar el mundo». Nace así el surrealismo que según su líder «se basa en la creencia en la realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la aparición del mismo y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos y a sustituirlos en la resolución de los principales problemas de la vida».

En principio, esta vanguardia, aún viva hoy en día, quería incorporar los conceptos psicoanalíticos de Sigmund Freud a la mentalidad Dadá.

De Freud interesaba sobre todo su investigación sobre el importante papel del subconsciente en el comportamiento humano, y por tanto en su faceta creativa.

Por ello los surrealistas empezaron a dejar al subconsciente trabajar, ya fuera mediante escritura o pintura automática, por plasmar sueños, por regresar a la infancia… en definitiva por ser libre y espontáneo.

Acceder al subconsciente significaba mostrar pensamientos y deseos indecorosos, plasmar imágenes chocantes para exponer la depravación del ser humano, disfrazado de civilizado por la sociedad burguesa.

El surrealismo en el arte

En sus comienzos el surrealismo era un proyecto esencialmente literario, pero poco a poco fue infectando a las demás disciplinas artísticas (pintura, escultura, fotografía, cine…).

Como eso del subconsciente es algo tremendamente personal, no hay un «estilo surrealista». Cada autor lo vivía a su manera, pero podemos distinguir en líneas generales dos formas de arte surrealista:

  • Una automática, espontánea y fluída, con universos figurativos propios.
  • Una naturalista, que muestra con figuración a veces hiperrealista el mundo de los sueños y el inconsciente.

El arte surrealista suele ser incongruente, onírico y muy original, en el sentido que el artista muestra su faceta más individual, aunque es curioso, pues el arte surrealista tiene algo universal, que todos podemos entender. Hasta los niños pueden captar si algo es surrealista o no.

Con el movimiento ya establecido en los años 30, y con los más extraordinarios artistas apoyándolo, Breton se convirtió en una especie de papa. Tan celoso era de la pureza de su teoría que realizaría purgas a todo aquel que cuestionara sus postulados.

Serían expulsados del movimiento figuras tan brillantes como Dalí o Artaud.


historia del arte.com/movimientos/surrealismo

lunes, 16 de noviembre de 2020

Rafael Botí

 



Rafael Botí Gaitán (Córdoba, 8 de agosto de 1900 - Madrid, 4 de enero de 1995) fue un músico y pintor español.

Desde 1909 hasta 1916 estudia dibujo con Julio Romero de Torres e Historia del Arte en la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba. Estudia música en el Conservatorio de Córdoba.



A los 17 años se traslada a Madrid ingresando en el conservatorio madrileño para seguir sus estudios musicales. En 1919 ingresó, mediante oposición, en la Orquesta Filarmónica de Madrid como profesor de viola, y en 1930 de la Orquesta Nacional de España. En 1929 y 1931 viajó a París para ampliar estudios de pintura, pensionado por la Diputación de Córdoba. En 1931 fundó, junto a otros artistas, la «Agrupación Gremial de Artistas Plásticos» lanzando un manifiesto vanguardista (29 de abril de 1931) dirigido a la renovación de la vida artística española. La Guerra Civil interrumpió la obra de Rafael Botí, el cual dejó de pintar hasta 1947.



En 1979 el Ayuntamiento de Córdoba le nombró Hijo Predilecto de la Ciudad y le concedió la Medalla de Oro de Córdoba, y la Real Academia de Córdoba le nombro académico correspondiente. En 1980 el Ministerio de Cultura le concedió la Medalla de Plata al Mérito en las Bellas Artes.



Tras su muerte, en 1998, la Diputación de Córdoba constituyó la Fundación Provincial Artes Plásticas Rafael Botí.



Poseen obras suyas los Museos de Bellas Artes de Córdoba, Sevilla y Bilbao, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, la Real Academia de Córdoba, la Alcaldía y la Diputación de Córdoba, y el Museo Municipal de Arte Contemporáneo de Madrid.

(Información obtenida de Wikipedia)

martes, 10 de noviembre de 2020

Sarah Afonso



Lisboa , 1899 – Lisboa , 1983 Pintora e ilustradora portuguesa, su vida y obra están asociadas a la de su marido, José de Almada Negreiros. Pasa su juventud en Minho, un contexto que la inspira a los temas y artes populares que cultivará en su obra.

Se fue a París en 1924, tras finalizar sus estudios de pintura en la Escuela de Bellas Artes de Lisboa, donde fue alumna de Columbano Bordalo Pinheiro.En la capital francesa expone en el Salon d’Automne, siendo recibida con éxito. Entre 1928 y 1929 trabajó en el estudio de una modista, realizando bocetos de moda. Esta experiencia continuará en Portugal, donde realizará diseños de moda para varias revistas. En 1930 participó en el primer Salón de Artistas Independientes. Integrada en el ambiente artístico portugués, se convirtió en una de las primeras mujeres en asistir a los encuentros cafeteros de A Brasileira do Chiado.

A los 35 se casó con Almada Negreiros. En 1939 expuso sus obras individualmente y al año siguiente participó en la Exposición Universal de Portugal. Recibió el premio Amadeo de Souza-Cardoso en 1944 y, en 1953, formó parte de la delegación portuguesa en la Bienal de São Paulo. Pintora muy activa, presentó retrospectivas de su obra en 1953, 1962, 1975 y 1980. Su obra se distingue por la atención prestada a las costumbres populares, fiestas y tradiciones portuguesas, en composiciones de tonos alegres y dulces, marcados por la alianza. entre un componente erudito de su formación como pintora y un claro gusto por el lenguaje ingenuo inspirado en el arte popular.



jueves, 29 de octubre de 2020

DIONISIO FIERROS





Nacido en ambiente campesino, se traslada a Madrid a la edad de 14 años para aprender el oficio de sastre, que abandona para ser doméstico en la casa del Marqués de San Adrián, poseedor de una excelente colección de pintura, que el muchacho asturiano copia a escondidas. 
Descubierta su afición, la esposa de José María de Magallón, el aristócrata a quien sirve, le regala los útiles de pintura y el marqués se convierte en su protector, hasta el punto de que lo introduce en el taller del gran artista de aquel tiempo, José de Madrazo, donde trabaja hasta 1884. En esta fecha abandona este taller para entrar en el del hijo de José, Federico de Madrazo, mucho mejor pintor que su padre, que acaba de regresar de Roma, y que era sólo dos años mayor que su alumno. 
El joven Fierros completa su formación asistiendo a las clases de la Academia de San Fernando y al Museo del Prado, donde estudia a los grandes maestros y copia a Velázquez. En 1885 Fierros deja la corte y se traslada a Galicia, dispuesto a triunfar como pintor, y se dedica al retrato de encargo, género en el que destacará con recia personalidad, entre realista y romántica. Permanece tres años en Galicia y pinta incansablemente retratos, paisajes y escenas de género, con la tipología popular del país. 
 Concurre a la Nacional de Bellas Artes de 1860 y gana una de las primeras medallas con su cuadro «Romería en las cercanías de Santiago», que prestigiará en Madrid el género costumbrista, tan cultivado en su época. Viaja a París y regresa a España para proseguir sus correrías de pintoresquismo, que le llevan a Salamanca, donde también deja numerosos testimonios de la tipología popular. Vuelve a concurrir a la Nacional de Bellas Artes en 1866, con un cuadro de tema histórico, tan en boga en esa época, y alcanza la medalla de oro. 
Este mismo año es nombrado caballero de la Orden de Carlos III, una de las máximas distinciones del Estado español. Hacia finales de la década de los setenta regresa a su Asturias natal y realiza un encargo de Rey Alfonso XII para El Escorial, «El éxtasis de Santa Teresa», al tiempo que sigue su pintura de género y de retratos, protegido por la familia Herrero, de banqueros, a cuyo fundador hace un retrato de cuerpo presente, uno de los ejemplos más extraños de toda la pintura española. 
De nuevo en Madrid, Fierros muere repentinamente, a los 67 años de edad, cuando se dirigía a presenciar una corrida de toros. La obra de Dionisio Fierros está en el Museo de Arte Moderno de Madrid, en todos los de Galicia y en numerosos museos provinciales de España, así como en Diputaciones y Ayuntamientos, sitios reales e importantes colecciones particulares. Fue un realista consumado, aunque siempre hay en él un toque romántico. El pintoresquismo de sus temas está dominado por la calidad formal del pintor, verdaderamente notable. Al valor puramente plástico se añade el documental, porque sus escenas son retratos de la vida española del segundo tercio del siglo XIX. 


(Información obtenida de Wikipedia)

miércoles, 28 de octubre de 2020

Marie Bracquemond

 


La artista tuvo que defender su obra contra Ingres, que sólo creía que la mujer podía pintar flores, y su marido, el pintor Félix Bracquemond, que la oprimió hasta hacerla abandonar el arte en 1890



Bracquemond nació en 1840, en una humilde familia. Siempre se sintió atraída por la pintura, pero su falta de dinero impidió que hiciera clases regulares. Aún así, estaba claro su talento y empezó a aprender de forma autodidacta. Cogía pétalos de flores, las picaba y conseguía pigmentos con los que luego hacía sus probaturas. En el cumpleaños de su madre, le regaló un retrato tan extraordinario para su edad que, a pesar de las dificultades, la inscribieron en las clases de M. Wasser, un pintor local
A los 16 años era un pequeño fenómeno. Un conocido de la familia mostró uno de los cuadros de la joven artista a Jean-Auguste-Dominique Ingres, gran maestro francés del neoclasicismo, y éste la animó a unirse a sus clases. Incluso le dijo que se atreviese a presentar su obra al célebre Salón de París como su alumna, cosa que Bracquemond realizó. Estamos en 1857, todavía no ha cumplido 17 años, y ya se codea con los grandes artistas de la época.
Sin embargo, Marie pronto vio que el maestro trataba de forma diferente a hombres y mujeres y que su apoyo no era más que condescendencia y divertimento. No sólo eso, sino que existía un resentimiento a su figura. Aún así, todavía la ayuda, pero como si la menosprecie al mismo tiempo. Al final la recomienda al Louvre para que copie sus obras maestras, como si ella, una mujer joven, no pudiese servir para otra cosa. 

He de reconocer que la severidad de Ingres me asustaba. Cree que a una mujer le faltan determinación y perseverancia para pintar y quiere poner límites a su capacidad. Sólo nos permite pintar flores, frutas, naturalezas muertas, y algunos retratos y escenas domésticas”, escribirá frustrada en su diario.

Ingres e tonces tiene 76 años  y un corte severo en su juicio. No es amigo demedias tintas y sus opiniones sobre arte son rígidas. Bracquemond no encontrará salvo un muro infranqueable donde debatir sus propias ideas. Aún así, aprenderá mucho gracias al genuino genio del francés. La pintora querrá tanto su aprobación que le molestará más si cabe su prejuiciada opinión sobre sus capacidades. Otra vez, Ingres puede admirar el talento que puede contener, pero cuando Marie busca su propio espacio, cuando le demuestra que una mujer puede pintar lo mismo que un hombre, Ingres se aparta y desprecia sus ideas como si fueran simple frivolidad femenina. “Mi trabajo es la pintura, no dibujar y colorear unas flores, sino expresar los sentimientos que e arte me provoca”, dirá Bracquemond.

La vida es a veces irónica. Marie abandonará las clases de Ingres y se centrará en su trabajo de copiadora en el Louvre, mientras realiza sus primeras obras propias atraída por los nuevos tiempos del impresionismo. Allí conocerá a otro pintor y grabador, Félix Bracquemond, que la apoyará en un principio a no mirar atrás y centrarse en su arte. Se casarán en 1869 como pareja moderna de artistas, donde cada uno sirve de inspiración y apoyo al otro. Incluso pintan muchas veces juntos en su estudio. Sin embargo, cuando ella decide que el estudio la constriñe, que necesita la luz y el color vibrante del exterior para pintar como sus amigos impresionistas, él empezará a cuestionar todas las decisiones personales y artísticas de Marie.



La pintora busca liberar su pincel y dejar que su capacidad académica, perfeccionista y nítida aprendida con Ingres se abra y consigue vibraciones como la luz y el color como sus admirados Degas, Gaugin y Monet. Gauguin, buen amigo de su marido, vivirá una temporada con ellos, y será testigo de la disputa entre los dos. Lo que era una diferencia estilística se convertirá en un drama familiar. De nuevo, Marie Bacquerant verá cómo su talento pasará de amante y aplaudido a odiado y reprobado. “Era un terrible maestro, tiránico y sin argumentos, incapaz de escuchar a nadie. Su carácter acabó por afectar de forma desproporcionada en Marie. Cada vez que ella intentaba calmarle, él le contestaba: tu ternura me crucifica”, explica Gustave Geffroy, un crítico de arte amigo de la pareja. le sirva para liberar su pincel.



En 1890 Marie ya no pinta. Se rinde. Él ha ganado. Lleva demasiado años luchando con un desprecio soterrado que deriva estúpidamente de su condición de mujer y está harta de luchar. “A pesar de su talento, a pesar de sus deseos, a pesar de su entusiasmo, llegó el día en que, con un oscuro sentimiento de pérdida, tuvo que confesar que la habían derrotado”, escribirá su hijo Pierre.



Su nombre se oscurece. Nadie la recuerda. Y su marido parece cerrar la puerta de casa y confinarla dentro sólo para él. “Ninguno de sus sueños y esperanzas se realizaron nunca. A partir de ese día siempre había una decepción y un ahogo en su mirada, pues se sentía víctima de una injusticia. Y no, su desesperación no le trajo nada”, recordó su hijo. Marie muere en 1916, así que pasa sus últimos 26 años sin coger un pincel. A veces piensa en huir, en pintar ni que sea a escondidas, incluso realiza pequeñas obras privadas, pero su decisión es firme y obstinada, como si no pintar no fuese sólo un castigo para ella, sino para todo el mundo.



En 1919 París acoge una gran retrospectiva de su obra compuesta por 90 obras, la mayoría, estudios preparatorios, acuarelas o grabados. Hay una sensación de pérdida en la exposición. La nombrarán con Berthe Morisot y Mary Casset como las tres grandes pintoras del impresionismo, pero reducirán a Marie a la anécdota, a la historia triste, y los grandes museos arrinconarán sus obras. Solo ahora, cuando el relato de la historia del arte se reescribe lejos de leyendas patriarcales, su nombre vuelve a brillar. Es triste, pero su obra hoy nos sorprende como si todavía fuese esa niña de dieciséis años.

La Razón

martes, 27 de octubre de 2020

LA HISTORIA DE PAOLO Y FRANCESCA






                              Rodin

 Estamos en la frontera entre Marche y Romagna, en la provincia de Pesaro y Urbino, vemos una colina a lo lejos. Está dominado por una fortaleza medieval, rodeada por una doble muralla y por un pequeño y majestuoso pueblo medieval. Estamos en Gradara.

                                                                Charles Edward Hallè

Este espléndido pueblo toma su nombre de “Grata Aura” (aire agradecido), ya que es testimonio de siglos de historia; fundada en la antigüedad, su aura mágica continúa flotando en los miembros del visitante moderno, que se siente invadido constantemente por la atmósfera sugerente.

                                                           Dante Gabriel Rossetti
                    

El legendario castillo destaca contra el cielo azul, los claros frescos, el horizonte marino y el verde paisaje que lo rodea. Fue uno de los principales teatros de los enfrentamientos entre las milicias del Papado y las familias de las Marcas y Romaña. Recientemente ha sido restaurado y es propiedad del Estado italiano, uno de los monumentos más visitados de la región, lugar de eventos musicales, museísticos y artísticos. Albergó a las grandes familias de la Edad Media y del Renacimiento: los Sforza, los Borgia, los Della Rovere y, por supuesto, los Malatesta.



                                                                    Gustave Doré

La bella Francesca era hija de Guido Minore, señor de Ravenna y Cervia, quien decidió, en 1275, darle la mano de la niña a Giovanni Malatesta, conocido como Giangiotto, porque era feo, jorobado, cojo, ciego y viejo.

                                     Eugène Deully

Para evitar la posible negativa de la joven, enviaron a Paolo il Bello, hermano del prometido a Rávena, para que la casara artificialmente, en nombre y por cuenta del novio, haciéndole creer que él era el propio novio. Francesca, al notar apenas la mañana siguiente a la noche de bodas del engaño al que había sido sometida, tuvo que resignarse al matrimonio concertado, con el que tuvo una hija, Concordia. El guapo Paolo, que tenía posesiones cerca del pueblo y lamentaba a menudo el fraude al que se había prestado, iba a menudo a visitar a su triste cuñada.

                              Henri Martin

Sucedió un día que los dos, leyendo el Galeotto, un libro sobre el amor de Lancelot y Ginebra, intercambiaron un "casto beso" (así nos cuenta la propia Francesca en el quinto canto del Infierno de la Divina Comedia de Alighieri).

Pero alguien, al darse cuenta de las ya habituales traiciones, advirtió a Giangiotto quien, alarmado, regresó temprano de la recaudación de impuestos y, forzando la cerradura, entró en la habitación donde se consumaba el pecado.

                               Alexandre Cabanel

Francesca, al ver a su esposo decidido a asestar un golpe fatal a su amante, atrapado en la trampa secreta a través de la cual él intentaba escapar, arrojó sus miembros para proteger su amado corazón. Así murieron, atravesados ​​por la misma hoja.