sábado, 29 de enero de 2011

CERRADO POR VACACIONES



NO CAMBIEIS EL BUSCADOR QUE VUELVO DENTRO DE UNA SEMANA

UN BESO

Giuseppe Cesetti



Giuseppe Cesetti nació en Tuscania en 1902. Hijo de agricultores, vivió en Tuscania su penosa adolescencia. Estos años de vida libre en la Maremma dará a su arte una marca indeleble que sabrá conservar a través de diversas experiencias de su vida fecunda. A los dieciséis años, dejó a su familia y comienza sus viajes.


En 1927 se encuentra en Como, donde expuso por primera vez. Luego se mudó a Florencia, donde colaboró con la galería "Solaria" que publica alguno de sus dibujos. En 1930 realizó su primera exposición individual en la Galería la Santísima Trinidad.

En 1931 fue nombrado profesor auxiliar de pintura en la Facultad de Bellas Artes de Venecia. En 1931 participó en la Cuadrienal de Roma con tres obras.
En 1934 realizó un mural en la Bienal de Venecia.



En la Bienal de 1936 expuso un gran cuadro de vaqueros, una de sus obras más significativas.
Desde 1935 a 1937 vivió en París, donde se unió al apasionado mundo del arte de esa época haciendo amistad con, entre otros, Giorgio de Chirico, Antonio y Filippo de Pisis Aniante. De vuelta en Italia, se quedó en Milán donde se unió al grupo Pesce d'Oro formado por Golden Fish Giovanni Scheiwiller, Francesco Messina, Salvatore Quasimodo, Raffaele Carrieri, Sinisgalli Leonardo, Tofanelli Arturo y otros.


En 1939 se convirtió en profesor de Diseño en la Escuela de Arte de Venecia, y en 1941 fue nombrado profesor de pintura en la facultad de Bellas Artes en la misma ciudad.

En 1943 pidió ser transferido a la la Academia de Bellas Artes de Roma. En esa época fundó la Galería -del siglo-. Después de la guerra, fue nombrado diputado provincial. Junto con Bonaventura Tecchi, quien también era diputado en Viterbo, se dedicó sobre todo a la recuperación del patrimonio histórico de la Tuscia dañado por los bombardeos.


En 1946, a petición del ministerio en cuestión vuelve a ocupar la cátedra en Venecia. . Organizar y preside en 1949, en cooperación con el municipio de Venecia, la importante exposición "50 Años de Pintura en Italia".

De 1955 a 1958 vivió en París, donde inicia su etapa francesa importante. A su regreso a Italia asume la catedra por un corto tiempo en Venecia. En 1961 la ciudad de Viterbo, en el Palazzo dei Priori prepara una gran retrospectiva de Cesetti, con más de 100 pinturas que van desde 1928 hasta 1961. En 1962 fue trasladado a la Accademia di Belle Arti de Florencia. Pero antes del inicio del año escolar, fue nombrado agregado cultural de las artes plásticas y figurativas de la Embajada de Italia en París. En ese puesto toma medidas enérgicas para mejorar aún más a los artistas italianos en el extranjero, a través de exposiciones y publicaciones.


A finales de 1967 regresó a Italia y se estableció en Roma, pero haciendo visitas frecuentes a París a su estudio de la rue de Seine . Después del terremoto que devastó la ciudad de Tuscania en 1972, se comprometió a la reactivación del casco antiguo y de revivir las antiguas tradiciones del lugar, la promoción de eventos y movimientos como l'"Associazione dei Butteri dell'Etruria Meridionale".

Estas iniciativas tuvieron éxito inmediato en el campo económico y una amplia defensa de los valores esenciales que han atraído a todo el mundo y que Cesetti no cesó de reflejar a través de su obra. Retomando la tradición familiar, también se dedicó a la cría de caballos pura sangre que dejó al cuidado de su hija Marta.

Pero la mayor parte de la labor la realiza en el estudio de Montebello, donde se pueden contemplar los cuatro puntos cardinales, la franja del Mediterráneo, la cadena de montañas, el Monte Amiata, Monte Cimini, y los dos grandes valles de Marte y Fiora que había contemplado de adolescente, en verano, cuando cuidaba del rebaño de su abuelo Agostino Meloni, el cual a veces lo llevaba de niño montado a caballo sostenido por sus brazos cuando era niño.

Partició en varias ocasiones en la Bienal de Venecia y en la Cuadrienal de Roma
Ha publicado libros de poesía, prosa y ensayo. Murió en Tuscania el 19 de diciembre de 1990

Herbert Boeckl






Herbert Boeckl (Klagenfurt, 3 de junio de 1894 - Viena, 20 de enero de 1966) fue un pintor expresionista austríaco, perteneciente al Grupo de Viena.

En 1912 fue rechazado de la Academia de Bellas Artes de Viena, estudiando luego en la Universidad Politécnica y dando clases privadas con Adolf Loos. De 1914 a 1918 fue oficial en la Primera Guerra Mundial. Después de la guerra comenzó en la pintura como autodidacta. Viajó a Berlín y Palermo, pero sobre todo un viaje a París en 1923 contactó con el arte moderno. En 1927 realizó su primera gran exposición en la Secesión de Viena. De 1935 a 1939 fue profesor en la Facultad de Educación de la Academia de Bellas Artes de Viena (Allgemeine Malschule an der Akademie der bildenden Künste). Participó en las exposiciones de 1935 en Bruselas y de 1937 en París.

Después de la guerra fue brevemente rector de la Academia de Viena. En la década de 1950 viajó a España, donde estudió intensivamente los frescos románicos para la realización en 1952 de la capilla Seckau de Estiria, una de sus principales obras. Asimismo, estancias en Grecia (1955) y Egipto (1959) influyeron en su obra.

En 1958 participó en la exposición de Bruselas y en 1959 en la de São Paulo. En 1950 y 1964 representó a su país en la Bienal de Venecia. Desde 1952 el artista fue miembro honorario, y desde 1960 miembro de pleno derecho de la Secesión de Viena. De 1962 a 1965 fue de nuevo rector de la Academia de Bellas Artes de Viena.

jueves, 27 de enero de 2011

Rafael Barradas



Del pintor uruguayo Rafael Barradas (1890 - 1929) aprendemos lo valioso e innovador que puede ser la tradición pictórica. Con un reducido repertorio de temas pero con una intensa cualidad dramática, Rafael Barradas arranca el alma a sus personajes y la prende del espíritu de sus sentidos retratos, que transpiran humanidad, pura y simple dialéctica de la existencia.


Basta ser, estar allí, ver pasar la vida con desconfianza o con decoro. El hombre quizás tras una copa de vino, y la mujer olvidándose de sí misma y entregándose al refugio casi ausente de una labor hogareña que preferiría no terminar.

Un cierto regusto, una amargura, un dolor añejo atraviesa la mirada o se descubre en el gesto. No es necesario enfatizar nada, adornar nada, no hace falta pretender esbozar alguna idea nueva o distinta.


Porque para Barradas, todo es cada vez nuevo y distinto, todo tiene su propio sabor, su dulzor y su ajenjo y por qué no...su humor y su ironía.

Prototípico exponente de una respuesta americana: su redescubrimiento de España. Rafael Pérez Barradas o Barradas, como así más sencillamente se le conoce hoy, era hijo de un humilde pintor que no variaba mucho las motivaciones de sus cuadros, casi reducido al repertorio a naturalezas muertas con naranjas, más jugoso el tema que la pintura.

El hijo del quieto artista tomó la revancha de la libertad. De su progenitor aprendió la manera como se mojan y secan los pinceles y lo demás lo realizó él solo. En cierto modo es un autodidacta que asombró a los críticos europeos por lo proteico de sus aventuras plásticas, todas exitosas. Así lo dijo, Manuel Abril.



Desde su adolescencia, en tren de filial desquite en vuelos y expansión, comenzó por desatender las dimensiones objetivas, distorsionándolas en imágenes humorísticas. Fue caricaturista apuntador del mundo artístico y literario de su ambiente. Compréndase bien esta primera faceta en sentido afirmativo del caricaturista: un hombre inteligente para discernir en la comedia humana y saber expresar esa gran paradoja de todo gran caricaturista como lo fue Barradas, de un humor atrevido con la más fraternal adhesión a su modelo, porque el caricaturista genuino ríe y ama con su personaje. Las caricaturas de Barradas en las que apuntó a tinta la bohemia ciudadana de plásticos, escritores y gente de teatro, así como de tipos humildes del deambular callejero, están reunidas en las hojas de la publicación “El Monigote”, cuya dirección encabeza acompañado de amigos, otras aparecieron en “La Semana”, y otras han permanecido inéditas; son de trazo muy suelto, muy volanda, como dibujaban los españoles de su tiempo, tal el inolvidable Fernando Fresno, pero mientras éste y la mayoría de los caricaturistas identificaban sus modelos por los rasgos físicos de sus rostros, Rafael Barradas a menudo consideraba la figura en su actitud total. Las más bellas caricaturas de Barradas son las de siluetas interpretando de una manera de estar parado o posando en la vida. Manera de mirar del artista que no cambiará cuando más tarde, en vez de personas determinadas (caricatura del escritor Aurelio del Hebrón, pseudónimo de Alberto Zum Felde) fije en pintura sus tipos símbolos (alguno de su serie de “Magníficos”).



Cuando se fue a Europa, al terminar la adolescencia, desde donde debía solo regresar en sus días finales, ya muy quebrantada su salud, dejó totalmente cortada esa labor de caricaturista uruguayo, pero su humorismo lo mantuvo latente en todo el correr de su existencia, aflorando nuevamente en forma decidida en el “clownismo”, percepción de la cómica pirueta circense que advirtiera al ejercitar las visiones simultaneístas de la farragosa vida ciudadana o en la serie de “Estampones montevideanos”, su postrer trabajo que prepara para su retorno a la patria, en adhesión a los festejos del Centenario de 1930 a los que su existencia no alcanzó a hacerlo partícipe.


Esta importante serie de dibujos acuarelados – “Los novios”, “Los cajetillas”, “El doctorcito” entre otros – es el recuerdo fiel del Montevideo de sus años de juventud, antes de sus peregrinajes por los caminos del mundo; la desenvoltura obtenida en sus cuadros del período que llamará vibracioncita la aplicó aquí para ensamblar a manera de recortados “collages”, sus evocaciones, plenas de participantes nostalgias, de los amoríos al pie del balcón, de los arreglos de las casa cursis de su ciudad natal nunca olvidada, el Montevideo de 1910. En carta del pintor dirigida al poeta Julio J. Casal en 1919, el que durante muchos años con fidelidad cordial y admirativa, ornara su revista “Alfar” con los dibujos de su amigo, refiere el artista que extenuado de andar a pie por los caminos de España en procura de estabilización en los grandes centros de arte de aquella nación, se quedó dormido en una cama del Hospital de Santa Engracia en Zaragoza: “...dormí mucho en mi cama Nª 14 y cuando desperté pude ver un albarán sobre mi cabeza, con un marquito de hoja de lata que decía “Rafael Pérez Barradas; nacionalidad uruguaya (Montevideo), Profesión, pintor vibracionista”.


Personalidad rica y múltiple en sus transcendencias; las diferentes facetas de su labor que consideradas separadamente se instalarían en muy buenos sitiales del arte de la primera mitad del siglo XX, tienden a confundirse y enturbiar valores si se les trata en su obra entera en una consideración lineal o se la exhibe, como fue muy frecuente después de su muerte, en retrospectivas con un muestrario de sus movimientos. Preferible sería desglosar de su obra y acción diversos aspectos lo que hemos de intentar, considerándolos en sus límites, pero aptos para integraciones más extendidas que hasta hoy no se le han reconocido en plenitud. Es difícil que se pueda despertar el interés por las “obras completas” de un autor polifacético, antes de consagrar uno a uno sus aciertos parciales.


1) Hay en Barradas un caricaturista cuyo valor es independiente de los méritos de sus otras obras que no le acrecienta interés extraño – como ocurre con el ejemplo clásico de las malas caricaturas del genial Leonardo da Vinci – ni tampoco le disminuye la categoría.

2) Situación idéntica sucede con el dibujante ilustrador de tanto libro de niños y alta literatura y escenógrafo en la que solo la confrontación con los ejercitantes de esos géneros decorativos pueden dar su dimensión que creemos grande.

3) Corresponde que los guardianes del futurismo permitan el ingreso para confrontación en su historia del “Vibracionismo” de Barradas.

4) Que de una vez por todas se reconozca el importante aporte con que algunos cuadros de la serie de los "Magníficos” y de su “Epoca Mística” enriquece la escuela expresionista de la tercera década de la centuria actual. Estamos obligados los latinoamericanos a preocuparnos por el reconocimiento de la contribución ya olvidada de los compatriotas al arte de occidente, debido al alejamiento de la obra de los artistas, centros europeos donde ellos realizaron sus faenas , proyectores de fama, centros donde se organizan las grandes exposiciones colectivas o se editan densos y sabios libros, sobre determinadas escuelas de pintores.

Así la inserción de Carlos Federico Sáez al “ottocento”; el del mexicano Diego Rivera al cubismo; el caso de Rafael Barradas merece una detención especial respecto a contribuciones y tan útiles reconocimientos internacionales tanto para América como para Europa. Lo haremos finalizando este estudio. Cuantitativamente se percibe la primacía del dibujante en el conjunto de la obra de Barradas. Numerosísimos dibujos a lápices, negros o de color, con leves realces de acuarela algunos de ellos, tomados los unos directamente de lo natural, divagados los más en el taller (o en el café) hacia cuentos donde deleita con la frescura de su gracia que siempre lo acompañó, como croquis para sus bellísimas ilustraciones de numerosos libros infantiles – los dibujos y el color de las escenas de “El hermanito Tim” mantienen su prístina frescura – o para libros de famosos autores que alrededor del año 1919 edita Biblioteca Estrella: Dickens, Rodenbach, Turgueneff, Lope de Vega, etc.



También trazan sus lápices proyectos de escenografía teatral, ya que Barradas fue el escenógrafo favorito de Gregorio Martínez Sierra y Catalina Bárcena, de lo que ha dejado lujosa constancia en el libro Un teatro de arte en España. Con apuntes de interpretaciones de Catalina Bárcena, que ya el artista dibujaba en sueños, realizó en 1921 una exposición en “El Ateneo” de Madrid. Derrochó en los papeles una espiritualidad sugestiva, sí que provocativa de otros ensueños que cabían dentro del siempre amplio contorno de su dibujo. La altitud decorativista de esos dibujos y acuarelas acucia la creatividad fantasiosa de quienes los contemplan.

Cabe decir que Barradas, aún en los dibujos sin destino, había adelantado la ilustración e incitaba a que se le agregara el cuento. No es por tanto extraño que gustaran tanto de él los literatos con quienes mantuvo un trato frecuente y fraternal que no debe dejar de señalarse al caracterizar la entera personalidad de este artista. Bajo la denominación de “Vibracionismo” expone Barradas sus nuevas pesquisas del arte en el año 1918 en Barcelona. Vibracionismo es: la titulación que da a su aprehensión interpretativa del futurismo italiano, ansioso y apresurado testigo del dinamismo de la vida moderna. Son sus visiones, movedizas, fragmentadas y simultaneístas en procura de la vibración perenne de la imagen del motivo.

Se hallan los cuadros de Barradas alejados de la vertiente más dramática del futurismo que era la de Umberto Boccioni y atraído por las pulcras organizaciones de Gino Severini, cuyos cuadros de los “bal-musette” parisinos inspiran telas del pintor uruguayo.

Fuente-latinartmuseum

miércoles, 26 de enero de 2011

Ignacio Díaz Olano







Ignacio Díaz Olano (Vitoria, 1 de febrero de 1860 - 7 de marzo de 1937) fue un pintor español.

Cursó estudios en Barcelona, siendo becado por el Ayuntamiento vitoriano, de 1876 a 1880. Regresó a su ciudad natal, donde colaboró por algún tiempo en el semanario "El danzarín"; firmaba sus dibujos con el pseudónimo "Galop". Después, en 1890 se trasladó a París, ciudad en la que permaneció hasta 1894, cursando estudios de dibujo anatómico. También realizó en París trabajos de escenografía para el Teatro de la Ópera. En 1894 se marchó a Roma, siendo becado por el vitoriano Felipe Arrieta. En 1896 fijó su residencia definitiva en Vitoria. Participó en múltiples Exposiciones Nacionales entre 1892 y 1917, logrando Medalla de Bronce en la de 1895 y Medallas de Plata en las de 1899 y 1901. Ejerció la docencia en la Escuela de Artes y Oficios vitoriana y fue catedrático de dibujo en el Instituto de Vitoria. Su obra es, principalmente, costumbrista y está impregnada por una gran naturalidad. También fue un gran retratista, habiendo cultivado igualmente el bodegón y el paisaje. En 1963 la Diputación Foral de Álava expuso una muestra antológica de su obra en su honor, exhibiendo 158 obras. El crítico Mario Ángel Marrodán afirma: "El lirismo ardiente y pujante de su pintura, es el resultado de la fusión o confrontación del hombre con su época, del pintor y su ambiente, o bien de la realidad artística entre rústica y agreste a la que ha arrancado los nuevos frutos de la obra de arte". Su obra se halla representada en el Museo de Bellas Artes de Vitoria, en el Provincial de Álava y en el Bellas Artes de Asturias.

(Información obtenida de Wikipedia)

martes, 25 de enero de 2011

Iliá Repin



Iliá Yefímovich Repin, (ruso: Илья Ефимович Репин; Chuguev, Imperio ruso, 24 de juliojul./ 5 de agosto de 1844greg. - Kuokkala, Finlandia, 29 de septiembre de 1930) fue un destacado pintor y escultor ruso del movimiento artístico Peredvizhniki. Sus obras, enmarcadas en el realismo, contienen a menudo una gran profundidad psicológica y exhiben las tensiones del orden social existente.

A finales de los años 20 comenzaron a publicarse en la URSS detallados trabajos sobre su obra y alrededor de diez años después fue puesto como ejemplo para ser imitado por los artistas del realismo socialista.

Repin nació en la ciudad de Chuguev, en la gubernia de Járkov, en el centro de la región histórica de Ucrania Sloboda.

Su padre Yefim era un militar y colono que se dedicaba al cultivo de la tierra, pero estando permanentemente obligado al deber militar. Repin comienza a tener contacto con la pintura como aprendiz a la edad de trece años en el taller de un artista local dedicado a los iconos llamado Iván Bunakov. Igualmente comienza a estudiar la técnica del retrato. En 1866 se trasladó a San Petersburgo e ingresó en la Academia Imperial de las Artes.


Con su primera obra maestra, La resurrección de la hija de Jairo, ganó la medalla de oro de un concurso de la Academia, y con ello una beca para estudiar en Francia y en Italia. Así es como Repin vivió en París, donde recibió la influencia de la pintura impresionista, que tuvo importantes consecuencias sobre su forma de usar la luz y el color. Sin embargo, su estilo continuó siendo más afín al de los maestros de la vieja escuela, especialmente Rembrandt, y nunca llegó a convertirse en un impresionista. A lo largo de su carrera retrató a la gente común, tanto ucraniana como rusa, aunque en sus últimos años también representó en sus obras a miembros de la elite del Imperio Ruso, la intelligentsia, la aristocracia y al propio Emperador Nicolás II.


En 1878 Repin se unió a la Sociedad de Exposiciones Artísticas Itinerantes, generalmente conocida como Los Itinerantes (Peredvizhniki), que en la época en la que Repin llegó a la capital rusa se rebelaron contra el formalismo de la Academia. La fama de Repin se extendió a raíz de su pintura Los sirgadores del Volga, una obra que denuncia de un modo impactante el duro sino de estas personas. Desde 1882 vivió en San Petersburgo, realizando frecuentes visitas a su tierra natal ucraniana y ocasionalmente viajes al extranjero.


Poco antes del asesinato del Emperador Alejandro II en 1881, empezó a pintar una serie de cuadros relacionados con el movimiento revolucionario ruso: Negativa a confesarse, Arresto de un propagandista, El encuentro de los revolucionarios y No lo esperaban, siendo ésta última su obra maestra sobre este tema. En ella se representa la sorpresa de los miembros de una familia ante la llegada al hogar de un exiliado político.


Su obra Procesión de Pascua en la provincia de Kursk es con frecuencia considerada un arquetipo del estilo nacional ruso, mostrando diversas clases sociales y las tensiones entre ellas, dentro del contexto de la práctica de una tradición religiosa y unidas en un avance lento pero continuo.

En 1885 Repin terminó una de sus pinturas de mayor intensidad psicológica: Iván el Terrible y su hijo. Este óleo muestra a un horrorizado Iván que abraza a su hijo agonizante, a quien acaba de golpear y herir mortalmente en un acceso de furia. La mirada de espanto de Iván se halla en profundo contraste con la expresión de serenidad de su hijo.


Una de las pinturas más complejas de Repin, Los cosacos Zaporogos le escriben una carta al Sultán de Turquía, ocupó al artista durante muchos años, y es en gran medida fruto de una concienzuda investigación llevada a cabo conjuntamente con el historiador Dmytro Yavornitski, que incluyó numerosos viajes a la región de los cosacos zaporogos



Repin concibió esta obra como un estudio en clave de humor, pero también pensaba que recogía los ideales de la libertad, la igualdad y la fraternidad; en pocas palabras, el republicanismo de los cosacos ucranianos. Comenzó este cuadro en 1880 y no lo completó hasta 1891. Irónicamente fue adquirido de forma inmediata por el Emperador, quien pagó por él treinta y cinco mil rublos (una cantidad desorbitada en aquella época). Otra versión de este cuadro, realizada entre los años 1889 y 1896, se conserva en el Museo de Bellas Artes de Járkov. Además Repin pintó dos esbozos al óleo para este cuadro: uno de ellos, se encuentra en la Galería Tretiakov y el otro está en el museo nacional de arte de Bielorrusia, en Minsk.

En su madurez Repin retrató a muchos de sus más ilustres compatriotas, incluyendo al novelista León Tolstói, el científico Dimitri Mendeléyev, el jurista y político Konstantín Pobedonóstsev, el filántropo y mecenas Pável Tretiakov, los compositores Modest Músorgski, Aleksandr Borodín, Aleksandr Glazunov, Mijaíl Glinka y Antón Rubinstein y el poeta y pintor ucraniano Tarás Shevchenko.

En 1900 se le encargó por parte del gobierno de Rusia su mayor obra: un óleo de 400 por 877 centímetros que representase una sesión solemne del Consejo de Estado del Imperio ruso.


El propio Repin diseñó su casa, situada a unos cuarenta kilómetros al Noroeste de San Petersburgo, en el istmo de Karelia. La finca Los Penates debe su nombre a los ídolos romanos protectores de la familia y del hogar. Tras la Revolución de Octubre (1917) la zona en la que se encontraba Los Penates fue incorporada a Finlandia. Diversas instituciones soviéticas le invitaron a regresar a su tierra natal, pero él rechazó los ofrecimientos argumentando que era demasiado anciano para hacer tal viaje. Durante esta época Repin dedicó mucho tiempo a pintar temas religiosos, aunque el tratamiento que hizo de los mismos no fue habitualmente tradicional sino innovador.


Con la excepción del retrato del primer ministro del gobierno provisional, Aleksandr Kérenski, Repin no pintó nada relevante acerca de las revoluciones de 1917 o del gobierno soviético que las siguió. Su último cuadro, un festivo y exuberante óleo llamado Gopak, trata sobre un tema cosaco ucraniano.

Falleció en 1930, en Los Penates (Kuokkala, Finlandia - actualmente Repino, provincia de Leningrado-). Sus restos están enterrados en el jardín de la casa.


La Academia Imperial de las Artes de San Petersburgo, en la que Repin estudió, cambió de nombre tras la Revolución de 1917 y en 1947 fue trasladada a Moscú. Desde entonces el edificio ha albergado el Instituto académico de San Petersburgo de pintura, escultura y arquitectura Iliá Repin.

lunes, 24 de enero de 2011

Pál Fried










(16 de junio de 1893, Hungría - 6 de marzo de 1976, Nueva York) fue un artista húngaro. Sus óleos fueron por lo general de bailarinas, desnudos y retratos, y sus temas eran casi siempre mujeres, aunque también pintó París , paisajes marinos, vaqueros y los paisajes del Oeste americano. Firmó sus pinturas, a la manera europea, con su apellido por primera vez como "Fried Pal".

Fried emigró a los Estados Unidos en 1946 después de la Segunda Guerra Mundial , y se convirtió en un ciudadano de los EE.UU. en 1953. Vivió en Los Angeles y Nueva York .