lunes, 5 de noviembre de 2018

Ángel Larroque


Nace en 1874 en Bilbao dentro de una familia de artistas. 
Su abuelo, su tío y su padre eran pintores por lo que Ángel
 Larroque recibe una atenta educación artística.
Sus magníficas dotes para el dibujo le permiten ingresar en 
la Escuela de Artes y Oficios sin cursar los estudios de 
Bachillerato. Anselmo Guinea es su maestro.
En 1893, con una pensión de la Diputación Provincial de 
Vizcaya, se traslada a París para continuar su formación 
asistiendo a la academia Julien y recibiendo clases de 
Eugène Carrière, uno de los precursores de la pintura 
simbolista. Junto a su gran amigo Nemesio Mogrobejo
viaja hasta Stuttgart y en 1899 se instala en Madrid donde
 frecuenta el Museo del Prado y realiza decoraciones para el
 teatro.
De nuevo, en 1902, la Diputación Provincial de Vizcaya le 
concede una beca con la que viaja hasta Italia, visitando 
Florencia y Roma, y posteriormente a Munich. A su regreso a
 España y asesorado por Ignacio Zuloaga, se establece en 
Ledesma (Salamanca).
Allí contrae matrimonio y su pintura, de marcada virtuosidad
 técnica y armonía compositiva, se decanta hacia escenas de
 género entroncadas con la tradición española.
Sigue viajando por Europa, ya que la Diputación mantiene su
 pensión, hasta que en 1908, con el nacimiento de su primer 
hijo, se instala definitivamente en Bilbao. En este momento 
se centra en la realización de retratos y temáticas vascas.
Participa en algunas de las Exposiciones Nacionales de Bellas
 Artes recibiendo la Medalla de Tercera Clase en la de 1917
 con su obra Recolección de manzanas.
Cuando en 1911 se crea la Asociación de Artistas Vascos,
 Ángel Larroque forma parte de la primera junta directiva y 
participa también en la primera exposición del grupo.
En 1924 es nombrado profesor de copia del natural en la 
Escuela de Artes y Oficios de Bilbao.
Dedicado exclusivamente a esta nueva actividad abandona,
 casi por completo, la actividad pictórica. No será hasta
 los años 30 cuando retome su participación social y 
artística en las exposiciones de la Asociación de 
Artistas Vascos y en la junta directiva fundacional del
 Museo de Reproducciones Artísticas, en 1927.
Durante la Guerra Civil forma parte del grupo de artistas
 encargados de la decoración de la Casa del Huérfano del 
Miliciano, en el convento de las Carmelitas Descalzas de 
Santutxu. Esta situación bélica provoca un giro en su 
repertorio temático con escenas de brujas, bandoleros y
sátiros.
Los años 40 y 50 suponen un momento de intensa actividad
 expositiva, premios y reconocimientos. El Museo de Bellas
 de Bilbao adquiere obra suya y en 1951 la Diputación
Provincial de Vizcaya le concede la Gran Cruz de Alfonso X
 el Sabio. Es ahora cuando realiza sus famosos retratos 
infantiles. Jubilado en la Escuela de Artes y Oficios, 
se dedicará a sus ya habituales aficiones culturales hasta 
el momento de su fallecimiento en 1961.

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