domingo, 3 de mayo de 2009

ROBERT WILSON










Robert Wilson ha triunfado en prácticamente todas las formas concebibles de creación y expresión artística. Director de teatro y ópera, dramaturgo, actor, escultor, artista plástico y diseñador, es un innovador e iconoclasta que deja una singular impronta en cada una de sus diversas actividades. La escritora Susan Sontag ha descrito así la impresionante obra de Wilson: “No conozco ninguna otra trayectoria creativa tan amplia o tan influyente como la suya.”

Nacido en Texas hace 68 años, cursó estudios superiores en la Universidad de dicho Estado y en el Pratt Institute, la prestigiosa escuela de Bellas Artes de Brooklyn, Nueva York. Luego, se dedicó a la pintura bajo la tutela de George McNeil en París y estudió arquitectura con Paolo Solari, en Arizona. De regreso a Nueva York a mediados de los años 60, Wilson fue influenciado por el trabajo de pioneros de la coreografía como George Balanchine, Merce Cunningham y Martha Graham. Asimismo, se inspiró en la escritora Gertrude Stein y, por paradójico que parezca, en el cómico Jack Benny, de quien reconoce haber aprendido el sentido del ritmo escénico.

En 1968, Wilson fundó la Byrd Hoffman School of Byrds, compañía de teatro experimental nombrada así en homenaje a Byrd Hoffman, su maestra de danza en Texas, quien estimuló al artista cuando éste tenía 17 años y le ayudó a superar su tartamudez. Las aptitudes de mentor del propio Wilson se perfeccionaron en su estudio de Nueva York, donde acogió a jóvenes artistas para impartir instrucción e intercambiar opiniones. Durante ese período, también logró compartir su dedicación con la formación de niños discapacitados. Uno de estos discípulos era un brillante chico sordomudo, Raymond Andrews, a quien posteriormente adoptó. Ambos desarrollaron una colaboración simbiótica que se cristalizó en 1970 en la “ópera muda” titulada “Deafman Glance” (La mirada del hombre sordo) y en otras obras de teatro.

Desde entonces, Wilson ha sido reconocido como “una figura sobresaliente en el mundo del teatro experimental y un explorador de los usos del tiempo y el espacio en el escenario”. El artista se ha servido de decorados imaginativos y de efectos de iluminación insólitos para crear producciones de gran originalidad, a menudo surrealistas, que yuxtaponen elementos inesperados e ignoran las fronteras temporales.

Entre las muchas creaciones que le han proporcionado una aclamación internacional figuran “The Life and Times of Sigmund Freud” (1969), “KA MOUNTAIN AND GUARDenia TERRACE” (1972), obra de teatro de una semana de duración y la trascendental ópera “Einstein on the Beach” (1976), que compuso conjuntamente con Philip Glass. En 1986, Wilson fue el único nominado al Premio Pulitzer de Teatro por su ambiciosa obra épica multinacional creada en 1983 “The CIVIL warS: a tree is best measured when it is down”.

Los numerosos premios otorgados al Sr. Wilson dan prueba de su prestigio tanto como dramaturgo de vanguardia como artista exquisito, cuya edición limitada de muebles y otras obras de arte se exhiben en museos y galerías de todo el mundo. Entre los premios que ha recibido figuran el Obie Award 1986 por su dirección teatral, el Lion of the Performing Arts 1989 de la Biblioteca Pública de Nueva York, el León de Oro de Escultura 1993, otorgado por la Bienal de Venecia, el Dorothy and Lillian Gish Prize 1996, el National Design Award 2001 del Instituto Smithsonian por el conjunto de su obra y el título de Commandeur des Arts et des Lettres 2002. Beneficiario de dos becas Rockefeller y dos becas Guggenheim, Robert Wilson fue elegido miembro de la Academia de Artes y Letras de Estados Unidos en el año 2000.

En los últimos diez años, además de seguir creando producciones revolucionarias, Wilson ha concentrado sus esfuerzos en el desarrollo del Watermill Center, estudio artístico internacional multidisciplinario ubicado en Long Island. Allí, en un entorno propicio a la creatividad, jóvenes artistas viven y trabajan en constante interacción, bajo la tutoría de profesionales de sólida reputación.

Wilson define su filosofía con estas palabras: “Nuestra responsabilidad como artistas consiste en plantear interrogantes, es decir: “¿QUÉ ES ESTO?” y no en proponer respuestas: “ESTO ES”, pues si ya conocemos qué es lo que estamos haciendo, entonces hacerlo deja de ser necesario.”

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