Adolfo Guiard (1860-1916) inició tempranamente su formación artística, primero en Bilbao con el pintor costumbrista Antonio
Durante esos años Guiard fue abandonando paulatinamente la factura academicista presente en sus primeras obras al tiempo que asimilaba un nuevo lenguaje propio de la pintura al plein air. De este modo, el espíritu impresionista aprendido de Degas se plasma de forma contenida en la obra de Guiard, que utiliza un delicado dibujo en los primeros planos junto a una pincelada más deshecha en los últimos, y una paleta clara con predominio de los tonos luminosos. El mundo rural vizcaíno con su paisaje, habitantes y costumbres será el tema predilecto de su pintura más característica.
En 1885 o 1886 regresó a Bilbao e instaló un estudio en donde impartió lecciones de pintura. A partir de entonces, se convirtió en un referente de modernidad para los jóvenes artistas y en protagonista relevante de la vida cultural de la ciudad. Junto con Darío de Regoyos, inició la pintura vasca moderna e introdujo los postulados estéticos del impresionismo también en la pintura española.
En 1887 recibió un importante encargo por parte de la Sociedad Bilbaína para pintar tres lienzos con destino a sus locales. Durante este periodo, buscando el contacto directo con la naturaleza, se trasladó a Bakio (Bizkaia). Dos años después realizó a petición de la Diputación un transparente para decorar la Plaza Nueva de Bilbao. En 1890, con su carrera artística ya plenamente consolidada, se instaló en Murueta (Bizkaia) y al final de esa década trasladó su estudio a Artea (Bizkaia), compartiéndolo con Anselmo Guinea. Por estos años entabló relación epistolar, que más tarde sería personal, con el pintor Darío de Regoyos. En 1900 recibió otro importante encargo, los estudios para las vidrieras de la Casa de Juntas de Gernika (Bizkaia). Tres años más tarde, en 1903, se estableció en Bilbao, en donde pasó los últimos años de su vida.
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