Belkis Ayón nació el 23 de enero de 1967 en La Habana y se suicidó a los 32 años después de haber legado una importante obra dedicada al estudio de las sociedades Abakuá. En sus trabajos siempre aparecían mujeres con la boca tapada porque carecían de posibilidades de insertarse en estas sectas reservadas solo para hombres.
Ayón dio señales de su afición por el arte desde pequeña. Con solo 5 años, su madre la matriculó en la biblioteca Máximo Gómez de La Habana para que cursara estudios de arte y más tarde comenzó a ganar sus primeros premios y reconocimientos tanto en su país como internacionalmente.
La artista habanera se distinguió por usar la técnica de la colografía, la cual consiste en imprimir materiales sobre una matriz en lugar de tallar la superficie, un trabajo con el que viajó y se dio a conocer en todo el mundo como exponente de las vanguardias artísticas de la nación caribeña.
Su obra gráfica se distingue por darle prominencia a los ojos de los personajes, los cuales dibujaba en blanco para contrarrestar con el color negro de sus figuras. Sus obras han sido expuestas en las galerías más prestigiosas de Cuba y de países como Estados Unidos.
Ella explicaba su interés en la religión Abakuá a partir del hecho de que le interesaba cuestionar el espíritu humano que tiene más que ver con la vida.
“Tiene más que ver con la vida que con la religión (…) Me interesa sobre todo el cuestionamiento de lo humano, ese sentimiento fugaz, lo espiritual”.
La escritora Wendy Guerra en su columna Habáname en el diario español El País explica que el suicido o la muerte van de la mano cuando existe una relación muy cercana entre los artistas y algunas sectas y religiones que se practican en el Caribe.
“En el matrimonio del arte y ciertas sectas o religiones que se practican tanto en Cuba como el Caribe, residen la muerte, el suicidio o el azar nefasto que asalta a los hacedores sobre estos filosos límites, signados por siglos y temidos por siglos. En este matrimonio de tópicos sagrados la mayor perjudicada es la mujer, que avanza y calla, que anota y comprende con su agudo sentido lo que el entorno le intenta negar".
“En 1999 la pintora y grabadora Belkis Ayón pone fin a su vida, tenía 32 años, ya era una de las artistas visuales más queridas, visibles y connotadas de la Isla.
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