Katharina Grosse (1961) vive y trabaja en Dusseldorf. Lo que más le ha interesado de la pintura es el proceso y la cualidad expansiva y transformadora de este lenguaje. Desde los principios de su carrera Katharina pinta fuera del lienzo: paredes, techos, puertas, estanterías, vallas publicitarias, fachadas de edificios son transformadas por la pintura y sacados de su función dotándoles de una cualidad simbólica. Por tanto, el diálogo que se produce con el espectador no es sólo a través del color sino también del espacio que éste ocupa: su historia, sus memorias, su función. Aun tomando la estética del graffiti como la aplicación de la pintura en spray en lugares públicos, Katharina no esta interesada en el aspecto reivindicativo del graffiti como lo estuvieron pintores como Harrings o Basquiat, sino que está interesada en las experiencias sicológicas causadas por la pintura en spray, como es la imposibilidad de mezclar colores.
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