Nace en Bilbao el 21 de abril de 1855 en el seno de una familia humilde. Su temprana vocación artística le lleva a asistir a las clases de dibujo y pintura de los maestros Ramón Elorriaga (1833-1898) y Antonio María Lecuona (1831-1907), iniciándose en el costumbrismo decimonónico.
En 1873, gracias al mecenazgo del empresario y político Manuel María de Gortázar, se traslada a Madrid para continuar su formación, matriculándose en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado −estudio privado más destacado de la capital en ese momento−, dirigida por el prestigioso Federico de Madrazo (1815-1894). Al año siguiente, Gortázar le costea una estancia en Roma para seguir con sus estudios; allí asimila la estética clásica, así como la influencia de Mariano Fortuny (1838-1874).Regresa a Bilbao en 1876, y obtiene la cátedra de Dibujo de figura en la Escuela de Artes y Oficios de la ciudad. A través de esta plaza, y gracias a los conocimientos adquiridos hasta el momento, juega un papel fundamental en el proceso de modernización de la pintura vasca de finales del siglo XIX y principios del XX.
En diciembre de 1881 se traslada con su mujer a Roma. Será su segunda estancia −que durará seis años− en la capital italiana, donde desarrolla una importante actividad artística a la vez que comienza a recibir numerosos encargos.
A mediados de 1887 Guinea vuelve a Vizcaya y se instala en Lekeitio. Retoma el género costumbrista vasco, abandonado en su etapa romana, y sus obras comienzan a testimoniar el camino hacia la modernidad.
En 1894 viaja por primera vez a París, acompañado de Manuel Losada (1865-1949). En la capital francesa conecta con la corriente impresionista y descubre el realismo social de Gustave Courbet (1819-1877), hecho que marcará definitivamente la orientación de su estilo. En 1895 se traslada a Bilbao; tres años después, con su obra Responso, consigue la Segunda Medalla en la Exposición Internacional de Barcelona. Durante esta época obtiene un gran reconocimiento en varios certámenes de la
, a la vez que recibe importantes encargos.
En 1902, con motivo de la decoración del Palacio Provincial de Vizcaya, realiza un nuevo viaje, esta vez con dos de sus hijos, a Roma, donde permanecerá dos años. A partir de este momento su producción experimenta un significativo giro hacia el simbolismo.
Fallece en Bilbao el 10 de junio de 1906. Un año después se inaugura una muestra antológica, organizada como homenaje al pintor por la Diputación de Vizcaya, con el apoyo de numerosos amigos, artistas y escritores.
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