miércoles, 30 de julio de 2008
Emili GRAU SALA
Barcelona, 1911 - París, 1975)
Hijo del dibujante Juan Grau Miró, nace en Barcelona en 1911. Si bien acude a la Escuela de Bellas Artes, su formación se considera mayormente autodidacta. Su primera exposición tiene lugar en 1930, en la “Galería Badriñas” de la misma ciudad.
Al estallar la Guerra Civil española (1936), Grau Sala abandona España con su esposa, la también pintora Ángeles Santos, y se instala en París. Allí permanecerá durante 25 años.
En París, Grau Sala conoce de cerca las vanguardias pero se decanta claramente por una figuración amable y colorista, derivada del impresionismo y del fauvismo. Era una vía ya asumida por el circuito comercial, superada en cuanto a novedad por el cubismo y el surrealismo, pero que se mantenía viva dentro de un alto nivel gracias a maestros como Pierre Bonnard, Chagall y Raoul Dufy, a los que Grau Sala sigue con una dependencia acaso excesiva. Esta opción estilística del artista condicionó la de su esposa, conduciéndola hacia el paisaje convencional, lo que certificó el fin de Ángeles Santos como singular creadora surrealista, un influjo que los críticos no dudaron en lamentar.
El estilo de Grau Sala, de un vago impresionismo servido con una paleta viva y variada, encuentra puertas abiertas en el mundo editorial y gráfico. Ilustra ediciones de “Madame Bovary”, “Las flores del mal” y “Bel-Ami”, diseña carteles y produce litografías y aguafuertes.
En 1963, Grau Sala retorna a Barcelona, cuando la anquilosada figuración de la España franquista empieza a ser contestada por Oteiza y Chillida, Antoni Tàpies y el colectivo “El Paso” (Antonio Saura, Manolo Millares, Rafael Canogar). Pero él sigue fiel a su estilo, y hasta su muerte en 1975, deja una amplia producción dentro de las mismas coordenadas: figuras femeninas, interiores y paisajes, en una ambientación temporal vagamente clásica, nostálgica del siglo XIX. Una pintura de valor decorativo, que elude todo riesgo y que roza la reiteración y el exceso de blandura.
Tras su muerte, y durante más de una década, el arte de Grau Sala quedó ensombrecido por las múltiples novedades que afluían en la España democrática. Pero a partir de los ’90, el nuevo auge del coleccionismo de nivel medio relanzó a Grau Sala, al entenderle como un intérprete, en clave española y accesible, de un estilo genéricamente etiquetado como “impresionista”. Este repunte en precios no se ha visto acompañado por el apoyo de la crítica y del circuito museístico, que marcan diferencias (seguramente con razón) entre Grau Sala y otras figuras como Darío de Regoyos, Sorolla, Ignacio Zuloaga o Daniel Vázquez Díaz.
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