miércoles, 20 de agosto de 2008

Kara Walker.







Nacida en Stockton, California, en 1969, actualmente Kara Walker vive y trabaja en la ciudad de Nueva York. Se licenció en el Atlanta Collage of Art en el año 1991 y realizó un Máster en Bellas Artes en la Rhode Island School of Design en 1994. Ha sido nombrada en 2008 por la revista Time como una de los 100 artistas internacionales más importantes. Su obra forma parte de destacadísimas colecciones públicas y museos como The Salomón R. Guggenheim Museum, The Museum of Modern Art de Nueva York, The Metropolitan Museum of Art de Nueva York, The Tate Gallery de Londres, Centro Nazionale per le Arti Contemporanee de Roma, y Deutsche Bank de Frankfurt.




Siluetas de papel o cartulina negra recortadas y pegadas sobre la pared que narran sin narrar la historia de Estados Unidos, repleta de tabúes y controversias, buceando en sus orígenes entre el colonialismo y la esclavitud. En la iconografía de Kara Walker danzan figuras de esclavos negros, cadenas y grilletes, violencia, desigualdades, brutalidad, sexo y muerte. Un universo creativo inspirado en el mundo sureño de preguerra civil, cruel y racista, plagado de estereotipos que cometen actos violentos o abusos sexuales.

Un niño huyendo, una mujer embarazada ahorcada de la que cuelga un feto, abusos y figuras amputadas, una pareja de esclavos atados y portados por un negrero, un hombre al que le explota el pecho y salen un grupo de pájaros, una esclava desnuda que arroja un cuerpo al vacío, una mujer que sostiene una cabeza decapitada, etc. Escenas de horror que impactan sin producir el rechazo visual que debieran causar.

Un mundo poético que habla de injusticias sociales, en el que historia y fantasía se mezclan, relatando hechos que pasaron, no pasaron o pudieron pasar, con una estética de cuento, que les da un tono más amable, más digerible para el espectador, a pesar de la dureza de la narración.

Y precisamente gracias a ese aire añoso, con sombreritos, delantales y frondosos árboles, y unas formas caricaturescas, nos cuela una obra mordaz y repleta de acidez. Una mezcla de sátira y crítica al estilo de vida norteamericano actual, en el que aborda como temas centrales el racismo, la explotación, las cuestiones de género, las injusticias sociales, la opresión y, en definitiva, la feroces relaciones humanas. Una crítica extrapolable a todo el sistema de vida occidental, repleto de crueldades e injusticias, bajo una apariencia de bienestar.

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