sábado, 11 de diciembre de 2010

Carlos Alcolea





Me pregunto cuántas inquietudes le cabían a Carlos Alcolea en cada cuadro. No es difícil sentirse atraído por esa suerte de locura que convierte su pintura en una especie de palimpsesto de emociones y lecturas. él mismo se ha definido como un ser enfermizo, y de hecho sufrió una enfermedad grave siendo un niño.


Así, sólo desde esa actitud, capaz de destilar la oscuridad metafórica de un sueño y, al mismo tiempo, formular complejas ecuaciones a partir de formas matemáticas como la banda de Moebius o la todavía más compleja botella de Klein, podemos entender todo lo que en un único cuadro era capaz de concentrar Alcolea. Ese interés por la topología y, en concreto, por las superficies no orientables, llegará a ser una obsesión -Dassein, Autorretrato, Moebius y su amigo, Mickey Mouse, Las gafas, Alcolea por la mañana desayunando, etc.-.


Y de obsesiones se alimentaba Alcolea cuando trataba de pintar; tanto que en una ocasión se refirió a sí mismo como un cuerpo organizado para pintar, que no existe sino pinta. Literatura y pintura eran sus principales preocupaciones, y sabía jugar tan bien con ellas que, con la debida distancia, estimo que algunas de sus obras son de las que mejor han sobrevivido al paso del tiempo de aquel conjunto de artistas que consiguieron renovar la pintura figurativa en la España de los 70.


Carlos Alcolea (La Coruña, 1949-Madrid, 1992) es un artista clave para entender lo más singular de la nueva figuración madrileña. Lo advertimos al repasar rápidamente algunas de sus exposiciones individuales: galería Amadís, galería Buades, MEAC, galería Juana de Aizpuru… Mientras, entre sus colectivas descubrimos las míticas 1980 y Madrid D.F., entre otras.

Pero, sobre todo, nos damos cuenta de su valía cuando analizamos el modo que tenía de releer y plasmar sus influencias y pasiones: Hockney, Katz, Duchamp, Matisse, el abismo literario de Genet, Sartre, Lacan, Deleuze… Porque Carlos Alcolea era, más que nada, un gran lector capaz de asumir con naturalidad lo aprehendido y escupirlo con forma de pintura inquieta, esa que nace de la reflexión y del conocimiento. Si para algunos las ideas estropean la pintura al pensar que éstas no permiten dar salida al deseo irrefrenable de dar forma a las cosas, ése no es el caso de un Alcolea capaz de someter la imagen más líquida y congelarla; su defensa de Duchamp desde la pintura es significativa al respecto.

La pintura de Alcolea es una lucha contra la realidad. La necesidad de evasión le dará forma de disparate. La realidad de sus personajes y paisajes semeja haberse derretido. Todo es producto de derivar la imagen, de reconducirla. De ahí que no sea casualidad que sus personajes sean Mickey, Moebius, la reina de Inglaterra, Alicia en el país de las maravillas o a través del espejo, unos borrachos, él mismo… y sus paisajes escaleras, piscinas o Finisterre.

Alcolea buscaba el desdoblamiento a modo de necesidad interior. Como en los cuadros de Bacon, el cuerpo tiende a escaparse y la figura casi desaparece. Por eso Deleuze llega a encontrar a Bacon con Lewis Carroll y cita un fragmento de su Alicia que bien podríamos encajar en la pintura de Alcolea: “se borró muy lentamente… terminando por la sonrisa, que persistió algún tiempo después de que el resto del animal hubiera desaparecido”.


Finalmente, señalaré que aunque Alcolea fue “un pintor ajeno al drama” -como señala en el catálogo el comisario, Fernando Huici-, en sus últimos trabajos rompió con toda su poética anterior legando unos cuadros sombríos y pesados que ya en sus títulos nos anuncian otras búsquedas: La sombra de Joseph Beuys, Después de…, El arcipreste de ETA, Grupo de ‘católicos’ mirando cómo baila el Papa o Lágrimas de cocodrilo. Más que nunca podríamos recuperar una irónica frase que cerraba uno de sus textos: “Pintura haciéndose el muerto”; Alcolea dixit.

Ref- DAVID BARRO- EL CULTURAL

4 comentarios:

Preste Juan dijo...

Tú no tienes un blog. Tienes un país propio. Tan inmenso que me angustia pensar en que no se puede vivir lo suficiente para conocerlo. Ahora siento lo que "significa" el síndrome de Stendhal.

Enric Batiste dijo...

Matemática de sutil pictórica
escindida en sujeto derretida
viviendo hacia alante de la muerte
entrando en su locura la razón...

Y un beso repetido en este mundo

ines dijo...

Ja, ja Preste. Yo estoy metida en el síndrome, de lleno, y te aseguro que es droga pura, no sé como salir.

Bicos

ines dijo...

Vaya, Preste y tu no habeis podido dejar de meter un comentario aqui, NO ESTABA EQUIVOCADA. Cuando estaba buscando "material" para esta entrada me decía: Pero serás boba! ¿Como no conocías este pintor si ademas es gallego? La frente tengo llena de golpes que me he dado contra la mesa...despues de haber realizado una serie de entradas que, a veces, me aburren bastante, Alcolea me ha hecho vibrar, ME ENCANTA

Bicos