miércoles, 15 de diciembre de 2010

Michelangelo Pistoletto



Pintor y escultor nacido en Biella (Italia) y formado con su padre, un restaurador de cuadros que le imprime una fuerte impronta clásica. Comenzará haciendo una pintura cercana al Pop-Art de Warhol. Se vinculó desde muy joven al Arte Povera y a Germano Celant reivindicando la ironía ante el mercado artístico e implicando perceptivamente al espectador en la obra. En efecto, el Povera rechazaba las jerarquías y contaba con la complicidad del público.


Inmerso en los movimientos artísticos del Turín de posguerra, como otros muchos artistas leerá críticamente las transformaciones industriosas de esta ciudad. Se convertirán en agentes sociales de crítica. Lo político y sus conflictos están muy presentes por ejemplo en “Mapamundi” (”Mappamondo”, 1966-1968), en que denuncia la manipulación. Actuará en una película: “Buenos días Michelangelo” (”Buongiorno Michelangelo”, 1966) de Ugo Nespolo, en la que recorrerá las calles de Milán con su obra “Escultura de paseo” (”Scultura da passeggio”, 1966) un enorme globo terráqueo.
Las obras precedentes aluden a los problemas de la realidad y se incluyen dentro de la serie “Objetos en menos” (”Oggeti in meno”, 1965-1966) en los que juega con la percepción, conjugando el espacio virtual y el real de la obra de arte. Formalmente remiten al típico objeto minimalista a través de objetos del mundo cotidiano, que reivindica materiales pobres en contra de la dictadura comercial del arte.


En ellos, Pistoletto se libera de algo, es decir lo hace cosa, quizá siguiendo esa tradición finisecular que llevó a poetas como Mallarmé o Rilke y a artistas como Rodin a volcar sus angustias en sus creaciones. En estos objetos, más que una liberación de angustias, hay una liberación de ideas y conceptas, un concepto mucho más comprometido y menos individualista.
Recordemos que todas estas obras hay que verlas en el contexto del mayo del 68, es decir un revulsivo ante el armisticio posterior a la Segunda Guerra Mundial ante la situación del mundo: problemas de hambre y pobreza derivados de la descolonización, Vietnam, Indochina, Argelia…


Posteriormente se irá desvinculando de las ideas sobre el Povera de Celant, para crear las suyas propias. En “La última palabra famosa” (”La ultime parole famose”, 1967) pone en jaque al lenguaje y sus estructuras lógicas y racionales como elementos de la sociedad a combatir. Busca nuevas formas de expresión, frente al lenguaje estereotipado y lleno de significados vacuos en su devenir histórico, que sólo nos llevan a mantener las mismas estructuras y convencionalismos sociales.



Experimentará con los soportes usando espejos y hojas de acero pulido reflectantes en los que incluye el concepto de espacio ilusorio de tradición renacentista. Aquí está presente el concepto del cuadro dentro del cuadro, el espectador directamente apelado, la reflexión y metáfora sobre la pintura presente en maestros universales como van Eyck, Velázquez o Manet.

Realizará una serie de cuadros negros sobre fondo de acero inoxidable en la que imprime serigrafías fotográficas de personas: “Una mujer” (”Una donna”, 1993). Se crea un cuadro-espejo que resume en su materialidad, en un sólo plano el pasado (fotografía) con el presente (reflejo del espectador). El arte es entendido como lugar de encuentro, con responsabilidad ética y capacidad de relación. Se ve apelado directamente, tanto él como su mundo, al mezclarse con las figuras del cuadro. Crea una tensión entre lo inmóvil y la movilidad del espectador y añade el concepto de siniestro en la aparición del doble. Se convierte en el otro del mundo ilusionista del espejo-reflejo.

Destacables son dos obras más: “Vietnam” (1965) que remite a una época temprana de su producción y por tanto muy influida políticamente. Usando una gran variedad de materiales con un sorprendente resultado: lápiz de grafito, óleo, papel trasparente y acero pulido realiza un espejo en el que superponen dos personajes con una pancarta de “Vietnam” en medio de la cual se reflejan los espectadores, formando una especie de umbral que pretende comprometer con la causa.



La otra, “El pintor” (”Il pittore”, 1993) es tan sólo el dibujo de un lienzo sobre el espejo, de modo que el espectador aparece como agente conformante de la obra de arte, como hacedor y protagonista, enlazando con todos los pintores que se autorretrataron en esta postura durante el pasado: Velázquez, Goya…

En ocasiones se han leído estas obras como verdaderos happening en los que el artista juega con la participación y el movimiento del espectador. Si así fuera sería de una manera muy peculiar y merecería un detallado análisis a parte.
El espejo se concibe como el ojo de las cosas, que están frente a él y dentro de él, es el que realiza el autorretrato, son ojos con memoria, por tanto, al captar porciones de realidad en la que estamos nosotros mismos. También está vinculado a las corrientes del Nuevo Realismo de los años sesenta. Dentro del movimiento está el concepto de cuadro como gran obra y del fragmento como su totalidad.


Con “Pozos” (”Pozzi”, 1991), una instalación que subvierte el concepto tradicional de espejo, sitúa espejos poligonales enmarcados sobre el suelo, de modo que se refleje todo lo superior, desde el techo, hasta los paseantes. Asomarse a estos espejos, es como asomarse a un pozo lleno de agua, a lo profundo que no es otra cosa que la superficie: nuestro rostro, un rostro en ocasiones lleno de miedos atávicos y oscuro, un rostro oculto. Pero también hay, obviamente una lectura perceptiva y dialéctica con el espacio al reflejarlo fragmentariamente.
Sus cuadros reflectantes, instalaciones de bombillas o acumulaciones de ropa vieja siguen en la línea Povera, pero quieren ir más allá al no quedarse sólo en una reflexión objetual sino conectarla con un determinado contexto social.



Desde “Jaula espejo” (”Gabbie specchio”, 1975/1992) obra tomada y retomada hasta la saciedad, muestra espejos sin ninguna impresión formando ángulos variados: abierto u obtusos dispuestos laberínticamente como un trasunto de las imágenes veloces del mundo actual y de las complejas relaciones metropolitanas, que impiden toda comunicación metafísica.

En la famosa “Venus de los trapos” (”Venere degli stracci”, 1967), y también en “Orquesta de trapos” (”Orchestra di stracci”, 1967) amontona ropa vieja borrando o confundiendo los límites entre belleza y suciedad. En la citada Venus una pila de ropa sucia a parece ante la copia escultura clásica de espaldas al espectador, cuyo paño impoluto contrasta con los trapos multicolor.
En ellos y citando el famoso poemario de T. S. Eliot: “La tierra baldía” hay un intento de mostrar lo que queda del arte y de la realidad, fragmentos de basura, de trapos usado en una era procaz y abyecta.


Interesado por lo teatral, en 1967 funda el grupo teatral “Zoo” cuyas escenografias están llenas de objetos en espectáculos relacionados con “Fluxus” y “Living Theatre” al aunar el texto con la música y lo gestual, en una moderna y mucho más anárquica “obra de arte total”.

Desde 1992 es profesor en la Academia de Bellas Artes de Viena. En su afán por unificar arte y sociedad o por dejar que el mundo penetre en el arte y éste se convierta en el reflejo de aquel, inaugura en 1998 la Fondazione Pistoletto.


mundoarte

2 comentarios:

Enric Batiste dijo...

Pistoletto dispara y acierta
en las transformaciones de su arte.

Y un beso en el volumen esbozado

ines dijo...

Ja, ja, si dispara

Bicos