lunes, 31 de agosto de 2009
Pello Azketa
La trayectoria artística de Pello Azketa, nacido en 1949, merecería quizás, ella sola, la atención de un relato, un relato intempestivo, que tendría el valor de una parábola.
Su búsqueda pictórica es un caso especial de dedicación y tenacidad. Al final de esa búsqueda está el logro de una técnica personalísima, que sólo le sirve a él y que obliga a replantear los presupuestos de lo que es mirar y ver, de lo que es objeto y sujeto, obviados en cualquier tratado básico de pintura.
Durante los años 70, Pello Azketa formó parte de una fructífera generación de pintores de vanguardia que dio en llamarse Escuela de Pamplona y que desarrolló su investigación en diferentes direcciones (desde el expresionismo abstracto, caso del desaparecido Mariano Royo, hasta la simplificación minimalista y poética de un Pedro Salaberri).
Azketa, sin embargo, persiguió siempre la exploración de un hiperrealismo aplicado al paisaje urbano y a los objetos humildes de la vida cotidiana, logrando en pocos años una colección de cuadros virtuosos de una técnica acabada y una poesía extraña y verdadera.
A comienzos de esa década, el pintor empezó a sufrir una enfermedad ocular que derivó en pocos años en una ceguera “prácticamente” completa. En 1992, tras siete años de consultas médicas, el pintor volvió a situarse frente a un lienzo. Conservaba aún un resto de visión y una enorme, casi intacta, memoria visual y pictórica.
Desde 1993, que señala el comienzo de esta segunda época del pintor, Pello Azketa no ha dejado de preparar exposiciones, cada uno o dos años. Generalmente se trata de colecciones monográficas que resultan después de hacer un viaje, del material fotográfico y de los apuntes in situ hechos en su transcurso.
ref www.comohacercine.com
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