domingo, 12 de mayo de 2013

Käthe Kollwitz





Una fuerte presencia de la condición femenina durante la guerra, niñas, niños, y la muerte, son los tres temas constantes en el legado de Käthe Kollwitz (1867-1945), artista gráfica alemana, quien a través de su trabajo reveló al mundo los rostros, tragedias, y horror que vivieron principalmente las madres como botín de guerra del régimen nazi.
La entrada del Museo Käthe Kollwitz en Berlín está precedida por una estatua de bronce de la artista alemana que dedicó su trabajo a ser una protesta social y una denuncia pública del régimen nazi. Tras la muerte de su hijo menor durante la Primera Guerra Mundial, el trabajo de la artista se tornó aún más sombrío.
En sus dibujos, pinturas y esculturas la muerte, nacimiento y maternidad se asocian dejando al descubierto la condición vulnerable de la población femenina en la guerra y el terror del régimen nazi.
Eran las madres quienes se encargaban de suministrar la comida, el cariño y el cuidado a sobrevivientes de la guerra, a hijas e hijos, además de ser ellas también quienes aparecen como principal personaje en toda la obra de la artista para comunicar y transmitir el horror del hambre, tragedia y muerte.

Kollwitz nació un 8 de julio como hoy, pero en 1867 en Königsberg, antes de la unificación alemana, en 1867, Königsberg, era la antigua capital de Prusia (actual Kaliningrado, Rusia).
Tuvo que vivir recluida desde 1933 hasta su muerte en 1945 pues su trabajo fue denunciado por el régimen nazi que además persiguió a quien Käthe por ceder su trabajo y así convertirse en una de las principales creadoras de denuncia pública en las marchas y manifestaciones de la época.

Sus trazos sencillos imprimieron personalidad a pósters, carteles, manifiestos y pancartas en las protestas, y sus creaciones dieron voz a la condición femenina, ante todo a las madres de hijos que morían combatiendo en guerra, o asesinados.
De esta forma la artista alemana con su trabajo artístico realizó una llamada doble de protección de las madres hacia sus hijos. Esposa, madre, y artista Kollwitz conoció los agitados días de la República de Weimar, el ascenso del nazismo, su llegada al poder, las imposiciones de dicho régimen, el estallido y el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial.



Dedicó gran parte de su trabajo a realizar autorretratos, hizo más de 50, en los cuales es posible apreciar el avance del tiempo en su cuerpo, en sus creaciones y crecimiento artístico. La artista nunca le tuvo miedo a la muerte, ni a la vejez.
Vivió valiente, sin prejuicios. Se dibuja avejentada, con el pelo blanco y la mirada profunda en todo momento en el museo de Berlín que dedica cuatro pisos enteros a la artista, donde es posible observarla en todas sus facetas, como madre, joven esposa, sensible y siempre en protesta.

Los rostros de sus personajes aparecen sombríos, con los ojos cerrados o sin ellos en gran mayoría. La muerte inunda las casas, en la mesa donde sobrevive una familia con migajas de comida, una calavera se lleva a los hijos que se atan desesperados a las faldas de su madre.
De esta y muchas formas más Kollwitz denunció la miseria y la explotación que sufren las personas pobres también, reflexionó sobre la muerte que nos acecha o a la que miramos con esperanza si la vida se nos hace demasiado difícil.

Actualmente ha sido recordada, pues al iniciarse la invasión de Irak, algunos de los testimonios gráficos de la guerra recuerdan obras de Käthe, como si fuese esa guerra, la de Irak, la que las hubiese inspirado.
A diferencia de muchos de sus contemporáneos, fue testigo de su éxito en vida. Además de perder a su hijo menor, también vio morir a uno de sus nietos, vivió el avance de las tropas aliadas sobre Alemania, y los bombardeos que destruyeron el país, incluida su casa-taller.
Murió el día 22 de abril de 1945, sólo unos días antes del suicidio de Hitler y la caída de Berlín.



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