( Vigo, 1946
Aunque su vinculación al mundo plástico es por completo paralela a su vida, ya que desde niño trabajó en medios creativos publicitarios, como pintor de caballete se ha mostrado relativamente tarde.
Comenzó a exponer en 1983, en su ciudad natal. Desde entonces ha realizado muestras con regularidad, en ciudades de Galicia, de España y de Portugal.
Es importante su faceta de ilustrador, porque es un dibujante exquisito, de grafismo primoroso, capaz de sintetizar la arquitectura monumental o cualquier objeto en los trazos justos.
Fundamentalmente paisajista, y sobre todo, paisajista urbano, digamos de su pintura lo que afirmaba Ortega y Gasset respecto de la literatura de Azorín: «primores de lo vulgar». Porque Alex Vázquez es capaz de hacer motivo plástico de cualquier nadería, de lo secundario y habitualmente inadvertido. Así, un balcón, unas macetas, un interior entrevisto, o simplemente presentido, al través de unos visillos, constituye una pintura de ejecución equilibrada, a veces minuciosa, pero nunca insistida, de manera que la anécdota, como quería el maestro d'Ors, se eleva a categoría.
Pintor del sentimiento, de evocaciones y nostalgias, de imaginaciones viscontianas, a caballo entre un barroco intemporal y un novecentismo inexacto, deliberadamente inexacto, para que el motivo y la interpretación se identifiquen sin avasallar. Un pintor sin vanguardias, convencido de que forma, luz y ambiente, son también, y con gran verdad, la verdadera pintura.
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