lunes, 8 de junio de 2020
Manuel Prego de Oliver
En Ourense nació Manuel Prego de Oliver, el 19 de abril de 1915, y en esta ciudad moriría, casi con años justos, otro abril de 1986. Su vocación por el arte es temprana, aunque no pueda deldicarse a él profesionalmente sino bastantes años más tarde. El inquieto muchacho, de una familia que dará intelectuales y periodistas, ejerce como maestro en la aldea de San Mamede de Urros, en 1933, cuando cuenta sólo dieciocho años.
La guerra civil trunca su dedicación, puesto que se ve relegado del Magisterio al concluir la contienda, cuando ya depende de él una familia. Así, la pintura, que es su vocación, ha de constituir su medio de vida. Realiza su primera exposición en Madrid en 1941. Después lo hace en Barcelona, Bilbao, Salamanca, donde pinta murales en restaurantes. En Galicia muestra su obra en Vigo, donde encuentra apoyo del notario Alberto Casal, su protector, y realiza numerosos retratos, de excelente pintura, de antiguos presidentes de la Cámara de Comercio, y dos murales, uno del trabajo en el campo y otro en el mar, para la Estación Marítima, a finales de la década de los cincuenta, ambos obras maestras de su quehacer plástico.
Expone también en Ourense y A Coruña. Dibujos de Prego aparecen con frecuencia en publicaciones de Madrid. Su firma se hace habitual en los dominicales de ABC. La gran muestra de su vida la realiza en París, en 1981, en el Palacio de la Unesco, después traladada a Barcelona, al palacio de Pedralbes, al Centro Cultural Caixavigo, en 1984 y a su ciudad natal en 1985. Prego es un lector infatigable, un discutidor razonante, de sibilina dialéctica.
Su figura menuda y enjuta está en todas partes. Su presencia en los veranos de Baiona se hace proverbial, en tertulia con Torrente Ballester, Carlos Casares y el periodista Iglesias Viqueira. Allí, en la cafetería Monterrey, se le recuerda con una placa en el lugar donde la reunión se efectuaba cada mañana estival. Su obra está en todos los Museos de Galicia y en importantes colecciones institucionales y privadas. Prego amaba lo humilde, de lo que da constante referencia en su pintura. Amaba a los niños, a los ancianos, a los mendigos.
Amaba a los caballos, a los perros, a las flores del campo, a las dornas y a las playas desiertas. Dibujante muy seguro, de trazo nervioso y efectista, manchaba con aquilatamiento, en empaste grueso y calibrado. Su pintura es olorosa, intimista, lírica. Algunas veces de ironía, y siempre de ternura, presiden el espíritu de sus figuras, como abocetadas y con tanta vitalidad. Dejó una amplia obra con géneros muy concretos: bodegón, paisaje, desnudo femenino, niños, viejos, mendigos, peces. Podría hablarse de series, tal es la insistencia de un mismo motivo a lo largo de su vida.
Afundación
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