Nació en la bilbaína calle Askao, hijo de Eusebio Arteta y labrador, de profesión ferroviario, y de Petra Errasti y Zabala. Comenzó sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao. En 1894 toda la familia se trasladó a Valladolid. Posteriormente viajó a Madrid, estudiando en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
No queriendo ser una carga para su familia, Arteta simultaneó sus
estudios con los más diversos trabajos, tales como pintor de brocha
gorda, ilustrador, dibujante de bordados, litógrafo e incluso como aplaudidor en teatros.
En 1902 obtuvo una beca de la Diputación vizcaína, junto con Ángel Larroque, Echevarría, Nemesio Mogrobejo y Quintín de Torre. La beca le fue concedida por la obra Accidente de trabajo en una fábrica de Vizcaya. Este hecho le permitió viajar a París, donde completó su formación. En la capital francesa recibió la influencia de las revisiones de la pintura impresionista a través de Gauguin y Toulouse-Lautrec. Un posterior viaje a Italia permitió a Arteta conocer el Renacimiento italiano, y más específicamente, con la pintura mural.
En 1906
se estableció en Bilbao, abriendo estudio. Alternó la labor puramente
pictórica con el diseño de carteles y labores litográficas. Realizó su
primera exposición en la bilbaína galería Delclaux. En 1911
fundó, en compañía de otros insignes artistas la "Asociación de Artistas
Vascos". Con ocasión de la nueva decoración de la sede de la Sociedad
Bilbaína, Arteta realizó una de sus obras más recordadas, la conocida
como Eva arratiana, en 1921.
En 1921 comenzó en los frescos del Banco de Bilbao, en Madrid. En 1924
fue nombrado primer director del recién creado Museo de Arte Moderno de
Bilbao. Esta labor no estuvo exenta de polémica ya que el ayuntamiento
de Bilbao censuró a Arteta las adquisiciones realizadas. La dimisión de
Arteta provocó una oleada de apoyos de intelectuales de toda España, que
acabó por convertirse en una crítica a la política de la dictadura de
Primo de Rivera desde el campo del arte. En 1930 recibió el Premio Nacional de Pintura.
El inicio del conflicto sorprendió al pintor en su domicilio
madrileño. El primer día del mes de diciembre del año 36 sale hacia Valencia en compañía de entre otros, Gutiérrez Solana. En esa ciudad realizó un cartel de colaboración con el gobierno de Euzkadi. De Valencia se trasladó a Barcelona, primero, para pasar luego definitivamente a Francia. Allí realizó un periplo por varias ciudades (Biarritz, Burdeos), librándose de los habituales campos de refugiados. Finalmente, y a bordo del vapor Sinaia se trasladó a México. Una de sus últimas obras fue la decoración del comedor de la residencia de Indalecio Prieto en la capital mexicana.
El 10 de noviembre de 1940 falleció a causa de un accidente de
tranvía cuando se dirigía, en compañía de su esposa a Coyoacán. Según el
testimonio posterior de Indalecio Prieto,
Arteta y su mujer se dirigían a pasar una temporada en el campo, para
reponerse de la noticia recibida del fusilamiento el día anterior de Julián Zugazagoitia.
Su pintura, un tanto idealizada, y teñida de una gran melancolía,
cultiva con preferencia el tema vasco, tanto el eminentemente rural como
la transformación de esa sociedad a la industrialización, con paisajes
urbanos centrados en el entorno de la ría del Nervión. El crítico Juan de la Encina dijo de él, en relación al cuadro Pescadores, enviado por Arteta a la exposición de la Asociación de Artistas Vascos, realizada en Madrid en 1916:«En
tiempos en que el charlatanismo y la vanidad son y han sido haciendas
en explotación, por una parte, no podemos por menos de aplaudir el
recogimiento de Arteta; pero por otra parte, lamentamos que artista de
tanto talento huya temeroso de darse al público dictamen». También se dedicó a la ilustración de libros, como en el caso de la obra Divagaciones de un transeunte de Alejandro de la Sota.
Entre los años 1917 y 1923
Arteta realizó varios paisajes urbanos, en los que la influencia de
Lautrec es patente. La inclinación realista del pintor le hizo elegir en
numerosas ocasiones barrios obreros de ese Bilbao industrial, o
rincones deprimidos. Obras como El puente de Burceña, Barrio obrero o La calle son buenos ejemplos de ese realismo social de Arteta que tuvo como escenario la ciudad de Bilbao. También abundan los lienzos en los que Arteta se limitó a reflejar rincones más burgueses de la ciudad, como El Campo Volantín desde mi estudio.
Según la crítica moderna.
la pintura de Arteta, entre épica, melancólica y silenciosa refleja el
paso y el tránsito de una sociedad agrícola a una industrial, de una
sociedad rural a una sociedad urbana, el comienzo de la construcción del
Gran Bilbao como espacio urbano señorial y proletario. Con ocasión del centenario de su nacimiento, en 1979, el Banco de
Bilbao celebró una doble exposición en el Museo de Bellas Artes de
Bilbao y en la sala de exposiciones de la propia entidad bancaria. Se
consiguieron reunir 70 obras de primera magnitud, a las que acompañaron
textos de entre otros, Manuel Llano, Edorta Kortadi, Kosme Barañano e
Indalecio Prieto.
Tras la bonanza económica experimentada por la burguesía bilbaína a caballo de la Primera guerra mundial, los accionistas del Banco de Bilbao decidieron establecer en Madrid una nueva sede. En 1919 se convocó un concurso de proyectos para la construcción del nuevo edificio, ganándolo el arquitecto Ricardo Bastida. Él mismo se hizo cargo del desarrollo de las obras, que comenzaron en 1920,
concluyéndose tres años. Las irregularidades que presentaba el solar
obligó al arquitecto a disponer dos edificios que quedarían unidos por
una rotonda cubierta, mientras que la fachada principal se dispuso con
columnas, capiteles y entablamentos de órdenes clásicos gigantes,
estética que se había convertido en la habitual en la construcción de
edificios bancarios. Se eligió a Quintín de Torre para la elaboración de la decoración escultórica y a Higinio de Basterra para la realización de las dos cuádrigas que coronan el edificio.
En 1921 Arteta recibió el encargo más importante de su carrera profesional, cuando le fue encomendada la decoración del vestíbulo. Arteta preparó concienzudamente la realización de las pinturas, y solicitó el asesoramiento de Manuel Losada,
quién le asesoró sobre aspectos técnicos y materiales. También viajó a
Italia para asesorarse sobre los materiales a emplear y para conocer la
obre de los maestros antiguos. A modo de experimento realizó una pequeña
obra: En la romería (actualmente en el Museo de Bellas Artes de Bilbao), para la casa que Bastida tenía en la localidad de Ondárroa, que le ayudó a familiarizarse con la exigente técnica del «buon fresco».
Arthur G. Dove nació en 1880 en Canandaigua, Nueva York, U.S.—murió en 1946, en Huntingdon, Nueva York. Dove Se graduó en Cornell University en 1903. Empezó su carrera como ilustrador de revistas y sus primeros trabajos aparecieron en Scribner’s, Collier’s, y en el The Saturday Evening Post. En 1907–08 viajó a Paris para estudiar. En París se hizo amigo de otros artistas americanos como Max Weber y Alfred Maurer, y se influencia del impresionismo y del fauvismo y de la obra de Paul Cézanne. Expuso dos veces en el Salón de Otoño. En 1909 volvió a los Estados Unidos y conoció al fotografo Alfred Stieglitz, a John Marín y a Georgia O´ Keeffe.
La obra de Dove refleja su creencia en que el color y la forma son instrumentos con los que expresar la esencia del exterior de las cosas. A pesar de su estilo no objetivo, su pintura a menudo sugiere paisajes ondulantes. Tambien creó collages irónicos como Goin’ Fishin’
(1925), realizados con diferentes materiales. En la década de 1920 se separó de su mujer e hijos y se trasladó a Long Island para centrarse en la pintura
La abundante obra de este periodo tiende hacia el abstracto y los temas sugieren connotaciones místicas, con temas sobre el mar y la costa. En 1922 encontró un patrocinador (Duncan Phillips, fundador de Phillips Collection en Washington,
D.C.) pero nunda tuvo una base financiera sólida. A finales de 1930 enfermó, pero continuó pintando y la mayoría de los críticos considera que su mejor obra es la de la década de 1940.
Su padre presidía el Ministerio de Asuntos Belicistas (Defensa). A pesar de que le encantaban la filosofía y la literatura, estudió derecho en la Universidad de París después de educarse en colegios de prestigio pagados por su padre. En 1887 decidió dedicarse a la pintura y siguió cursos en la Academia Julian y la Escuela de Bellas Artes de París, momento en que conoce a los artistas con los que impulsaría el movimiento nabi.
En 1899
se consagra como artista publicitario (con un anuncio de champán) y
conoce a una muchacha de origen humilde llamada Maria Boursin, que
cambia su nombre a Marthe de Méligny para parecer más aristocrática.
Bonnard se casa con ella y tuvieron dos hijos: Charles, químico, y
Andrée, música. La trayectoria pictórica de Bonnard se fue decantando hacia el naturalismo y el simbolismo movido por su interés por la magia y las ciencias ocultas.
En 1900, el marchante Ambroise Vollard publica su primer libro de artista, el poemario Parallèlement, de Paul Verlaine, con ilustraciones de Bonnard. Su mayor originalidad radica en los abundantes desnudos femeninos, con alusiones lésbicas,
para los que el pintor tomó fotografías de su entorno íntimo. La
edición fue un fracaso comercial, pero Vollard siguió apoyando al
artista.
Su especialidad en interiores reposados, con figuras femeninas en
actos cotidianos como el aseo y la lectura, explica que su pintura fuese
llamada «intimista». Aunque las texturas esfumadas pueden recordar al Impresionismo,
Bonnard no plasma la realidad inmediata y fugaz, sino que elabora
escenas subjetivas, con encuadres y colorido nada casuales. Al contrario
de lo habitual hasta entonces, elige tonos cálidos para los fondos y
fríos para los elementos en primer término, alterando en cierta medida
la percepción de las distancias.
En 1910 Bonnard dejó París por el sur de Francia. Vivió en Francia y el Norte de África. Su longevidad le permitió conocer la etapa del Cubismo y del Surrealismo, aunque no se aproximó a ninguna de ambas estéticas. Como casi todos los maestros franceses de la época, carecía de presencia en los museos españoles hasta la apertura del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, que posee el Retrato de Misia Godebska (1908), futura esposa del pintor catalán Sert.
Posteriormente, el Museo Reina Sofía sumó otro retrato de Bonnard, de 1906, donde posan Misia y su esposo entonces, Thadée Natanson. La Colección Carmen Thyssen-Bornemisza debe de contar con algún otro ejemplo suyo, al igual que la Colección Juan Abelló (en este caso, dibujos).
John Korner nació en 1967 en Aarhus, Dinamarca, vive en Copenhagen. Su pintura es una mezcla entre figurativo y abstracto, realizada en acrílico. Sus tematica va desde la gente, animales, barcos, árboles y la guerra. Además de la pintura tambien hace cerámica. Estudió en la Real Academia de Bellas Artes de Copenhagen.
Artista alemán nacido en Schwelm en 1959. admirador de Goya y Velazquez. Martin Assig está
representado por tres de las galerías de arte contemporáneo más
prestigiosas a nivel mundial, como son Tanit de Munich, Volker Diehl de
Berlín y Jablonka de Colonia. Aunque también ha colaborado, en España,
en galerías tales como Senda en Barcelona y Vanguardia en Bilbao así
como con el Museo Nacional Reina Sofía de Madrid. En el extranjero,
Assig también ha participado en galerías como la Michael Kohn de Los
Ángeles o Vidal-Saint Phalle en París.
Por trayectoria y obra artísticas, Antonio Quirós (Santander,
1914-Londres, 1984) es un caso de muy difícil clasificación, una de esas
figuras universalmente respetadas, pero que no caben en los esquemas.
Formado en ese Santander cosmopolita de antes de la guerra civil,
discípulo de un pintor local totalmente académico -Camollano-,
emparentado con María Blanchard y dotado de una precoz personalidad, no
es fácil, desde luego, determinar qué y cómo maduró Quirós su peculiar
universo plástico, en el que se mezclan un virtuosismo técnico
prodigioso y un mundo imaginativo alucinante. Interpretando algunas de
sus raíces pictóricas, cabe aludir a ciertas huellas de la propia María
Blanchard y de Vázquez Díaz, lo que nos facilita la pista de su apetito
juvenil de modernidad; pero ni la dureza cristalina de estos pintores
figurativos poscubistas, ni la correspondiente coloración mineral con
que rellenaban los contornos tallados, ni tampoco, en fin, por otra
parte, la apropiación de cierta atmósfera superrealista permiten el
encasillamiento de Quirós.
Alma metafísica
Enrolado en el Ejército republicano durante la guerra civil,
conocedor de la derrota, los campos de concentración, la resistencia y
el exilio, Quirós es un solitario introvertido que mantiene
aristocráticamente la compostura mientras su aguda sensibilidad absorbe,
como un secante, la realidad empapada de desdicha. En la posguerra
reside en París, en cuyas academias de La Grande Chaumière y Julien
había estudiado pintura, pero no se puede decir que allí formara escuela
como otros artistas españoles, a pesar de que estuvo en la capital
francesa durante 12 años seguidos, desde 1939 hasta 1951.Una vez
configurado su personalísimo estilo, que se puede seguir bien a partir
de los años cuarenta, no hay grandes cambios en la pintura de Quirós,
que, sin embargo, se mantiene activo. No es un creador dúctil, de
rápidas variaciones superficiales, sino un alma metafísica, concentrada y
profundamente silenciosa. Los personajes de sus cuadros tienen la
dolorosa rigidez de cuerpos convulsos retorciéndose en el espacio
indefinido de la soledad. Haber situado a estas criaturas, casi
consumidas, en medio de una atmósfera de vaporosa indeterminación, con
lo que parecen flotar en una desolación patética, proporciona una
inmediata sensación de absurdo.
Con la tragedia en ciernes, cuidadosamente solapada, Quirós interpone
entre la percepción inmediata de lo grotesco y su representación una
sutil capa de frío distanciamiento; diseca las efusiones y mete el
corazón en un estuche transparente. Hay, pues, en él algo de esa
corriente estética española de ardores helados que se reconoce en El
Escorial, en Velázquez, en Juan Gris... Distrae sus humores visionarios,
que pueblan su imaginación con fantasmas quevedescos, con la aplicación
de una perfección técnica maniaca, apurada al máximo y enterrada con
los elegantes brillos del barniz. Y esa mezcla de gritos ahogados y
refinamientos manieristas es la que refuerza hasta lo insoportable la
sensación de inquietante desazón que proporcionan sus cuadros.
De buen porte, como de oficial británico del viejo imperio, Quirós
tenía una presencia gallarda y no necesitaba meter ruido para hacerse
notar. Su personalidad, como su pintura, emanaba un aura reverencial que
imponía respeto. Realizó últimamente exposiciones personales
importantes en Madrid y Santander. También, siendo ministro de Hacienda
García Añoveros, se le encargó y llevó a cabo un impresionante retrato
del Rey. Miraba con despego a la fama y ha muerto con la misma discreta
dignidad con la que siempre había vivido.
Philipp Fröhlich, Schweinfurt (Alemania)1975, afincado en Madrid desde
2005.La obra de este pintor desprende una gran fuerza en su lenguaje
plástico. La temática es el paisaje, desnudo de figuras humanas, pero
con una evidente acción antrópica en muchos de sus lienzos. Así podemos
observar tendidos eléctricos, cables que arrancan de un vertedero o de
un montón de escombros, viviendas o construcciones que rompen el fondo
de un agreste rincón, caminos que surcan idílicos espacios naturales.
Todo ello es utilizado para incidir en que la perspectiva de la
composición sea más evidente.
Sus pinceladas, sueltas e independientes
entre sí, nos recuerdan el puntillismo. Su cadencia se va haciendo mayor
conforme avanza hacia el exterior del cuadro, creando un efecto de
desenfoque en el primer plano que nos conduce a adentrarnos en su
interior, a pasearnos por la naturaleza que preside su obra, es decir,
nos convierte en involuntarios protagonistas de ésta. Su maestría en el
color hace que las arriesgadas combinaciones de tonalidades que suele
utilizar no resulten, pese a su acentuado efectismo, estridentes, sino
valientemente armónicas.
El gran formato de sus lienzos contribuye a
generar la sensación de que el artista ha construido, para nosotros,
unos amplios y bellos escenarios, dentro de los cuales es el espectador
quien tiene que desenvolverse y crear su propia vivencia, partiendo
desde una reflexión ecológica, e incluso, quizás, desde una ensoñación poética.