domingo, 2 de marzo de 2008

EL GATO DE ANGORA DE LOS VECINOS


Silvia y Federico decidieron irse a vivir al campo. Compraron una casa de dos plantas con gran jardin y piscina. Sus vecinos eran una encantadora pareja de ancianos.


Cuando se instalaron, Bufo, su perro pastor, disfrutó de la novedad como un niño. Se revolcó en el césped, arrancó flores y hasta se hizo unos largos de piscina.


Al principio todo iba muy bien y todos disfrutaban de la tranquilidad del campo... hasta que Bufo descubrió el gato de los vecinos.


Los vecinos tenían un precioso gato de angora, blanco como la nieve, con ojos amarillos.


El seto que separaba ambas propiedades no era tan alto como para impedir que Bufo lo saltara y corriera detrás del gato.


Al perro dejó de interesarle la hierba, la piscina, las flores, solo estaba pendiente del gato y al felino parecía no disgustarle el juego porque cuando veía a Bufo dormitando se subía al seto a retarle.


La pelea siempre acababa con un montón de macetas rotas y el gato en el tejado.


A Silvia esta situación le preocupaba, no quería terminar enfadada con sus maravillosos vecinos así que le pidió al marido que hiciera algo para impedir que Bufo saltara.


Federico se fue a comprar una rejilla, una de forja, alta, imposible de que Bufo la saltara...


Cuando la estaba colocando, de repente se le paralizó el corazón, Bufo estaba entrando en la finca con el gato en la boca. LLamó a gritos a su mujer y consiguieron rescatar el animal. Estaba MUERTO, muy muerto y lleno de tierra.


Silvia con lágrimas en los ojos entró con el cadáver en casa y pensó. ¿Como le podría decir a los vecinos lo que había ocurrido?-


De repente tuvo una brillante idea.... Lavó bien el gato, lo secó con el secador y así, limpio y reluciente lo colocó delante de la puerta de los vecinos. Nadie podría imaginarse que el gato no había muerto de "muerte natural"


Pasaron los días y la pareja de ancianos no salía nunca al jardin. La casa estaba totalmente cerrada. Silvia alarmada no sabía que hacer.


Un día, ya muerta de curiosidad, llamó a la puerta de los vecinos. Un brazo salió por la puerta medio entreabierta y la metió dentro de la casa.


La anciana con los ojos abiertos y cara de terror le contó:


Hija mía, lo que nos ha sucedido!!!


El gato se nos murió, mi marido y yo lo enterramos en el jardin. Que lo hicimos con nuestras propias manos y nuestros ojos lo vieron...y a LOS DOS DÍAS, nos apareció en la puerta, muerto si, pero LIMPIO Y RELUCIENTE.


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