martes, 7 de junio de 2011
CECILIO CHAVES
Cecilio Chaves (Cádiz, 1972) se crió en el tipismo gaditano, jugando con su primo en las calles del barrio de la Viña donde vivía su abuela. Se le abrió un mundo cuando apenas con 10 años vio a un pariente rotulista pintando. "Yo quiero hacer eso", se dijo. Ahorró lo suficiente para comprar una cajita con óleos que parecía llamarle desde un escaparate de la calle Santiago. Así culminó su primer cuadro. Convertido ahora en uno de los referentes de la pintura en Cádiz, Chaves se ha afincado en Tomiño (Pontevedra) junto a su mujer, la también artista Pilar Alonso. Desde su casa de campo, sacia la morriña por su tierra recordando en sus cuadros las azoteas del cielo gaditano, aunque ha encontrado nuevos paisajes y retos con los que evitar encasillarse. En su estudio gallego ultima una exposición para la Fundación Caixanova de Vigo, en la que Cádiz tendrá protagonismo.
Pregunta. ¿Nació en esas vivencias infantiles la inspiración de las azoteas?
Respuesta. Las azoteas llegaron después cuando ya estaba estudiando en Sevilla la carrera. Tengo favoritismo por ellas. Lo que me motiva para pintar es la ciudad que conozco. Cádiz, Vigo, la que sea. Me recuerdan cosas. Pinto azoteas y recuerdo cosas de la niñez. Y es cuando mejor me siento.
P. Dice que son paisajes llenos de vida pero no aparecen personas.
R. No creo que haga falta la gente. Realmente cuando pinto una azotea lo que pretendo es transportar a la gente. Es como una ventana que se abre a la realidad.
P. ¿Se pueden cerrar esas azoteas?
R. No lo sé. Es todo una evolución. Depende de cómo vaya. De aquí a cuatro años, quien sabe. Yo no fuerzo cambiar de temática.
P. ¿Y esa evolución dónde le está llevando?
R. El problema al que nos enfrentamos los artistas plásticos es que parece que tienes que entrar dentro de un círculo para que se te considere. Es un mundo que va muy rápido, sobre todo, tecnológicamente. Y esa velocidad nos alcanza de pleno. En el arte se confunde la innovación con la calidad. ¿Y eso dónde me lleva? Sé de colegas que se esfuerzan en entrar dentro de un círculo. Yo sigo mi camino y no me planteo hacia donde quiero ir.
P. ¿Es un arte impuesto?
R. Exacto. A veces el coleccionista o el comprador se ve influido por intereses más especulativos que artísticos. Hay mucha urgencia por todo. Y entre esas urgencias está la de generar nuevos artistas. Y no es comparable uno que acaba de surgir con otro que tiene una trayectoria acreditada. No quiere decir que no sean buenos pero habría que esperar a ver su trabajo madurar. Porque hay riesgo de que se conviertan en autómatas.
P. ¿Qué ha encontrado en el campo de Galicia?
R. Los viajes enriquecen siempre. Galicia me ha aportado cambiar de aires. Aunque el verde no lo utilizo en mis cuadros, me gusta mucho el paisaje de Vigo. La distancia con Cádiz me ha hecho mirarla de otra manera, me ha llevado a pintarla con más ganas. Por nostalgia. Por morriña, que lo llaman aquí.
P. Está ultimando su próxima exposición. ¿Vuelven sus cuadros a mirar a Cádiz?
R. Sí. Estoy trabajando para una exposición de la Fundación Caixanova de Vigo, en la sala principal. Estoy rematándola. Son paisajes de Vigo y de Cádiz. El 80% son cuadros de Cádiz. Aquí me identifican como un pintor de la luz. Y son ciudades con una luz especial. Siempre hay muchos enfoques. Hay gente que pinta Madrid o Zaragoza. A mí me gusta pintar Cádiz. Si expones en Cádiz, parece un poco oportunista pero no puedo evitarlo. Es lo que pinto. Y me siento bien.
P. ¿Siempre desde la azotea?
R. Algunos sí pero en otros me bajo en la calle. La gente no suele mirar por donde va. Los pintores tenemos otra forma de ver la realidad. Tenemos otros ojos. También espero viajar pronto a Berlín para cargar pilas y salir de la cueva y mantener la relación que tengo con la galería Benot de Cádiz.
P. Usted convive con otra artista, su mujer Pilar Alonso, con la que comparte casa y taller. ¿Cómo influye eso en su trabajo?
R. Tener la suerte de compartir tu estudio, además de tu vida, con una artista como ella, que trabaja distintos soportes, te aporta mucho. Es bueno tener un compañero que te coja por los hombros y te sacuda. Un acicate.
EL PAIS
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario