Aunque es un pintor de lo abstracto, Chu nunca ha sacrificado sus raíces artísticas, que están profundamente plantadas en las tradiciones de la pintura china. De hecho, su respeto al arte tradicional chino fue en gran parte producto de su educación.
Nacido en 1920, Chu creció en una familia de entusiastas del arte. Su padre y abuelo eran doctores, pero también tenían talento para la pintura. Llenaron la casa con creaciones propias y muchas pinturas chinas famosas, así como con obras caligráficas que habían coleccionado.Cuando tenía 15 años, Chu entró a la Academia Nacional de Artes en Hangchow, en la provincia de Chekiang, en donde recibió las enseñanzas de artistas e intelectuales famosos de China y de otros países. Cuando la guerra civil estalló en China, Chu y su familia se trasladaron a Taiwan en 1949. Se convirtió en profesor asistente de arte de la Universidad Nacional Normal de Taiwan.
Mientras que vivió y trabajó en Taiwan, Chu desarrolló un estilo de pintura que tenía una apariencia menos improvisada que el estilo abstracto que le dio fama internacional. Seguidor de Cézanne, pintó los paisajes y las flores de Taiwan así como bodegones y retratos empleando técnicas similares a las incorporadas por el impresionista francés.
En 1955, Chu fue a París. Dado que entonces el abstractismo era la principal corriente artística en París, él se introdujo en esta escuela de pintura. Una exhibición en particular se convirtió en el puente que transportó las inclinaciones artísticas de Chu del reino postimpresionista de Cézanne, al impetuoso mundo del expresionismo abstracto.
Celebrada en París en el Museo Nacional de Arte Moderno, la muestra retrospectiva de obras realizadas por Nicolas de Staël representaron una gran oportunidad para que Chu apreciara el trabajo del pintor nacido en Rusia.
La inspiradora exhibición dio al artista chino la oportunidad de observar de cerca las obras de De Staël –desde las primeras pinturas objetivas, hasta los experimentos con lo abstracto y luego a una etapa posterior en la cual retorna al estilo objetivo. Aunque De Staël centró sus pinturas en objetos reales, su estilo no puede ser llamado necesariamente objetivismo. Virtió sus sentimientos en el lienzo, embelleciendo las imágenes básicas con florituras emocionales. Pero su estilo no fue dominante dado que dio a sus obras una calidad estética generalmente sensible.
Todo ésto conmovió a Chu. Debido a que la tradición artística china tiene sus raíces en una búsqueda de lo ideal, Chu fue fácilmente abrumado por dicha exhibición y ansiosamente empezó a seguir el expresionismo abstracto.
Chu reconoció que la muestra de De Staël fue una gran revelación para él. “Antes de esa exhibición, pintaba objetivamente”, dijo en cierta ocasión. “Pero ya no estoy interesado en esa forma de pintura porque he llegado a darme cuenta de que para mí, la libertad del expresionismo abstracto está muy por encima de cualquier otro estilo”.
Para 1960, Chu se había establecido firmemente entre los círculos artísticos parisienses. Fue elogiado por su estilo fuertemente individualista. Durante este período de su carrera, la mayoría de sus pinturas consistían de fondos monocromos embellecidos con frenéticos trazos en las orillas.
En algunas ocasiones, sus obras abstractas sugieren nubes matizadas de color, cataratas descendiendo de montañas, y formaciones rocosas que se yerguen sobre extensos llanos.
Los críticos del arte franceses observan una relación natural entre las obras de Chu y las pinturas chinas de paisajes. Ambos son sumamente poéticos, explicaron.
Los intelectuales han observado la misma relación. “Chu está altamente influido por las técnicas de la pintura china y la fuerza de los paisajes chinos”, dijo Lee Chu-chin, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Kansas, Estados Unidos.
“Aunque las pinturas de Chu son abstractas, no objetivas y sin formas reales de arroyos, montañas, rocas y árboles, él comprende el eterno encanto de la naturaleza”, dijo Lee. “Permite que la gente sienta la bruma que envuelve las montañas en una pintura”, recalcó el profesor.
Para la década de los setenta, el estilo artístico de Chu había alcanzado un alto nivel de madurez. Sin embargo, ésto no quiere decir que no continuó expandiendo su gama de técnicas artísticas. Fue más o menos en esta época que se vio influido por un método usado con gran maestría por el pintor holandés del siglo XVII, Rembrandt.
Rembrandt tendía a añadir luces a sus imágenes sólidas y sumamente pigmentadas, logrando fuertes contrastes en sus pinturas. Incluso si Chu es un pintor de lo abstracto, en una ocasión admitió que Rembrandt le brindó gran inspiración e influyó “directa e indirectamente” en sus pinturas.
Pero el trabajo de pincel de Chu siguió respetando la técnica del “espacio en blanco”, tan popular en la pintura tradicional china. Este método consiste en dejar áreas del lienzo sin pintar; con frecuencia estas masas blancas son empleadas para representar el cielo o el mar. En una referencia a sus pinturas que incorporan esta técnica, el historiador del arte Lee las llama “paisajes del corazón de Chu”.
El año de 1979 fue importante en la vida personal y carrera artística de Chu. Ese año, las autoridades en Pekín declararon la apertura de China continental al mundo exterior. Ello permitió que por primera vez en tres décadas Chu visitara China continental. Más tarde ese año, Lin Fengmien, maestro de Chu en China continental y presidente de la academia en Hangchow, viajó a París para realizar una exhibición. Esta fue seguida por una visita de una delegación de arte de China continental a la capital francesa. Fue encabezada por el escultor Liu Kaiqu, otro profesor de Chu en Hangchow durante los años treinta.
El restablecimiento de estos contactos permitió a Chu aprender acerca de los cambios en China continental desde los turbulentos tiempos de la Revolución Cultural. En 1983, Chu fue invitado a visitar la Universidad China en Hong Kong y un museo de bellas artes en Pekín. Tres años más tarde, Chu celebró una exhibición en Hong Kong. Y en 1987, una importante retrospectiva de sus obras se llevó a cabo en el Museo Nacional de Historia de Taipei.
La reciente muestra en el Museo de Bellas Artes de Taipei es un ejemplo más de cómo las pinturas de Chu cobran mayor popularidad entre los aficionados al arte chino en Taiwan, Hong Kong y China continental. Quizás, como resultado de ésto, durante los últimos años el artista ha incrementado continuamente el uso de elementos artísticos chinos en sus obras.
Cuando era niño, Chu invirtió una considerable cantidad de tiempo practicando caligrafía china. Sus últimas pinturas revelan un retorno nostálgico a este arte dado que en ellas se utilizan enormes caracteres escritos o representan paisajes en que el pasto está pintado en un estilo que sugiere trazos realizados por un pincel de caligrafía.
Igualmente importante es la relación que Chu establece entre la caligrafía y el arte abstracto occidental. La conexión es que las dos formas de expresión exigen excelencia en la técnica.
Una observación de sus óleos revela que los trazos de los pinceles, ya sean anchos o finos, están estrechamente relacionados con la caligrafía china. De hecho, muchas técnicas de caligrafía china –tales como el orden vertical de las imágenes y el efecto de ascenso, descenso y movimiento de los trazos– han sido adoptados por Chu en sus pinturas abstractas.
Desde principios de los años ochenta, las pinturas al óleo de Chu se han acercado más a la tradición china. Algunas de sus obras fueron creadas en formatos que recuerdan los rollos chinos. Ejemplos de ésto incluidos en la muestra de Taipei son: Cosmo azul, Tierra, Después de la lluvia y Pleno invierno.
Las técnicas de pincel de Chu, sus colores y sus formas en la composición a veces recuerdan las pinturas chinas de aves y flores, paisajes chinos u obras caligráficas con gran espíritu”, dijo Lee.
El mismo Chu explica que una base sólida es crucial para el éxito de un pintor. “La profundidad de esa base influye en la habilidad del artista de poner su talento en plena práctica y pintar eficazmente”, dijo.
Para Chu, el cimiento artístico está profundamente arraigado a la tierra china.
Taller del Prado
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