lunes, 11 de marzo de 2013

ISIDORO VALCÁRCEL MEDINA



"TENGO LA SENSACION DE QUE EL  ÚNICO MOTIVO GENERADOR DE IDEAS ES EL MOMENTO HISTÓRICO"


Nacido en Murcia en 1937, sin embargo, se fue a vivir a Madrid con 19 años, donde realizó estudios de Arquitectura y Bellas Artes, aunque no los finalizó.

relojes


En  2007 recibe el PPREMIO NACIONAL DE ARTES PLASTICAS DE ESPAÑASu trabajo a lo largo de más de cuarenta años está dotado de gran rigor y coherencia. Sus propuestas suponen una actitud comprometida y alejada de los aspectos comerciales del arte. Su concepción artística puede entreverse en una de sus afirmaciones: “El arte es una acción personal que puede valer como ejemplo, pero nunca tener un valor ejemplar”. De ese modo para él, el arte sólo tiene sentido cuando nos hace conscientes y responsables de una realidad personal, normalmente a través del propio juego del arte.Inicia su trabajo desde la pintura pudiendo encuadrarse su trabajo en el informalismo su única exposición dentro de esta tendencia la realiza en 19 62 en la galería Lorca de Madrid. Posteriormente, su trabajo se encuadra en el arte objetivo, constructivista y racional; en 1967 es seleccionado para el Primer Salón de Arte Constructivista. En 1968 tras una estancia en Nueva York toma contacto con el   minimalismo
De una fase denominada por él mismo como “pintura habitable” evoluciona hacia la construcción de lugares mediante “environements” y “performances”. A partir de 1972 sus trabajos se realizan en espacios urbanos principalmente y su intervención en grandes espacios dimensionales.

información wikipedia




Valcárcel, en efecto, nunca ha sido un artista cómodo. En 1996, el Reina Sofía, dirigido entonces por José Guirao, lo invitó a presentar un proyecto. Él, de nuevo, aceptó. Y de nuevo con una condición: para ejecutar su obra necesitaba los presupuestos reales -montajes, catálogos, transportes, seguros- de las últimas muestras realizadas en el museo madrileño. El Reina se negó a facilitarle esa información, que él consideraba de dominio público. Así empezó una particular performanceque llevó al artista hasta el Defensor del Pueblo -que le dio la razón- después de reclamar ante el Ministerio de Cultura y el Congreso de los Diputados. Ni qué decir tiene que la exposición, que hubiera colocado a Valcárcel Medina en el candelero, nunca se llevó a cabo. Para él, la obra resultante es la kafkiana correspondencia que mantuvo con todas las instancias interpeladas. No era la primera vez que el artista chocaba con una institución. Cuando una fundación, cuyo nombre no quiere revelar, le propuso exponer, él presentó un presupuesto que fue rechazado: seis euros. "Me dijeron que creaba un mal precedente no por ser caro, sino por ser barato".

el fondo y las formas


Valcárcel Medina no ha vendido jamás una obra. Durante años vivió de rehabilitar casas. Con todo, él no renuncia a que le paguen, "pero un precio digno, no precio de artista". Por eso cobró lo que hubiera cobrado un pintor de brocha gorda por pintar aquel muro del Macba: 900 euros. "Parece", apostilla, "que uno tiene un estatus y ya no puede ir de pintor de brocha gorda. Vale, pues voy con un pincel fino". Para él, "el arte está supersobrevalorado". Por eso le parece "un caso maravilloso" la desaparición de la escultura de Richard Serra, de 38 toneladas, perteneciente a la colección del Reina Sofía: "La obra de arte es robar esa escultura, no hacerla".


La conversación termina desembocando en una pregunta: ¿es más difícil escapar a la persecución o al halago? "Ahora, el poder lo asume todo, lo paga y lo archiva para la tranquilidad general. Es más difícil escapar del dinero que de la policía. Hay profesionales de la protesta que medran y progresan. Antes, si escribías en una pancarta 'Franco es feo' ibas a comisaría. Hoy si escribes 'El alcalde es feo' el Ayuntamiento te compra el cartel". Con todo, siempre hay resquicios, el poder no lo asimila todo: "Es cierto, el Reina Sofía no asimila que se le pidan las cuentas. A los artistas les exijo un plus de responsabilidad. Deberían pensar: si todo lo que hago me lo compran, ¿qué puedo hacer que no me compren, para que no me cacen?". Y recuerda su experiencia: "Una vez me llevaron a Canarias y me metieron en una habitación de hotel con dos duchas y cinco televisores. Pensé: mi obligación es evitar que me vuelvan a meter en una habitación así".


EL PAIS



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