sábado, 2 de marzo de 2013

Max Liebermann










Max Liebermann (Berlín, 20 de julio de 1847 - Berlín, 8 de febrero de 1935). Pintor alemán de origen judío. Fue uno de los representantes del Impresionismo en Alemania y lideró la pintura de dicho país durante más de 30 años.


Hijo de una familia de negociantes de Berlín, estudió leyes y filosofía pero luego se decidió a estudiar pintura (en París y Holanda). Pasó por Barbizon, donde absorbió influencias del Realismo y del Impresionismo; coleccionó pinturas de importantes maestros de la época. También viajó a Holanda, donde estudió a los viejos maestros como Rembrandt, Frans Hals y Adriaen van Ostade.



Los paisajes pintorescos y escenas campesinas, inspiradas en Holanda, son las manifestaciones más representativas de este pintor: Mujeres desplumando ocas (1873). Inicialmente su realismo peca de un toque excesivamente sentimental. Ya a finales de siglo, Liebermann adopta rasgos del Modernismo. Ante la irrupción del Expresionismo de Ernst Ludwig Kirchner y otros autores de la época, Liebermann se muestra reacio.


Hacia 1920 fue presidente de la Academia de las Artes de Prusia, cargo al cual renunció en 1932 por la discriminación que existía hacia los pintores judíos. El régimen de Hitler le incluyó en las listas de arte degenerado, considerado pernicioso y que fue purgado de los museos públicos alemanes.


Max Liebermann es considerado uno de los representantes más importantes del Impresionismo alemán.
Después de sus estudios profesionales en Weimar y de sus estadías en París y los Países Bajos, realizó trabajos naturalistas con una temática social. Desde 1880, mediante el trabajo con los impresionistas franceses, descubrió coloraciones claras y pinturas de trazos vivaces, técnicas que caracterizan sus obras más importantes. Sus creaciones tuvieron un significado muy importante para la transición del arte del siglo XIX desde el Modernismo Clásico hasta la época del gobierno de Guillermo II y de la República de Weimar. Propició estos cambios como presidente de la Secesión de Berlín. Desde 1920 hasta 1933, dirigió la Academia de las Artes de Prusia, antes de renunciar a la política del arte a causa de las influencias nacionalsocialistas. Pasó los dos últimos años su vida aislado, por voluntad propia, en su natal Berlín.




Max Liebermann nació en Berlín el 20 de julio de 1847, hijo del acomodado empresario industrial judío Louis Liebermann y de su esposa Philippe Haller. Su abuelo fue Josef Liebermann, un reconocido empresario textil quien fundó el patrimonio de los Liebermann. Sólo tres días después del nacimiento de Max entró en vigencia la ley concerniente a las relaciones de los judíos, la cual concedía numerosos derechos a la parte de la población judía. En 1851 los Liebermann se mudaron a la calle Behrenstrasse. Desde entonces, Max asistió a una escuela primaria humanística ubicada en los alrededores. Pronto, como luego sucedería con todos sus posteriores centros de enseñanza, terminó aborreciéndola.


Después de estudiar en la escuela primaria pasó a la escuela secundaria de la ciudad Dorotheenstadt. Max siempre se entretenía dibujando, actividad incentivada involuntariamente por sus padres. Cuando tenía 10 años, su padre compró el majestuoso Palacio Liebermann, ubicado en la misma plaza de París. Max y sus padres asistían a los cultos en la sinagoga reformada, dejando de lado el estilo de vida ortodoxo de su abuelo. A pesar de que la casa de los Liebermann tenía grandes salones y numerosas habitaciones, los padres de Max hacían que sus tres hijos durmieran en una misma habitación. Además, había una ventana de vidrio en la pared con el fin de vigilar, desde afuera, a los niños al momento de realizar sus deberes.

En 1859, cuando Louis Liebermann mandó pintar un retrato de su esposa, Max acompañó a su madre donde la pintora Antonie Volkmar. Como estaba aburrido, pidió un lápiz y empezó a dibujar. A pesar de ser una mujer de edad, Antonie Volkmar se sintió orgullosa por haber descubierto a Liebermann. Sus padres no se entusiasmaban con la idea de la pintura, pero, al menos en este caso, su hijo no se negaba a ir a las escuelas de pintura. Desde ese momento, Max empezó a recibir clases privadas de pintura con Eduard Holbein y Carl Steffeck en sus tardes libres después del colegio.


Max no era considerado particularmente inteligente dentro de su familia, la cual guardaba relaciones de parentesco con otras importantes familias judías (por ejemplo, con Emil Rathenau, primo de Max Liebermann). En el colegio siempre estaba distraído, por lo que sus respuestas siempre eran inoportunas. Por ello, se convirtió en la burla de sus compañeros de clase. Como Max no podía soportar las burlas, muchas veces se inventaba alguna enfermedad para no ir a clases. Si bien sus padres le mostraban amor y apoyo, siempre lo comparaban a imagen de su “sensato” hermano mayor Georg, hecho que sólo logró fortalecer su capacidad de alteridad. Los padres de Max no valoraban mucho su talento gráfico: para la primera publicación de sus trabajos, cuando tenía 13 años, su padre le prohibió que mencionara el apellido Liebermann.



Louis Liebermann eligió el Friedrichwerdersche Gymnasium como siguiente centro de estudios para sus hijos, lugar en donde también estudiaban los hijos de Bismarck. En 1862, cuando Max tenía 15 años, asistió a una actividad organizada por el joven socialista Ferdinand Lassalle, cuyas apasionadas ideas fascinaron al hijo del millonario. En 1866, Max obtuvo el Abitur (bachillerato internacional). 


Posteriormente, aseguró haber sido un mal estudiante y haber aprobado los exámenes con mucha dificultad: en verdad, Max era uno de los mejores estudiantes en todos los cursos, menos en matemáticas. Por tanto, sus intervenciones en clase eran consideradas como “respetables y decentes” según los estudiantes de grados superiores. En los exámenes para obtener el Abitur, ocupó el cuarto puesto de la clase y, sin embargo, Max siempre se sentía como un “mal estudiante” en la familia.

Después del Abitur, Max se inscribió en la Universidad Friedrich-Wilhelm. Escogió la carrera de química, la misma carrera que su primo Carl Liebermann terminó exitosamente. Sin embargo, los estudios de química serían sólo un pretexto para poder dedicar su tiempo libre al arte y, a su vez, para ser aceptado por su padre. Por este motivo, Max nunca ejerció formalmente. En vez de ir a clases, cabalgaba en el zoológico y se ponía a dibujar. Además, como ayudante en el taller de Carl Steffeck, debía encargarse de presentar pinturas monumentales de batallas, solicitadas cada vez con mayor frecuencia. Ahí conoció a Wilhelm Bode, director del Museo Kaiser-Friedrich o Museo Bode, quien posteriormente se convertiría en el mecenas de Liebermann. El 22 de enero de 1868, la Universidad de Berlín retiró a Libermann de la matrícula de estudiantes por falta de dedicación a sus estudios.

 Después de una fuerte discusión con su padre, quien no estaba de acuerdo con la forma de vida de su hijo, sus padres le permitieron asistir a la Escuela de Arte de Weimar. Allí, fue alumno del pintor de historia de nacionalidad belga, Ferdinand Pauwels, quien le presentó la obra de Rembrandt en una visita realizada por su clase al museo Fridericianum en Cassel. El encuentro con la obra de Rembrandt originó una influencia imperecedera en el estilo del joven Liebermann.



En la guerra franco-prusiana de 1870, se sintió momentáneamente inspirado por la conmoción general de su patria. Por ello, se presentó voluntariamente en la Orden de San Juan, ya que una fractura del brazo le impedía enrolarse en el servicio militar, y sirvió de socorrista en Metz. Entre 1870 y 1871 un grupo de 12 000 judíos se puso de parte de los alemanes en la guerra. Las vivencias experimentadas en el campo de batalla afectaron de tal manera al joven artista que desistió en su afán por ayudar en la guerra.


Max Liebermann permaneció en Düsseldorf desde pentecostés de 1871. En esta ciudad, la presencia de la influencia del arte francés era más notoria que en Berlín. Aquí conoció a Mihály Munkácsy, cuyo retrato de las damas hilando, una sencilla escena de la vida cotidiana, provocó un gran interés en él. Financiado por su hermano Georg, viajó por primera vez a los Países Bajos, a Ámsterdam y a Scheveningen, en donde sentía gran pasión por la luz, las personas y los paisajes.


El primer óleo de gran formato de Liebermann, “Die Gänserupferinnen” (mujeres desplumando gansos), fue creado en los meses siguientes a su regreso. La pintura, realizada con matices oscuros, muestra la no tan popular y prosaica tarea de desplumar gansos. En ella, Liebermann plasmó, junto con el naturalismo de Munkászy, elementos de la pintura de historia. Al ver la obra de Liebermann, incluso antes de terminada, su maestro se despidió de él expresando que a su parecer ya no había nada más que pudiera enseñarle. Cuando en 1872 Liebermann presentó su lienzo en la exposición de arte en Hamburgo causó aversión y conmoción en los asistentes debido al extraño tema de su pintura. 

Si bien las críticas elogiaban su hábil forma de pintar, llegó a dar la imagen de ser el “pintor de lo feo”. Ese mismo año, su obra se exhibía en Berlín y aunque chocaba con opiniones similares, se encontró con un comprador, el magnate ferroviario Bethel Henry Strousberg.
El arte de Liebermann es considerado en Alemania como “Schmutzmalerei” (pintura sucia). Por ello, su segundo trabajo de gran formato, “die Konservenmacherinnen” (Mujeres que fabrican conservas), lo llevó a la gran Exposición anual en Amberes, en donde también encontró dos interesados en comprar su pintura. Liebermann había encontrado su primer estilo: pintar personas que trabajan de forma realista y no sentimental, sin condescendiente misericordia ni idealizado romanticismo, tampoco necesitaba convertirlo en una denuncia pública. En sus motivos se distinguía una dignidad natural y no necesitaba disimular nada.



En 1873, delante de las puertas de Weimar, Liebermann observó a unos campesinos cosechando nabos. Decidió plasmar este motivo en óleo; sin embargo, cuando Karl Gussow le sugirió cínicamente que era mejor no pintar el cuadro, Liebermann raspó el lienzo que ya había empezado a pintar dejando una tela en blanco. Se sentía débil y falto de motivación. Entonces decidió visitar en Viena al reconocido pintor de historia y autor de obras que se expusieron en el Salón de París, Hans Makart; sin embargo, permaneció ahí solamente dos días. En lugar de ello, decidió darle la espalda a Alemania y al escenario artístico de aquel entonces, que según él, era anticuado.


En diciembre de 1873, Max Liebermann partió a París e instaló un taller en Montmartre. En la capital mundial del arte, quiso establecer contactos con líderes realistas de vanguardia e impresionistas. No obstante, los pintores franceses le negaban al alemán Max Liebermann todo tipo de contacto. En 1874 Max presentó su cuadro “die Gänserupferinnen” en el Salón de París, en donde, a pesar de haber sido aceptado, provocó críticas negativas por parte de la prensa y sobre todo desde el punto de vista nacionalista. Por primera vez, Liebermann pasó el verano de ese año en Barbizon, cerca al Bosque de Fontainebleau. “Munkácsy me atrajo mucho, pero más me atrajeron Troyon, Daubigny, Corot y sobre todo Millet.



La Escuela de Barbizon tenía un gran significado para el desarrollo del Impresionismo: ésta plasmaba el arte impresionista de paisajes y enriquecía las corrientes de la época mediante la técnica de la pintura al aire libre. Esto causó que Liebermann se alejara del arte serio y pasado de moda de Munkácsy. En adelante, se interesó en los métodos de la escuela de Barbizon como en los motivos en los que ésta se basaba: de esta forma, recordó en Barbizon la obra realizada en Weimar “Arbeiter im Rübenfeld” (Trabajadores en el campo de nabos). Buscó un motivo parecido y creó la obra “Kartoffelernte in Barbizon” (Cosecha de papas en Barbizon), que, sin embargo, terminaría años más tarde. Al final, intentó cambiar el legado de Millet y con mérito propio se mantuvo alejado de las opiniones de los críticos contemporáneos. El retrato de los trabajadores en su entorno parecía artificial, como si posteriormente se les hubiera insertado en el paisaje.


En 1875, Liebermann pasó tres meses en Zandvoort, Holanda. En Haarlem copió muchas obras de Frans Hals. Liebermann esperaba verse influenciado en su propio estilo mediante su trabajo con la pintura de retratos de Hals. Ésta, junto a los métodos empleados en sus trazos vivaces e indefinidos, al igual que la influencia de los impresionistas franceses, caracterizaría las obras tardías de Liebermann. Además, Max desarrolló una singularidad en sus pinturas: dejar pasar mucho tiempo entre el momento en el que concebía una idea hasta la realización de una gran obra. Fue hasta su regreso a París, en otoño de 1875, cuando instaló un gran taller y retomó la idea de lo que había observado. Creó una primera pintura de unos niños pescadores bañándose; años más tarde plasmaría este motivo de nuevo sobre un lienzo.


En el verano de 1876, realizó nuevamente una estadía de varios meses en los Países Bajos. Ahí continuó con sus estudios sobre Hals. Posteriormente, encontró su propio estilo, el cual lo beneficiaría especialmente en la pintura de retratos. En Ámsterdam se encontró con el grabador William Unger, quien lo contactó con Jozef Israëls y la escuela Haager. En su cuadro “Holländische Nähschule” (Escuela holandesa de costura) Liebermann utiliza el efecto de la luz ya de forma impresionista. Max conoció la Sinagoga Portuguesa de Ámsterdam gracias al profesor August Allebé, hecho que lo condujo a un reencuentro con sus raíces judías. Además se produjeron los primeros estudios del Orfanato de Ámsterdam.


Bajo la presión de tener que dar cuentas a sus padres y a sí mismo, cayó en una profunda depresión en París y frecuentemente se encontraba al borde de la desesperación. En este tiempo creó pocas obras; las múltiples participaciones en el Salón de París tampoco le dieron el tan deseado éxito. Liebermann no podía ofrecerle nada al escenario artístico de la metrópoli, hasta fue rechazado como artista por motivos chovinistas. Sus obras no se “afrancesaron”, por el contrario, se basaron en una fuerte influencia adquirida en sus continuas estadías en Holanda. Liebermann tomó la decisión de dejar París definitivamente.





En 1878 Liebermann viajó por primera vez a Italia. En Venecia fue a ver obras de Vittore Carpaccio y Gentile Bellini para encontrar una nueva fuente de inspiración en éstas. Ahí conoció a un grupo de pintores de Múnich, dentro del cual se encontraba Franz von Lenbach. Permaneció tres meses rodeado de estas personas en Venecia y finalmente los siguió hasta la capital de Baviera, la cual, junto a la Escuela de Múnich era también el centro alemán del arte naturalista.
En diciembre de 1878 Liebermann comenzó a pintar el cuadro “Der zwölfjährige Jesus im Tempel” (Jesús, de 12 años, en el templo) cuyos primeros esbozos ya había realizado en las Sinagogas de Ámsterdam y Venecia. Nunca antes había pintado un cuadro que demandara tanto esfuerzo: unió los estudios aprendidos en los interiores de las sinagogas con personajes individuales que había esbozado previamente durante sus estudios de desnudos para luego juntarlos, ya no desnudos, sino vestidos. La pintura estaba inmersa en una luz casi mística que partía desde Jesucristo y lo hacía ver como un centro luminoso.


En todo el imperio surgió una ola de indignación en contra de esta pintura. Mientras que el príncipe regente, Leopoldo de Baviera, estaba de lado de Liebermann, el diario bávaro “Augsburger Allgemeine” publicó que el artista había pintado al niño judío más feo y entrometido que uno se pudiera imaginar. En el ámbito público Max Liebermann fue difamado por “deshonrar a Dios”. El diputado conservador Daller le prohibió a Liebermann, en su calidad de judío, exhibir a Jesús de esa forma en el Landtag (Parlamento del Land). En Berlín, el capellán de la corte, Adolf Stoecker, moderó un ofensivo debate antisemita sobre la obra.


Mientras la oposición de los críticos y de la Iglesia se volvía cada vez más inexorable, reconocidos artistas y colegas decidieron apoyar la obra, dentro de estos artistas encontramos a Friedrich August von Kaulbach y Wilhelm Leibl. Para muchos, ésta representaba gráficamente un resumen de las épocas del joven Liebermann, de sus “años de aprendizaje”.




A pesar de que Liebermann ahora era un artista reconocido, sus avances artísticos durante su estadía en Holanda en 1879. Por ello, la luz de la calle pintada en un cuadro de un pueblo campesino de aquel entonces tiene una apariencia pálida y poco natural. En 1880 participó en el Salón de París. Las obras que se exhibieron ahí tenían algo en común: la representación de trabajadores en una comunidad llena de armonía. Sin embargo, Liebermann no podía plasmar el estado de ánimo que en aquella época se vivía en Múnich a causa de las persecuciones antisemitas, sino que se inspiró en los Países Bajos, los que desde entonces visitó cada año. Además, en 1879 viajó al pantano de Dachau y realizó una estadía para poder dibujar. Después viajó a Rosenheim y al valle Inntal, en donde creó su obra “Brannenburger Biergarten“.

En 1890 se hizo miembro de la academia, pero en 1899, a causa de polémicas causada por los estrechos horizontes de la pintura en su país, estuvo entre los promotores, conjuntamente con Lovis Corinth y Max Slevogt, de la creación de la Sección berlinesa, de la cual fue presidente por un largo período. En 1920 fue electo presidente de la Académia prusiana de las Artes. En el 1933, con la subida al poder de Adolf Hitler, y con la consecuente política antisemita, comenzaron las persecuciones nazis contra él: después de que se le prohibió pintar y después de que la Académia decidió no exponer más cuadros de hebreos, fue obligado a dimitir y fue incluido entre los representantes de las artes degeneradas.1 Moriría algo más de un año más tarde, el 8 de febrero de 1935, a los 87 años de edad.






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