martes, 22 de noviembre de 2011

Walter Richard Sickert











Walter Sickert
Múnich, 1860-Bathampton, 1942

Walter Richard Sickert es considerado uno de los pintores más influyentes dentro del panorama británico de las primeras décadas del siglo XX. Sus obras se han visto como el punto de arranque de las corrientes pictóricas figurativas modernas en Gran Bretaña. Hijo de una familia de artistas de origen danés, emigró a Inglaterra junto a su familia en 1868. Tras unos primeros años en los que trabajó como actor, empezó a estudiar pintura en 1881, en la Slade School of Art de Londres, y pocos meses después se convertiría en el discípulo de James Whistler. Tras conocer a Edgar Degas en París en 1883 y encontrarse con él de nuevo en Dieppe durante el verano de 1885, regresó a Londres, donde se interesaría por la representación de carreras de caballos, escenas de circo y, algo más tarde, de los musichalls. En todas estas obras la deuda con Degas es evidente


En. 1888 entró a formar parte del New English Art Club, y en 1889 participó en la organización de la London Impressionists Exhibition. Durante esos años intentó sin éxito ganarse una reputación como pintor de retratos, para finalmente trasladarse en 1898 a Dieppe, donde viviría hasta 1905 y donde regresaría tras el fin de la Primera Guerra Mundial. Durante este periodo, que dedicó fundamentalmente al paisaje, visitó Venecia en tres ocasiones. En el último de estos viajes, realizado en 1903-1904, además de reproducir la arquitectura de la ciudad, comenzó a representar escenas de interiores austeros en las que las protagonistas eran una o dos mujeres. Tras su regreso a Londres en 1905 se convirtió en el principal nexo artístico de la época entre Francia y Gran Bretaña. En 1911 se erigió como líder del Camden Town Group. Posteriormente comenzó su labor docente en la Rowlandson House de Hampstead (1910-1914) y en el Westminster Technical Institute (1908-1918). A partir de la década de 1920, las fotografías comenzaron a reemplazar a los dibujos como base para sus pinturas, lo que le dio la libertad de no necesitar encargos y de poder realizar retratos de personajes famosos

Ref- museothyssen


¿FUE Walter Sickert Jack el destripador?

Jack el Destripador ya tiene nombre

Patricia Cornwell asegura que Walter Richard Sickert es el célebre asesino




¿puede ese zapato rosa una prueba de su culpabilidad?

El misterio sobre la identidad de Jack el Destripador ha cautivado durante 113 años a miles de criminólogos y aficionados a la lectura de sucesos. Cada año aparecen dos o tres libros supuestamente definitivos cuyo autor promete haber descubierto, al fin, al auténtico culpable. La lista de sospechosos es cada vez más larga, e incluye, entre muchos otros, a un miembro de la familia real británica, al médico de la reina Victoria, a un joven abogado, a un empresario de Liverpool, a un judío psicótico y a un pintor impresionista.


La escritora Patricia Cornwell, célebre por sus novelas de misterio, se ha convertido en la última víctima de la fiebre del Destripador. Cornwell ha invertido cuatro millones de dólares y meses de trabajo en una investigación en la que por primera vez se utilizan comparaciones de ADN, con un resultado que, según ella, no deja dudas: 'Estoy absolutamente convencida de que Walter Richard Sickert cometió esa serie de crímenes', afirma. Sickert tenía 28 años y era uno de los más prestigiosos pintores británicos en 1888, cuando cinco prostitutas fueron asesinadas y mutiladas en el barrio londinense de Whitechapel.

Cornwell topó con el misterio de Whitechapel por casualidad. Durante un viaje a Londres, una amiga le presentó a un alto responsable de Scotland Yard experto en el Destripador. Cautivada por el relato del policía, la escritora decidió profundizar en el asunto para utilizarlo en una de sus novelas policiales. Pero, poco a poco, Cornwell fue consumida por la fiebre del misterio y se lanzó de lleno en persecución de Sickert, el sospechoso que le pareció más verosímil.


Compró 30 pinturas de Sickert, algunas por más de 70.000 dólares, y una mesa del artista, para desmenuzarlas en busca de pruebas; utilizó forenses para analizar posibles rastros de ADN en la correspondencia que la policía victoriana recibió de personas que decían ser el Destripador, y contactó con los familiares vivos del pintor.

Walter Sickert era un pintor con gusto por lo macabro. Se interesó mucho por los crímenes de Whitechapel y años después realizó una serie de cuadros basados en la imagen de un hombre vestido junto a una mujer desnuda, a veces viva, a veces muerta, que evocaba al Destripador. Su carácter de rasgos psicopáticos encajaba también con el perfil psicológico del asesino. Para disponer de pruebas definitivas, Patricia Cornwell rastreó las cartas atribuidas al Destripador en busca de restos de ADN.


Tras varios fracasos, la escritora consiguió casar el ADN contenido en el adhesivo de uno de los sobres con el que conservaba una carta remitida por una de las tres esposas de Sickert. El forense que realizó los análisis consideró que se trataba de una casualidad, ya que sólo había podido aislar unos pocos eslabones de la cadena cromosomática y no parecía probable que el pintor lamiera las cartas de su mujer. No disponía, además, de ninguna muestra del ADN de Sickert, incinerado tras su muerte, en 1942. Además, es muy probable que el asesino no escribiera nunca a la policía. La carta más célebre, la primera firmada como 'Jack the Ripper' (Jack el Destripador), fue escrita con seguridad por el periodista Tom Bulling, deseoso de dar publicidad al caso en el que trabajaba.

Pero Cornwell se dio por satisfecha. En su libro Jack el Destripador. Retrato de un asesino. Caso cerrado, de reciente aparición en EE UU y Reino Unido, asegura que Walter Sickert y Jack el Destripador fueron la misma persona.

Sickert es un sospechoso veterano. La temática de sus cuadros y su conocido interés por el caso de Whitechapel hicieron recelar ya a algunos de sus contemporáneos. En 1973, un tal Joseph Sickert, que decía ser hijo ilegítimo del pintor, anunció que por razones familiares sabía que los asesinatos habían formado parte de una conspiración masónica, cuyo único objetivo era el de callar para siempre a Mary Jane Nelly (la última víctima), porque había sido testigo de la boda secreta entre el heredero de la corona británica y una católica de extracción humilde. En 1978, el presunto hijo ilegítimo reconoció que toda su historia era falsa. En 1990, poco antes de morir, se retractó de la retractación y afirmó que Walter Sickert era el auténtico asesino.

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