viernes, 16 de diciembre de 2011

John Currin









Kitsch, velvet painting, provocative art













Boulder, EE.UU, 1962



Pintor norteamericano. John Currin estudió pintura junto al artista de formación tradicional Lev Meshberg y se graduó en Bellas Artes en la Universidad Carnegie de Pittsburgh. Sus pinturas, figurativas y de carácter a menudo satírico, plasman figuras femeninas de erotismo exagerado o distorsionado, aludiendo con ironía a la provocación sexual y a la visión social del cuerpo de la mujer.
Toma como influencias fuentes tan diversas como el Renacimiento, ciertas revistas populares o la fotografía de moda. Pese a generar críticas por sexismo a principios de los noventa, las obras de John Currin alcanzaron gran éxito de ventas y crítica a finales de esta década, cuando en ellas se mezclaba temática kitsch y técnica muy cuidada. Actualmente Currin vive y trabaja en Nueva York, su producción forma parte de las colecciones del Hirshhorn Museum y la Tate Gallery y ha sido objeto de exhibiciones retrospectivas en el Whitney Museum y en el MCA de Chicago.


masdearte

He is best known for satirical figurative paintings

Cuando observamos una obra de este artista norteamericano, la invitación a un segundo estudio viene dada de antemano. Vista por vez primera, su obras nos recuerdan a la pintura antigua, a la pintura de los antiguos maestros del renacimiento, debido a la forma y características de la pintura (pinceladas, técnica, fondos, etc...). Aunque si echamos un segundo vistazo podremos intuir algo más.

Generalmente, Currin aplica nociones contemporáneas a sus pinturas. Nociones sobre moda y belleza, caricaturando a aquella sociedad "burguesa" que se deja llevar por estas normas preestablecidas. Como podemos ver en su cuadro "The Cripple", 1997, la postura de la mujer, su vestimenta y aspecto nos transportan a esas revistas de moda que Currin crítica y parodia. ¿No os recuerda a cualquier revista actual de moda?

Risas descontroladas, falsas apariencias, extrema delgadez, proporciones extrañas y exageradas son recurrentes en sus obras. Todo esto hace que el espectador perciba un ambiente extraño y tenso, un ambiente que debe ser roto por la risa del observador de la obra.

John Currin: "Lo mejor es pensar en los rostros como si fueran espejos".

Bibliografía: Art Now, Taschen. 2002




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