miércoles, 18 de agosto de 2010
Will Faber
Saarbrücken Alemania 1901 - Barcelona España 1987
Aprendiz de herrero en su ciudad natal, se traslada a Munich donde se forma en las técnicas del grabado en la Escuela Nacional de Artes Aplicadas. En 1925 publica su primera obra de importancia, una carpeta de diez litografías cuyo título, El Grito, remite a la filiación expresionista de su estética. Un año más tarde se instala en Berlín, ciudad donde comienza su actividad pictórica, influida por la línea lírica de Kandinsky y Der Blaue Reiter. El ambiente opresivo que se vive en la Alemania de inicio de la década de los treinta le llevan a abandonar Berlín e instalarse en Barcelona en 1932, donde trabaja como grafista e ilustrador. Rápidamente integrado en los círculos artísticos de la ciudad condal, realiza importantes trabajos como diseñador gráfico, destacando diversas portadas para las revistas D’Ací i d’Allá o AC, editada por el GATCPAC.
Tras una estancia en Ibiza, donde coincide con otros artista alemanes como Wolfgang Schulze o Raoul Hausmann, el inicio de la guerra civil en España le devuelve a Alemania, regresando nuevamente a Barcelona en 1939, donde prosigue su actividad en el terreno del diseño y la ilustración, que compagina con la práctica relajada de la pintura. A finales de la década de los cuarenta toma conciencia de su vocación pictórica, en cuya raíz se encuentra su admiración por la figura y la obra de Paul Klee.
Paralelamente a su activa participación en el homenaje que se le rinde desde las páginas de la revista Dau al Set en 1950 con motivo del décimo aniversario de su muerte, reorienta su obra, adoptando una significativa reducción de las referencias figurativas y el desarrollo de un lenguaje de orden geométrico que, junto a una rica gama cromática, establecen la base de sobre la que ordena sus composiciones. En 1957 imprime un nuevo rumbo a su producción, desarrollando una abstracción informalista de fuerte colorido y amplia variedad de técnicas -grattage, collage, assemblage, frottage, dripping-. Estas nuevas obras le abren las puertas de su país natal, donde comienza a exponer en los últimos años de la década de los cincuenta –Munich, Francfort-. Sin abandonar la plástica informal, a partir de 1963 introduce elementos referenciales -signos, símbolos, letras-, cuyas primeras obras incorpora a su primera exposición antológica, celebrada en la Galería René Metrás de Barcelona un año después.
Puesto en relación con las fichas perforadas de los primeros lenguajes informáticos, el uso de referencias lingüísticas evoluciona hasta incorporar en la superficie del lienzo el título de la obra. Aunque en los últimos años de su vida abre una interesante línea de tratamiento plástico de objetos encontrados –piedras, maderas-, su obra pictórica vuelve a hacer explícita su admiración por Klee, volviendo a recuperar el gusto por el color y la capacidad del mismo para articular mediante facetas y planos la composición. A lo largo de la década de los ochenta se suceden distintas muestras de reconocimiento a su trayectoria. Tras la exposición antológica que se celebra en 1981 en la sede barcelonesa de la fundación Joan Miró, el Ayuntamiento de la capital catalana le concede el Premio Ciudad de Barcelona. Poco antes de su muerte la ciudad de Ibiza le rinde un homenaje en forma de nueva exposición antológica.
ref- Museo Patio Herreriano
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2 comentarios:
Un alemán muy contemporáneamente mediterráneo...
Claro, supongo que ya se sentía más Mediterraneo que Alemán
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