Holandés de nacimiento, próximo a los círculos anarquistas rebeldes desde 1895, hábil y rápido caricaturista crítico y pionero del fauvismo, Kees Van Dongel (1977-1968) ocupa un lugar único en el arte de las vanguardias. Uno de sus protagonistas en el París de los locos años veinte, un período protagonizado por la nueva elite de escritores, estrellas de cine y del teatro.
Faive urbano, amante excéntrico del cuerpo femenio- de la deformación de la luz eléctrica tomada por Degas y Toulouse-Lautrec-, su viaje a Marruecos, España y Egipto realizado a principios de 1910 supone la reinvención de Oriente a través del uso del color. Aunque, sin duda, París seguirá siendo el tema principal de su pintura: el Montmartre dominado por la vida bohemia, alegre y popular, que había seducido ya a Picasso y Derain; o el corazón de Montparnasse, todavía latente despues de la Gran Guerra.
A diferencia de sus contemporáneos Derain, Braque o Dufy, su trabajo nunca ha entrado en el patrón de la evolución historico artística que va desde el Impresionismo al Cubismo. Deliberadamente, Van Dongen optó por seguir una rutina original. Sus temas hacen de él un "pintor de la vida moderna" en el sentido de Baudelaire: esbozos de la vida nocturna, el baile, los cafés, el carnaval, el circo, retratos de celebridades y figuras de la moda. Imágenes alegóricas del individuo, desnudos eróticos, fieles pero hiper expresivos, que convierten al propio Van Dongen en objeto de fantasía.
Un ojo vigilante que recuerda a Degas y a Toulouse- Lautrec, pero tambien evoca los expresionistas de Die Brücke .
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