La vocación del artista valenciano por la pintura se manifiesta desde muy temprana edad. Si en sus comienzos la Figuración preside retratos y paisajes, París hace que su rumbo plástico se dirija hacia la Abstracción. La referencia a la realidad no se pierde por completo creando un lenguaje armónico entre color, trazo y objeto que recuerdan a la obra de Paul Klee.
Mompó alterno desde un comienzo clases tradicionales con la asistencia a la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Valencia. En 1943 se inscribe definitivamente en esta última coincidiendo con artistas de gran fama posterior como Vento, Sempere y Genovés. La formación ‘tradicional’ continuó su curso en Granada, ciudad para la que consigue una beca en la Residencia de Pintores en 1948.
París, Roma y Ámsterdam son algunos de los escenarios que Mompó recorrió entre 1951 y 1957. París le puso en contacto con los artistas del Informalismo, movimiento que a partir de entonces dejó una profunda huella en su pintura.
En 1957 se establece definitivamente en Madrid. Es el momento en el que empieza a recoger el fruto de su trabajo pues en 1958 recibe el Gran Premio Nacional de Pintura y la Primera Medalla de Pintura de la Exposición Nacional de Bellas Artes. Pero su labor no se limitó sólo a la pintura ya que en 1975 colaboraba con Rafael Alberti en la carpeta ‘Alberti por España’.
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