París 1834 - París 1917
Pocos artistas muestran las contradicciones de su tiempo de la misma manera que Degas; participó en las exposiciones impresionistas
y criticó los principios básicos de este movimiento; se inspiró en los
maestros del pasado y sus escenas rebosan modernidad; defendía la línea
sobre el color y se destapará como uno de los mejores coloristas del
momento en algunas obras. Odiaba los honores oficiales y quería triunfar
en el Salón. Estas curiosas paradojas las encontramos en la trayectoria
artística de uno de los grandes genios del siglo XIX. Hilaire Germaine
Edgar Degas nace en París el 19 de julio de 1834. Su familia paterna era
de origen franco-italiano y se dedicaba a la Banca, mientras que la de
su madre estaba vinculada con el negocio del algodón en Nueva Orleans
Edgar será el primogénito de una familia que se verá aumentada con tres
nuevos retoños, dos niñas y un niño. La relación con su madre debió ser
muy estrecha, afectándole enormemente su pérdida en 1847, cuando el
joven tenía trece años. Dos años antes había sido matriculado en el
Lycée Louis-le-Grand, en régimen de internado hasta su graduación, siete
años después. Su padre, Auguste, deseaba que Edgar cursara estudios de
Derecho, a pesar de haber demostrado su talento como dibujante en sus
años en el Lycée. Durante un corto periodo de tiempo accedió a los
deseos paternos, matriculándose en Derecho, pero pronto se cansó,
abandonó el hogar familiar y se instaló en un estudio. Vistos los deseos
del joven, su padre decidió financiar el aprendizaje artístico de
Edgar, reconociendo su error inicial. Bien es cierto que Auguste Degas
era un espíritu refinado, gran amante de la buena música y de las
pinturas del Quattrocento,
lo que hizo más comprensible la atracción por la pintura de su hijo. En
1853 se matricula en el taller de Louis Lamothe, pintor de temas
históricos y discípulo de Ingres.
Durante dos años copió bajo la atenta mirada de su maestro un buen número de obras en el Louvre,
preparándose para el concurso de la Escuela de Bellas Artes, donde
obtener la pensión que le llevaría a Italia, como soñaban todos los
jóvenes pintores en aquellos momentos. Gracias a Degas, Edgar Valpinçon -
propietario del Baño turco de Ingres - accedió a presentarlo a la
Exposición Universal celebrada en París en 1855. Ese mismo año Edgar
ingresaba en la Escuela de Bellas Artes, abandonándola meses después
para realizar un viaje por su cuenta a Italia. Allí permanecerá por un
periodo de tres años, dedicándose a copiar las pinturas de los grandes
maestros del Renacimiento y las esculturas clásicas que poco a poco afloraban a la superficie gracias a las excavaciones arqueológicas.
Los frescos de Rafael y Miguel Ángel
en la Capilla Sixtina serán las principales atracciones para el joven
pintor. En Roma se rodeará de los artistas franceses que estudiaban
becados por el Estado. Su relación será muy intensa con Gustave Moreau, pintor que también tenía sus propios recursos para vivir en la Ciudad Eterna. Junto a Moreau sentirá enorme atracción por Giotto, Mantegna o Botticelli, así como por los maestros venecianos - Tiziano, Veronés y Tintoretto - . El predominio del color en la Escuela veneciana le llevará a interesarse por Delacroix, el maestro del Romanticismo francés. También en Italia se inclinará por el arte del grabado, encontrando un inestimable punto de referencia en Rembrandt y los pintores holandeses del Barroco. En Florencia inició una de sus primeras obras importantes, la Familia Bellelli, para la que tomó como modelos a su tía Laura y a sus primas. En los meses finales de 1859 Degas regresa a París. Su padre considera que se debe ganar
la vida realizando retratos, temática en la que ha demostrado sobradas
dotes. Sin embargo, Degas desea obtener el mayor triunfo posible en el
panorama artístico parisino y eso pasaba por el Salón de París,
iniciando una serie de obras con temática histórica que tenían gran
éxito en dicho certamen. En ellas se aprecia una marcada influencia de
Delacroix e Ingres junto a Mantegna y Piero della Francesca, intentando innovar ese gastado género. Buena muestra de estas obras es la titulada Jóvenes espartanos. En 1862 realiza su primera escena en la que se refleja la vida moderna. Se trata de Antes de la salida, en la que inicia su temática de hipódromos y carreras de caballos.
Ese año se relacionó por primera vez con Manet, a quien encontró en el Louvre. Degas estaba copiando un cuadro de Velázquez para realizar un aguafuerte. Manet pondrá al joven artista en contacto con el Realismo, aunque Edgar se resistiera en un principio a asumir la filosofía del movimiento. También será Manet quien le presente a James M. Whistler,
artista interesado especialmente por el color como estimulante del
espectador. Quizá este contacto permitiera a Degas conocer en
profundidad los grabados japoneses, tan de moda por aquellas fechas
entre los artistas modernos. Otra de las interesantes influencias para
estos pintores será la fotografía, que se empezaba a desarrollar con
éxito en aquellos años. Degas incorporará estas dos novedades en sus
obras al interesarse desde el primer momento por cuestiones de
perspectiva. Los retratos serán la temática favorita del pintor durante
la década de los sesenta - Edmondo y Thérèse Morbilli o James Tissot
son buenos ejemplos -. En 1868 se integra en la tertulia del Café
Guerbois, liderada por Manet, iniciándose una estrecha amistad entre los
dos pintores.
Allí también se relacionaría con Claude Monet, Alfred Sisley y Paul Cézanne,
aunque no sintiera ninguna atracción por su pintura al aire libre. Su
rendición incondicional al Realismo se produjo tras leer una novela de
los hermanos Goncourt titulada Manette Salomon. Bien es cierto que los
temas elegidos por él serán muy selectivos, prefiriendo las escenas de
ballet, los cafés, las bañistas o las planchadoras. Igual que los demás
pintores de su generación, Degas sufrió las consecuencias de la Guerra
Franco-Prusiana de 1870. Formó parte de la Guardia Nacional y participó
en la defensa de París ante las tropas prusianas. Después se retiró al
campo, alejándose de los sucesos de la Comuna, condenando la brutal
represión del movimiento aunque no simpatizara con él. Es en estos
momentos cuando se inicia el deterioro de su visión. Al año siguiente
marchó a Londres y vendió varios cuadros al marchante Durand-Ruel. Al
regresar a París pintará la Clase de danza,
mostrándose en plena madurez. Entre 1872 y 1873 Degas viajará a Nueva
Orleans, junto a su hermano René, para conocer a los miembros de su
familia materna. En tierras norteamericanas realizó algunos retratos y
una obra magnífica, Mercado de algodón.
La idea de crear una exposición independiente al Salón oficial empieza a
cuajar entre los artistas en 1873. El propio Degas ya había planteado a
sus amigos la organización de un Salón del Realismo.
La primera exposición del grupo, llamado despectivamente Impresionista
por el crítico Louis Leroy, se celebró en 1874. Participaron Monet, Renoir, Morisot,
Cézanne y Sisley, entre otros. Degas también puso su granito de arena,
igual que en las restantes siete exposiciones del grupo impresionista.
Sólo dejó de participar en una de ellas. El fallecimiento de su padre en
1874 reveló la mala situación económica por la que atravesaba la
familia, existiendo un buen número de deudas. Esto provocó que Degas
tuviera que vender sus cuadros para poder vivir, algo que hasta entonces
no había hecho. Esta crisis financiera se prolongaría hasta 1880. Sus
máximas obsesiones en la década de los setenta serían las escenas de
ballet y los grabados. Pocos artistas han dado una visión tan completa
de las entrañas de la danza como hará Degas. Pasaba largas jornadas
contemplando los extenuantes ensayos de las jóvenes - Ensayo del ballet en el escenario
- sintiéndose especialmente atraído por ese mundo. Quizá también exista
un motivo económico al ser vendidos estos temas más fácilmente por su
marchante. Respecto a los grabados, su obsesión fue tal que un amigo
dijo que era "una plancha de cobre ennegrecida con tinta de imprimir".
Los temas elegidos para los grabados son similares a los de sus óleos y
pasteles. Esperando a los clientes muestra su atracción por la temática de la prostitución, anticipándose a su gran continuador, Henri de Toulouse-Lautrec. La fama de Degas empezó a crecer en la década de los setenta, vendiendo un buen número de cuadros con cierta facilidad
Sin embargo, las tensiones entre los miembros del grupo impresionista y Degas eran cada vez mayores. Gracias a Camille Pissarro
las críticas fueron suavizadas y la unión de los integrantes del
movimiento parecía asegurada. Pero Degas se fue convirtiendo en un
personaje solitario, dejando de exponer con otros artistas e incluso no
exhibiendo sus obras al público. A partir de ese momento surge el
aspecto legendario en su vida, mostrándole como un hombre amargado, de
mal carácter, misógino y arrogante. La depresión le pudo acompañar en
algunos momentos, mientras que las enfermedades serán continuas durante
mucho tiempo, siendo considerado por algunos contemporáneos como un
hipocondríaco, especialmente por su problema visual. Una de las técnicas
favoritas del artista será el pastel, perfeccionándolo durante años
mediante la superposición de diferentes capas. El colorido sería cada
vez más sugerente, resultando obras de especial delicadeza como el Barreño o En la sombrerería. Algunos de los colores conseguidos por Degas inspirarían a Paul Gauguin y Henri Matisse. Otra faceta destacada de su arte es la escultura, realizando numerosas estatuas de caballos, bailarinas o bañistas desnudas,
llegando a ser considerado por Renoir como el mejor escultor moderno, por delante incluso de Rodin. El carácter del artista se hace cada vez más agrio con el paso del tiempo, mostrando de manera abierta sus prejuicios sociales, criticando la democracia y la educación de las clases trabajadoras. Los cambios vividos al iniciarse el siglo XX le convierten en un hombre ultraconservador y tradicionalista. Desde 1900 el artista redujo mucho su producción, renunciando a trabajar a partir de 1912. Emplearía modelos reales, aunque también se valía del amplio repertorio de posturas que había realizado anteriormente, llegando a calcarlas e invertirlas para crear nuevas imágenes. En estos últimos años destaca su faceta de coleccionista, adquiere una importante cantidad de cuadros a los marchantes Vollard y Durand-Ruel, llegando a cambiarlos por sus propias obras. En su colección estaban representados los más diversos maestros: desde Ingres hasta Cézanne, pasando por Delacroix, Gauguin e incluso Van Gogh. De su alumna Mary Cassatt poseía un amplio repertorio, igual que de Berthe Morisot. En 1912 Degas ve cómo su casa es demolida y su ama de llaves le abandona. Este anciano obstinado gusta de pasear y recordar los viejos tiempos. Mary Cassatt le buscó una persona que le cuidara, eligiéndose a su sobrina Jeanne Fèvre. Sus últimos meses los pasó postrado en la cama, falleciendo el 27 de septiembre de 1917 en París.
Ref. Arte Historia
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